Educación
Universidades descapitalizadas
José Prats Sariol | La Habana | 31 Mayo 2013 - 7:56 am.
Las universidades cubanas decaen de año en año. El fenómeno es anterior
a 1959. ¿Qué podría hacerse para revertirlo?
Ranking abajo, las universidades cubanas padecen lo del país: la
descapitalización humana y material. No es de extrañar que cada encuesta
las sitúe más abajo, no ya dentro del planeta, donde ni figuran en una
lista de 500, sino entre las latinoamericanas, que también van a la zaga
de otras zonas emergentes, como China e India.
El fenómeno, sin embargo, no es exactamente un producto de los destrozos
causados por aquella lejana revolución de hace más de medio siglo.
Existía desde antes, entre 1902 y 1958, para no historiar el siglo XIX.
Huelgas y cierres temporales bajo dictadores como Machado y Batista;
mafias estudiantiles como la que engendró a Fidel Castro y corrupción
con los presupuestos; prohibiciones de contratar a tiempo completo a
profesores extranjeros (como ocurrió con los exiliados españoles) y
comercio con los libros de texto; escasos incentivos promocionales para
los trabajadores docentes y, en general, poco reciclaje de planes de
estudio, programas, prácticas preprofesionales; crecimiento de la
burocracia en detrimento de investigaciones y grupos de poder más
interesados en ellos mismos que en promover estudiantes con un nivel
competitivo en el duro mercado laboral…
En fin, desde ese rancio caldo, que a pesar de pesares produjo una
exitosa clase profesional y talentosos egresados, contando a la vez los
privilegiados que estudiaron en el extranjero, hay que juzgar el
desolador panorama que nuestras universidades muestran.
Pero no se trata de llorar miserias. Poco se resuelve con lamentaciones,
salvo para la imprescindible historia del sector, para que nunca vuelva
a ocurrir. Se trata de identificar prioridades, objetivos que detengan
el deterioro y puedan —lentamente, no hay milagros— mejorar los
indicadores que establece la UNESCO y las más serias encuestas anuales.
Precisamente, en complejas combinaciones según el país y la universidad,
según sea estatal o privada, los mismos problemas que tuvieron las
universidades cubanas antes de 1959, por supuesto que con variantes
propias del 2013, son los que padecen muchas universidades
latinoamericanas, como las de México. De ahí el descenso en las encuestas.
¿Cómo revertir la descapitalización?
Supongo que haya coincidencia en la pregunta decisiva para Cuba: ¿Cómo
revertir la descapitalización humana y material? Porque dedicar el 5,1%
del PIB, el 10,4% del presupuesto, a la educación terciaria, apenas es
una cifra que oculta el deterioro, al eludir la disminución anual del
PIB y no reflejar, por ejemplo, el envejecimiento tecnológico.
Además de que la descapitalización se asienta en una premisa obvia: el
proceso se acelera en la medida que avanza. Es decir, no hay regreso
contra el tiempo en que se forma una promoción. Los cambios —buenos o
malos— quedan para la nueva matrícula. Y la inferencia lógica,
brutalmente desoladora para el capital humano: la punta de los viejos se
jubila, la de los jóvenes no está motivada para sobrevivir en la
docencia. Más la inclusión de los virus edulcorantes y secretistas del
Partido Comunista, en criolla mezcolanza con los restos del caudillismo.
Sin embargo, me parece que el actual gobierno, por lo menos en su sector
menos conservador, no necesariamente los jóvenes cuadros de la
administración o del Partido, son conscientes del desastre. Algunas
medidas positivas se han tomado, sobre todo a partir de que el actual
vicepresidente primero, Miguel Díaz Canel, dirigiera el sector
educacional, y poco antes el nivel superior o universitario.
Quizás este ingeniero, junto a ciertos militares, solo espera el fin
biológico de los ancianos guerrilleros para favorecer cambios que
reviertan la situación. Entre ellos, por elemental búsqueda de
capitales, se halla el inicial, por ahora imposible: descentralizar,
desestatalizar, despolitizar… Romper de verdad con el sistema
comunista-caudillista que nos ha llevado a la ruina.
Eliminar el Ministerio de Educación Superior; mandar al actual ministro,
Dr. Rodolfo Alarcón Ortiz, a diseñar jeringas; crear una sencilla,
eficaz y pequeñísima oficina que coordine el trabajo de las
universidades. Lo que implicaría restaurar la autonomía universitaria,
garantizarles autoridad para decidir. Y favorecer que sus rectores,
decanos y directores sean elegidos por los profesores, con la
participación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).
Claro que una FEU no subordinada, como ahora, a la Unión de Jóvenes
Comunistas.
Sin ese paso seguiremos chapoteando entre estructuras verticales de
dirección que frenan las iniciativas, desplazan las responsabilidades,
burocratizan infinitamente la toma de decisiones y un etcétera donde
Kafka es un tímido escritor costumbrista.
Por unos docentes y estudiantes responsables
Si las orientaciones siguen "bajando" del cielo ideológico, del
aparataje central, nuestras universidades poco podrán hacer para impedir
la libre caída en la que están girando. Cuando el país logre sacudirse
el yugo castro-leninista se buscarán con mucha más eficacia las
soluciones a los problemas que padecen, en mayor o menor medida, el
resto de las universidades latinoamericanas, tal vez del planeta, en
tanto derivaciones propias del ser humano, de nuestras virtudes y defectos.
Docentes, estudiantes y trabajadores del sector comenzarán a sentirse
responsables de su destino, no marionetas. Democratizar y autonomizar
parecen los infinitivos —quizás infinitos— que decidirán el rumbo.
Entonces —aunque algo se hace ahora— se renovarán libremente las ofertas
de estudio, formas de evaluación y educación a distancia, se
confrontarán con las universidades más avanzadas del planeta en cada
especialidad. Los convenios e intercambios alcanzarán el dinamismo de la
era cibernética, sin "filtros". Entonces muchas ayudas de fundaciones
científicas, universidades, empresas privadas e instituciones no
lucrativas, ahora mismo paralizadas por el embargo o por reticencias
políticas, podrán fluir sin fronteras.
No hay varitas mágicas —diría Perogrullo. Claro que no. Pero eliminar el
rígido control estatal y la subordinación al Partido Comunista actuaría
como un genial mago. Tras el paso de un huracán cuyo movimiento de
traslación ha sido vergonzosamente lento, el capital humano
multiplicaría sus esfuerzos, con la ayuda de los profesionales cubanos
establecidos en universidades de casi todo el mundo, con un libre
intercambio global de experiencias y exámenes académicos, de graduados,
innovaciones y equipos...
El tema —para cualquier lector bondadoso o maledicente— apenas lo abre
un artículo como este. Sus múltiples aristas exigen análisis
interdisciplinarios, investigaciones, difíciles proyecciones a mediano
plazo… Pero dialogar —existir— sin comisarios políticos ni armatostes
gubernamentales, es la premisa. Nuestros esforzados, talentosos,
reprimidos profesores y estudiantes universitarios, merecen ese primer paso.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1369956722_3513.html
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