Miércoles, 30 de Noviembre de 2011 00:29
Gladys Linares
Lawton, La Habana (PD) Uno de los alimentos más demandados por la
población cubana es el pan, que, acompañado de una tortilla, de guayaba
o de mayonesa, o con los frijoles o la sopa, constituye un complemento
de la comida en muchos de nuestros hogares.
Si bien es cierto que durante años a cada persona se le ha vendido por
la libreta de racionamiento un pan de ochenta gramos, este carece de
calidad, y muchas veces está crudo y hasta bajo de peso. Pero no es este
su mayor problema: es frecuente que en el horario de venta las
panaderías estén cerradas, con un cartel en el que se lee: "No hay pan"
o "Panadería rota".
Hace unos días, me encontraba en la panadería La Princesa, en 16 y
Dolores, Lawton, donde venden el pan de la libreta. Cuando la empleada
tomó unos panes para despachárselos a un señor, este exclamó, asombrado:
"¡Qué es eso! ¡Una cucaracha!". La empleada, sin inmutarse, colocó los
panes en un estante aparte, de donde la intrusa pudo escapar sin problemas.
Mientras esperaba para comprarlo, un día de estos, en una lenta y larga
cola, varias personas comentaban: unas decían que a las veinticuatro
horas de tenerlo, se les llena de moho. Afirmaba una señora que, como
está crudo, cuando trata de cocinarlo, se endurece y se encoje casi
hasta la mitad. Todos coincidimos en que eso es porque le falta grasa y
le sobra agua. Un anciano agregó: "Y si protestamos por su mala calidad,
nos responden que la harina o la levadura están malas, o que el horno
está roto."
Cuando las instalaciones de la Cadena Cubana del Pan comenzaron a
funcionar, además del pan de corteza dura, no faltaban variedades como
el integral, el suave, las galletas y los palitroques, todas ellas de
buena calidad. Pero esto duró poco. Hoy, los mostradores están vacíos, y
las colas son largas y frecuentes. Además, como única opción ha quedado
el pan de corteza dura, y algún que otro pan integral, y su calidad deja
mucho que desear.
En La Habana existen cuarenta y ocho panaderías modernas, con las
condiciones y los recursos necesarios para mantener la variedad y la
calidad. Sin embargo, esto no se cumple. Por citar algunos ejemplos, los
panes para bocaditos, las galletas y los palitroques ya no se fabrican.
Aunque hacer pan es un arte, no basta con rescatar el oficio de
panadero, o tener panaderías modernas, porque mientras quienes hacen el
pan tengan necesidades fundamentales insatisfechas, seguirán las
ilegalidades, y con ellas, la mala calidad del pan.
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