jueves, agosto 30, 2012

Un novio para Glenda: tribulaciones de nuestra sicóloga emigrada

Un novio para Glenda: tribulaciones de nuestra sicóloga emigrada
Publicado el Miércoles, 29 Agosto 2012 13:48
Por Carlos Cabrera Pérez

¿Y qué juventud queremos? ¿Queremos, acaso, una juventud que simplemente
se concrete a oír y a repetir? ¡No! Queremos una juventud que piense. .(…)
una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, una juventud
que se convenza a sí misma, una juventud que desarrolle plenamente su
pensamiento.
Fidel Castro, 13 de marzo de 1962

La reciente fuga -que no deserción porque ni era militar en activo ni
viajaba en misión oficial- de una hija de un vicepresidente cubano ha
desatado el revuelo habitual en medios de comunicación del sur de la
Florida y del exilio cubano. Pero sobre todo ha servido para ha
confirmar que la mentira y la simulación son señas de identidad cubanas,
aunque nos pese.

Escenario 1 (en lógica castrista): Glenda Murillo Díaz, 24 años,
graduada de Licenciatura en Psicología, aún desconocemos su vínculo
laboral en la isla, si es que lo tenía; obtiene el Permiso de Salida
para un curso de especialización en México que -como todo sabemos- tiene
fronteras con Cambodia y Togo.

Y papá rompió a llorar

Escenario 2 (en lógica migratoria norteamericana): Glenda Murillo Díaz,
cubana, 24 años, graduada de Licenciatura en Psicología por la
Universidad de La Habana y asistiendo en México a un curso de
especialización, viaja hasta Laredo, Texas, se presenta ante las
autoridades migratorias norteamericanas y recibe un "Parole", que le
permite entrar y vivir en Estados Unidos de América, el principal
enemigo de su padre y compañeros del Buró Político. Poco después, llega
a Tampa, a casa de unos tíos, donde coincidentemente está de visita uno
de sus abuelos; se hace las típicas fotos de algunos recién llegados a
la democracia y las cuelga en Facebook.

Escenario 3 (en lógica de los medios de comunicación en democracia): El
Nuevo Herald da la noticia, que es ampliamente reproducida por otros
medios de comunicación, incluso europeos; pero mezcla información y
delira con valoraciones sobre el daño que podría causar al régimen, que
en realidad es cero. Lo sazona todo con el detalle del padre rompiendo
en llanto, al conocer que su hija se ha escapado a Tampa, no duda en
calificarlo de zar económico y llega incluso a presentarlo como un
sucesor de Raúl Castro: otra errata, pues ya sabemos que Murillo es un
funcionario, los zares son los dos de este medio siglo, sin sucesores a
la vista.

Escenario 4 (en lógica cubana de mentiras y simulación): Glenda Murillo
Díaz, 24 años graduada de Licenciatura en Psicología en la Universidad
de La Habana, tiene una tía que atiende el teléfono y aclara que su
sobrina ha huido por amor, "no por razones políticas". ¡Qué familia!, a
lo mejor hasta la propia tía está en Tampa por amor, nada que ver con la
política. Y que un abuelo de la protagonista, de visita en Tampa, por
poco sufre un infarto al abrir la puerta y ver a un equipo de Univisión
23 preguntándole por su nieta. Un periodista marca el número de teléfono
móvil de Glenda en La Habana y contesta un señor que dice ser su esposo.
La tía precisa que ella vendió el móvil antes de irse de Cuba.

Escenarios del sainete migratorio

Pero pongamos esos escenarios en lógica simple:

Escenario 1: Glenda Murillo Díaz, 24 años, graduada de Licenciatura en
Psicología, preparó su fuga de Cuba aprovechando los mecanismos a su
alcance, por lo que eligió México. No tengo pruebas de si recibió ayuda
directa de su padre en su plan, que no sería reprobable, pero está claro
que quien autorizó el viaje tuvo en cuenta el peso específico y temporal
de su apellido paterno. ¿Para qué quiere alguien vender y, por tanto,
perder su número de móvil en La Habana, si va a regresar en cuanto
termine su especialización mexicana?

