[29-11-2011]
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hay un refrán español lleno de sabiduría
que dice "cuando el río suena, agua lleva". Imagino que algo de ello han
debido pensar los integrantes del denominado Club de Paris, que de forma
educada, se han dirigido recientemente a Raúl Castro para recordarle que
la Isla debe a sus miembros 30.500 millones de dólares, de los cuáles
más de 20.000 millones se encuentran en rublos convertibles, de la época
soviética.
El refrán viene a cuento porque son tantas las informaciones y noticias
procedentes de Cuba, en el sentido de reformas introducidas para mejorar
la eficiencia del sistema, de cumplimiento de los "lineamientos", de
cambios, etc, que tanto ruido ha hecho que los ricos acreedores del
régimen castrista decidieran tantear una de las promesas anunciadas por
Raúl Castro de "mejorar la credibilidad financiera del país". Así que,
de forma muy amable y educada, han invitado al régimen a debatir e
intercambiar información sobre los miles de millones de dólares de deuda
que tiene el régimen castrista con el Club de París.
Conocido es el sigilo y confidencialidad con que se mueve este tipo de
entidades en los mercados mundiales. Por otra parte, el régimen
castrista siempre ha escondido el monto y la existencia de dicha deuda,
pero algo debe existir cuando después de un cierto tiempo de
tranquilidad, vuelven las demandas de información y de relación sobre un
asunto ciertamente controvertido.
El procedimiento del Club de París hasta ahora ha sido impecable. Según
diversos medios, entre ellos Reuters, se envió una carta al Banco
Central de Cuba en la que se solicitaba información sobre si el país
comunista quería reanudar las negociaciones interrumpidas hace una década.
Cuba sigue estando presente en las reuniones del Club de París, como no
podría ser de otro modo, dada la importancia cuantitativa y cualitativa
de una deuda que tiene su origen antes del derrumbe del Muro de Berlín,
a tenor de la composición en rublos. El hecho de que se analizase el
tema específico de Cuba en la reunión del Club los días 9 y 10 de
octubre después de muchos años aparcado, pone de manifiesto que las
deudas, tarde o temprano se tienen que pagar.
Las mismas fuentes consultadas han informado que, como viene siendo
habitual, no se ha producido una respuesta oficial del régimen, pero que
en el Banco Central no han rechazado la realización de algunas
entrevistas informativas.
Tal vez conviene recordar que el llamado Club de París es un grupo
informal de gobiernos integrado por Australia, Austria, Bélgica, Canadá,
Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Italia, Japón, Suiza,
los Países Bajos, Noruega, Federación Rusa, España, Suecia, Reino Unido
y Estados Unidos. A diferencia del Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial, de los que Cuba está excluida, el Club de París no emite
préstamos multilaterales, sino que funciona en términos bilaterales.
En su reunión del pasado mes de octubre, el Club de París informó que
Cuba debía a sus miembros 30.500 millones de dólares al cierre de 2010,
pero más de 20.000 millones de la deuda es en rublos convertibles de la
época de alianza con la ex Unión Soviética, que Rusia reclama, y que La
Habana no reconoce.
Uno de los puntos más controvertidos de la economía castrista ha sido la
gestión de su elevado nivel de endeudamiento. El hecho de que arrastre
cifras de la magnitud expuesta, pone de manifiesto una vez más que el
embargo ha sido un argumento carente de toda validez, teniendo en cuenta
el amplio abanico de financieros que situaban sus fondos en la economía
de la Isla a excepción de EEUU, obviamente.
Tal vez por ese motivo, la cifra de la deuda castrista con el exterior
siempre ha sido un asunto difícil de cuantificar. El régimen, por
ejemplo, sitúa esa deuda en unos 17.800 millones de dólares, aun cuando
los analistas no la rebajan de 21.000 millones, cifras que representan
más del 50% del PIB y alrededor de un 30% de los ingresos en divisas de
la economía.
Uno de los argumentos esgrimidos por el régimen lo ofrece el Banco
Central de Cuba al señalar que más de la mitad de la deuda fue
clasificada como pasivo, decisión que se remonta a la época en la que el
país suspendió sus pagos a fines de la década de 1980, mientras que el
resto de la deuda activa se acumuló después de la desaparición de su
antiguo benefactor, la ex Unión Soviética. Alternativamente, en los
últimos años, China parece haberse convertido en el primer financiero de
la Isla en cerca de 5.000 millones de dólares, ya que parece que
Venezuela contribuye por la vía petrolera con fondos corrientes.
Gestionar niveles de deuda de esta magnitud es un problema para la
credibilidad internacional de la economía. En su caso, sería muy
recomendable aceptar la negociación ofrecida por el Club de Paris y
tratar de ajustar los saldos deficitarios, como hace cualquier deudor.
Si en diez años el Club de París se ha mostrado expectante, y ahora con
tanto ruido de la Isla actúa, es porque en ningún caso van a dar por
muertas las obligaciones financieras del régimen.
Las referencias cruzadas sobre el desacuerdo entre las partes, no se han
hecho esperar. Desde el Club se insiste en que, al igual que con otros
países de desarrollo similar ha sido posible alcanzar acuerdos, con el
régimen castrista ha sido imposible porque las demandas planteadas
exigían "algo especial e insólito y estábamos a kilómetros de
distancia", según declaraciones de algún diplomático participante en las
negociaciones. Aunque Rusia parece haber acordado con La Habana dejar la
vieja deuda a un lado, en cualquier momento pueden exigir responsabilidades.
Desde esta perspectiva, el régimen no debería desaprovechar esta
oportunidad de negociar con el Club de Paris un acuerdo favorable que
mejore su posición multilateral y la credibilidad internacional. No
obstante, esto no aparece en la agenda de Raúl Castro, pese a su
importancia.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=34463
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