Joisy García Martínez
Guatao, La Habana (PD) El cable de acceso a Internet que arribó a
nuestras costas desde Venezuela, pasará a la historia de Cuba como la
obra social y millonaria a la que menos importancia le han dado los
políticos comunistas y periodistas afines al régimen de La Habana, sin
fechas establecidas de inauguración o alegrías, sin piticos, cajitas ni
piñatas, bombos ni platillos.
He leído hace unos días en el periódico el Nuevo Herald un artículo de
la agencia France Press titulado "Cuba acusa a EEUU de financiar
internet". El mismo informa que el diario Granma, órgano oficial del
Partido Comunista – único partido legal en Cuba –, acusaba el lunes 14
de noviembre a los vecinos del norte de financiar y equipar conexiones
ilegales de internet en el territorio nacional, "bandidos" en La Habana
– agregaba – por lucrar con redes inalámbricas fraudulentas.
Continuaba informando el mismo que en el mes de abril fueron detenidos
varios residentes de la capital cubana. Los supuestos "bandidos
cibernéticos", que para algunos habrán sido los primero héroes de las
comunicaciones, se dedicaban, desde hace algún tiempo y sin tener ningún
tipo de autorización legal, a instalar redes de acceso inalámbrico vía
satelital, y según el diario del PCC "implementaron el servicio que les
permitía recibir llamadas internacionales sin necesidad de acceder a las
redes terminales" del monopolio enmascarado como estatal ETECSA.
El gobierno de Cuba ha mantenido privados del servicio de internet a sus
propios ciudadanos, arguyendo altas tarifas y poco ancho de banda y como
casi siempre, culpando al embargo estadounidense, por no permitir la
conexión con los cables submarinos de fibra óptica que a solo millas nos
rodean, sin embargo garantiza – con restricciones a las redes sociales
como Facebook y Twitter – su acceso en centros de investigación, en
universidades, a periodistas oficialistas y a otros privilegiados, que
supuestamente han pasado por el filtro de la ideología correcta.
Se comenta que para poder superar estas indudables limitaciones, una
empresa venezolana hizo llegar en febrero un cable submarino entre los
dos países. Lo que no ha quedado claro es su funcionalidad y para cuando
podría brindar el rezagado servicio. Por increíble que nos parezca, los
supuestos políticos del país de la planificación y de las fechas de
inauguraciones, no han sacado lasca de la obra social que alfabetizaría
a su población, ¿será posible que una obra millonaria, que pagaremos
todos, de incuestionable utilidad social y democrática, que nos alejaría
de la bochornosa etiqueta mundial de analfabetos cibernéticos, no
estimule a nuestros supuestos políticos? ¿O será que ya no importan los
reclamos populares?
Podría sugerir que, para evadir todos estos problemas, comencemos a
comunicarnos con humo, palomas mensajeras o mediante toques de tambores.
Ya basta de echarle la culpa a los demás de nuestra incapacidad y
mediocridad económica, política y social. Los bobos de la yuca ya no se
chupan el dedo, y ni en Mazorra creerían este cuento. Acaben de cambiar
su mentalidad. Yo hace mucho tiempo que cambié la mía.
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