31 de julio de 2011 • 14:01
El arzobispo cubano Pedro Meurice, un duro crítico del gobierno
comunista, recibió este domingo un masivo adiós en la oriental ciudad de
Santiago de Cuba, donde fue sepultado diez días después de fallecer en
Miami, según testigos.
La misa, a la cual asistieron autoridades del Partido Comunista de
Santiago de Cuba, 960 km al sudeste de La Habana, y autoridades de la
provincia del mismo nombre, estuvo encabezada por el cardenal Jaime
Ortega y monseñor Dionisio García, presidente de la Conferencia Episcopal.
"Había mucha, mucha gente", dijo telefónicamente una funcionaria del
Arzobispado de Santiago de Cuba, quien agregó que la catedral
metropolitana estuvo llena durante la misa de exequias.
Personas que asistieron a la misa calcularon entre 800 y hasta unos
pocos miles las personas que colmaron el templo durante el culto de dos
horas, y se quedaron en las calles aledañas sin poder entrar. Tras la
misa, el cortejo fúnebre recorrió los tres kilómetros que separan el
templo del cementerio de Santa Ifigenia, que guarda los restos del héroe
nacional José Martí.
Al sepelio asistieron unos 60 opositores al Gobierno, entre ellas 20
mujeres integrantes de las Damas de Blanco -esposas de ex presos
políticos-, encabezadas por su líder Laura Pollán.
"Fue el homenaje que él se merecía de su pueblo", dijo Pollán a la AFP
vía telefónica, y agregó que había disidentes de las provincias vecinas
de Holguín y Bayamo.
Meurice, de 79 años y retirado desde 2007, murió el 21 de julio en un
hospital de Miami debido a una crisis renal.
El prelado cobró notoriedad mundial el 24 de enero de 1998, durante la
histórica visita de Juan Pablo II a Cuba. En esa ocasión pronunció un
duro mensaje contra el gobierno del entonces presidente Fidel Castro en
la misa que ofreció el Papa en Santiago de Cuba.
Ante Raúl Castro, quien era el número dos del gobierno y actualmente es
el presidente de Cuba, Meurice señaló que los cubanos debían
"desmitificar los falsos mesianismos" y presentó al Papa el panorama de
un país "desgarrado por el exilio", el "egoísmo" y la "pobreza de libertad".
Su muerte se produjo en momentos en que existe un inédito diálogo entre
la Iglesia Católica y el gobierno de Raúl Castro, iniciado en mayo de
2010, cuyo resultado más relevante ha sido la excarcelación de unos 130
presos políticos.
Ese diálogo ensanchó también los espacios sociales de la Iglesia en la
isla, como un mayor acceso a la prensa, tras casi medio siglo de tensas
relaciones con el gobierno comunista.
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