Marxistas esteparios: los suicidas del socialismo real
Publicado el Martes, 28 Agosto 2012 10:45
Por Martín Guevara*
Con motivo de una reciente visita a Noruega, recordé esos comentarios
tan extendidos en todos los ámbitos, que aseguran que en los países
nórdicos se vivirá bien, pero que la tasa de suicidios es la mayor. Y
recordé a Durkheim con sus cuatro clases de suicidas, y su opinión de
que los ateos o protestantes se quitaban más la vida que los católicos o
judíos.
Al grupo de los suicidas altruistas pertenecerían los fanáticos
militaristas, los hoy coránicos o los hasta ayer mismo seguidores de
Bush. Y a los egoístas los carentes de fe en lo sobrenatural, en lo divino.
El tema ha resultado siempre de mi interés porque acaso durante un
tiempo más prolongado del que me gustaría admitir aunque menos de lo que
me temo, me encontré formando parte del coro de este colectivo, pero a
la manera que describiera Hermann Hesse en el lobo estepario, diciendo
algo así como: "Más que el que comete el acto de acabar con su vida, el
suicida es quien vive constantemente con la navaja en las inmediaciones
de su muñeca".
Angustias desprotegidas
No me imaginaba otra razón para situar a los habitantes escandinavos
entre los menos amantes de la vida que el hecho de que al tener
resueltas tantas necesidades vitales, la angustia se quedase muy
desprotegida de los artilugios y barnices en que suele estar entretenida
en la mayoría de los casos. Como una zona llena de burgueses de buena
vida, que sin embargo caminan constantemente sobre el enorme riesgo de
tener el "Yo" completamente expuesto, el sentido de la existencia
permanentemente evaluado. Me hacía más adepto a esta percepción
comprobando que por el contrario los Estados con menor número de
suicidios per cápita ostentaban el común denominador de la pobreza extrema.
Y entonces encontré esta estadística de la cual anexo el enlace, que aún
sin dar del todo las espaldas a aquellas que dicen conocer casi todos
los interlocutores de cualquier latitud cuando se habla de Escandinavia
ya que coloca a Fiinlandia en el puesto número trece, arroja sin embargo
un resultado más sorprendente aún para mí. De los diez primeros países
con mayor tasa de suicidios, ocho fueron dictaduras del proletariado
socialistas o aún lo son.
La primera es Rusia, la gran madre patria en la praxis del comunismo
científico y en la perversión del socialismo utópico francés. Los dos
países no ex socialitas que aparecen entre los diez primeros en esta
estadística, son Corea y Japón, de politicas inconfundiblemente
capitalistas, pero de una tradición en disciplina colectiva y de
estricto acatamiento de las leyes y normas, que los sitúan en lo
referente a la conducta social más emparentados con las sociedades
regidos por dictados que los que disfrutan de la diversidad de opciones.
En los años en que viví en Cuba, la más profunda muestra de insumisión a
los dictámenes verticales que tuve oportunidad de presenciar, incluso
más integral que la rebeldía, era el cese del entusiasmo por la vida,
expresado bien con un agudo alcoholismo que confluía en muerte o
deliriun tremens, en la depresión más absoluta, en la locura, o
directamente en el suicidio.
Estadísticas invisibles
Claro, no existían estadisticas de absolutamente nada que no tuviese
relación directa con los pretendidos logros del gobierno, de manera que
si la realidad se atuviese a los resultados de los censos, en Cuba no
habría prostitución, ni descontento social, no habría censura, presos
politicos, abusos policiales, no habría drogadicción, ni enfermedades de
transmisión sexual, no habría pobreza, ni siquiera alcoholismo y por
supuesto; no existiría el suicidio, la mayor afrenta al sistema más
anhelado por el hombre, la sociedad de la vida. Motivo que convertía en
imputable penalmente a todo aquel que incurriese en un intento fallido.
El suicidio estaba prohibido, perseguido y penalizado por la ley.
Aún así la gente se quitaba la vida de todas las formas imaginables,
siendo las más folclóricas el ahorcarse de una guásima o arbusto
similar, arrojarse de un edificio, abrirse las venas, incluso
indirectamente cayendo preso o adentrandose al Atlántico caribeño en un
emparchadísimo neumático de tractor ruso, para cubrir la distancia que
separa la isla con la Florida, pero había una manera de suicidarse en
Cuba, que de por sí debería reservarle un sitio de honor en esa lista
por su calidad, ya que no por la cantidad: el bañarse en kerosene o luz
brillante y arrojarse uno mismo una cerilla encendida con los propios
dedos, se rumoreaba que la mayoría de personas que usaban este drástico
pasaje a las dimensiones próximas siguientes, eran mujeres y lo hacían
por desengaños amorosos, lo primero era fácilmente comprobable, lo
segundo solo a través de un medium.
El mundo al que la isla está por despertar de su largo sueño pesado, es
menos asfixiante y opresivo pero está lejos de ser halagüeño y sobre
todo de recibir a nadie con los brazos abiertos, solo espero que en el
futuro cuando se permita la publicación de las incidencias sociales,
Cuba no mejore ese puesto en tal perturbador escalafón y que los
desengaños amorosos hayan encontrado un tipo alternativo de alivio.
Ocho poblaciones ex conejillos de india de un fracasado experimento
igualitario están entre las diez que menos valoran la vida. Interesante
dato con que el finado de Durkheim no pudo contar a causa de la
cronología, y con el cual de seguro habría confeccionado un jugosísimo
quinto grupo de tomadores de decisiones terminantes.
Personas que se privan de la vida a fin de evitar los interminables
estertores de una sofocante existencia.
Un grupo más expeditivo que apático.
*Sobrino del Che Guevara. Vivió como refugiado en Cuba por 15 años y
permaneció en La Habana hasta 1988. Actualmente reside en España y
escribe un libro testimonial sobre su experiencia cubana y el peso del
mito que rodea a su célebre tío guerrillero.
http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2143-marxistas-esteparios-los-suicidas-del-socialismo-real
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