Optimismo y cautela en las calles
Agencias
La Habana 27-11-2011 - 8:51 am.
'Si eso de los créditos va a funcionar como lo de los materiales, que no
hay nada, realmente no sé, tengo que ver para creer', comentó una
peluquera en Centro Habana.
Caridad piensa en grande: espera sumar una segunda planta a su casa y
montar en la primera un restaurante, ahora que la banca estatal
apuntalará con créditos las reformas económicas de Raúl Castro; pero
Mirtha, como Santo Tomás, prefiere "ver para creer".
"Por ahora es un gran sueño, pero qué no puedes hacer si dispones de
créditos", declaró entusiasmada a la AFP Caridad Burgos, mientras servía
un café a un cliente en el pequeño negocio de comida rápida que abrió
hace seis meses en el portal de su casa, en el barrio del Vedado de La
Habana.
Agobiada por el salario mensual de 405 pesos (unos 17 dólares) que
percibía como secretaria, esta mujer de 52 años decidió renunciar a su
empleo estatal y "probar suerte con los negocios", apoyada por una
hermana que vive en Estados Unidos.
"No me va mal", pero "si pudiera construir un segundo piso y hacer en
éste un restaurante, me iría mejor", dijo Burgos, que ahora tiene una
ganancia neta de unos 50 dólares al mes, aunque se queja por los altos
gravámenes y la falta de un mercado mayorista donde abastecerse.
La nueva política crediticia, que el gobierno de Raúl Castro anunció el
jueves, entrará en vigor el 20 de diciembre y está dirigida
fundamentalmente a los trabajadores por cuenta propia, negocios
privados, cooperativas y campesinos independientes, y personas que
quieran construir o reparar sus casas.
Pero no todos los cubanos reaccionaron con el optimismo de Burgos ante
la medida, incluida en el plan de 300 reformas con que el general busca
hacer eficiente el agotado modelo económico cubano, de corte soviético,
que la Isla siguió durante medio siglo.
Mirtha Lambert, una peluquera privada de 42 años, está "al borde de un
ataque de nervios", pues lleva "tres meses corriendo por toda La Habana"
para comprar los materiales de construcción que necesita para terminar
la reparación de su vivienda, que inició hace seis.
"Si eso de los créditos va a funcionar como lo de los materiales, que no
hay nada, realmente no sé, tengo que ver para creer", comentó Lambert en
un almacén de venta de insumos para la construcción en el populoso
barrio de Centro Habana.
Para Janet, vendedora en un supermercado de La Habana Vieja, poder
contar con créditos "sería bueno" si los cubanos no devengaran salarios
"tan bajos", 20 dólares al mes como promedio.
"Si pides un crédito, luego te pasas la vida pagándolo", expresó la
joven, que como casi todos los cubanos siempre ha pagado sus cuentas al
contado y en efectivo, y ahora tendrá que alfabetizarse en cuestiones
bancarias, como el uso de tarjetas de crédito y débito.
Desde que asumió el mando en julio de 2006 cuando enfermó su hermano
Fidel, Raúl Castro ha levantado diversas restricciones "excesivas", como
las que impedían a los cubanos hospedarse en hoteles o contratar
celulares. En septiembre autorizó la compraventa de automóviles y este
mes la de viviendas.
"Sin créditos no hay progreso. Si hubiese tenido la posibilidad de
solicitar uno cuando abrí este negocio hace dos meses, hubiese sido
fabuloso", opinó Lázaro Bueno, de 46 años, otro de los 330.000 cubanos
que se lanzó a la aventura privada, tras quedar cesante en su empleo de
velador.
El hombre, que tiene un pequeño negocio de ferretería en la céntrica
calle San Lázaro, recomienda a los nacientes empresarios ser "osados" y
sobre todo "modernizarse en el tema bancario", porque "o te adaptas o
pereces".
http://www.ddcuba.com/cuba/8313-optimismo-y-cautela-en-las-calles
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