Escenario 2: Una ciudadana cubana, al margen de que sea hija de zar o de
capataz general, acude a un control fronterizo norteamericano que se
atiene al cumplimiento de la ley con la variante "pies secos".

Escenario 3 (en lógica parcial de cubaneo):

-¡Chica, pero tú viste eso!, estos periodistas son malísimos, es que ni
respetan nuestra intimidad, estuve a punto de llamar al 911 porque si
vieras lo malito que se puso tu abuelito cuando abrió la puerta y se
encontró con la prensa ahí.

-Ay, mi tía, Cuba tendrá muchos defectos, pero los periodistas no se
aparecen así en casa de nadie. (No, Glenda, de los sustos se encargan
las Brigada de Respuesta Rápida).

–Bueno, no te preocupes, nos inventamos algo y ya se calmará la cosa en
unos días y en cuanto a tu padre, tú no te preocupes que no será el
primero ni el último; ahora lo importante es que tú estés tranquila y
que no te pongas a hablar mierda de aquello, que es lo que la prensa
quiere y que encuentres un trabajo para que te ganes tus dólares… (Lo
raro es que el abuelo no falleciera súbitamente al ver a su nieta allí.
¿O es que ya estaba al tanto del viaje a Tampa por amor? O sea, le
inquietan los periodistas que hacen su trabajo, no la nieta a la que
nadie parecía esperar).

Escenario 4: La fuga de Glenda Murillo Díaz no tiene mayor importancia
para la dictadura cubana porque ni siquiera la supuesta estampida de
Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro, la tuvo, como lo
demostraron enviándole a su hija "Mumín", nieta del Dictador, para que
viviera con ella en el exilio.

Cabalgando sobre la mentira

Hasta ahora las deserciones que más han golpeado al régimen son las de
Manuel de Beúnza y Rafael del Pino junto al gesto heroico de Orestes
Lorenzo Pérez de rescatar a su mujer e hijos con una avioneta con la que
aterrizó en una carretera de Matanzas. El resto las han sobrellevado con
serenidad.

Pero lo terrible es que la sociedad cubana, independientemente de la
latitud geopolítica en que nos movamos, está signada por la mentira y la
simulación. En inicio, por la propia lógica tiránica de suplantar la
realidad con consignas y entusiasmo; pero también con la complicidad de
los que como Glenda Murillo y su tía evitan decir -sin algarabía- que
han venido a Estados Unidos porque quiere vivir en libertad, que habría
sido lo más lógico y lo menos complicado. Así, a partir de ahora,
tendrán que vivir -al menos un tiempo- cabalgando sobre sus propias
mentiras.

Respecto a su padre, quizá haya llorado con sinceridad, si es que ha
llorado. Pero tampoco hay que preocuparse demasiado por su suerte.
¿Cuántos favoritos y hasta probables relevos de los Castro hemos visto
en este medio siglo? Aquí los dejo una pequeña muestra: José Llanusa
Gobel, Humberto Pérez González, Marcelo Fernández Font, Emilio Aragonés
Navarro, Luis Orlando Domínguez, Carlos Aldana Escalante, José Abrantes
Fernández, Arnaldo Ochoa Sánchez, Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez
Roque, Hassan Pérez Casabona, Marcos Portal León, Randy Alonso Falcón y
Abel Prieto Jiménez.

En definitiva, revolución es no mentir jamás y cambiar todo lo que deba
ser cambiado, menos a Fidel y Raúl Castro.

En cuanto a Glenda, bienvenida a bordo, paisana. No puedo menos que
desearte lo mejor, incluido un novio de verdad, que te quiera, te cuide
y te lleve al mall más próximo a casa de tu tía-portavoz y te regale un
iPhone 5 con el que puedas mandar, de vez en cuando, un escueto SMS:
"Papá, te quiero".

Será gratificante, aunque él nunca te responda… por ahora.

http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2148-un-novio-para-glenda-tribulaciones-de-una-emigrada

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