Fin de la odisea de los 75
Oscar Espinosa Chepe
Con la excarcelación de Félix Navarro y José Daniel Ferrer concluyó una
de las etapas más oscuras y bochornosas de la historia de nuestro país,
cuando se condenó a penas de hasta 28 años a personas pacíficas por
reclamar los derechos del pueblo cubano. Los sucesos ocurrieron los días
18, 19 y 20 de marzo de 2003, en lo que ha quedado bautizada como la
Primavera Negra.
El gobierno cubano creyó que con esa acción injustificable podría ahogar
las ansias de libertad e intimidar y sembrar el terror en la sociedad.
Estimó que la opinión pública mundial, volcada a los acontecimientos
bélicos en Irak, no se percataría de lo ocurrido en Cuba. Sus cálculos
fallaron absolutamente. La sociedad cubana fue impactada por los
bárbaros hechos, que coincidieron con el fusilamiento de tres jóvenes
negros, castigo desproporcionado dirigido a impresionar a la población.
Es oportuno señalar que el 23 de marzo de 2003, la Iglesia Católica
Cubana emitió un mensaje a través de la Comisión Episcopal de Paz y
Justicia de la Conferencia de Obispos de Cuba, donde señaló: "Lamentamos
profundamente el uso de métodos inapropiados en nuestro país para
descalificar y detener a personas por pensar y comportarse de manera
diferente a la ideología oficial". Las autoridades únicamente recibieron
el apoyo de un pequeño grupo de artistas e intelectuales que mancharon
sus trayectorias para siempre con esa postura abyecta y antipatriótica
dictada por oscuros intereses egoístas.
Internacionalmente el escándalo fue inmenso. Incluso muchas
personalidades de izquierda, que durante muchos años estuvieron
engañados sobre la verdadera naturaleza del régimen, despertaron y con
firmeza condenaron la ola represiva, los juicios amañados y las inmensas
condenas, rompiendo definitivamente con el gobierno.
Pese a las arbitrariedades en las cárceles y los sufrimientos de los
familiares, abrumadoramente los prisioneros de conciencia no pudieron
ser doblegados, no obstante las argucias e intentos de los órganos
represivos. Igual actitud mantuvieron sus mujeres, que a partir de los
arrestos se unieron para reclamar la libertad inmediata e incondicional
de ellos a través de las Damas de Blanco. Indudablemente en la
excarcelación contribuyó tanto la incesante actividad nacional como
internacional. Toda la disidencia interna y el exilio priorizaron sus
esfuerzos por lograrlo. La muerte de Orlando Zapata Tamayo luego de una
prolongada huelga de hambre resultó el aldabonazo definitivo a la
opinión pública, mantenido luego muy latente por Guillermo Fariñas con
la suya.
Esta lucha pacífica y el continuado deterioro de la situación del país,
contribuyó a que la Iglesia Católica Cubana pudiera comenzar la
intermediación con las autoridades, que culminó en un proceso de
excarcelación de los prisioneros de conciencia y presos políticos, con
la cooperación del gobierno español.
La Iglesia Católica, dentro de sus posibilidades, se ha mantenido como
es habitual junto al pueblo cubano, y de forma sabia, responsable y
discreta ha jugado un papel decisivo en esta excarcelación. Es de
esperar que continúe las conversaciones con el gobierno para coadyuvar a
la realización de los cambios económicos, políticos y sociales
urgentemente necesitados, en beneficio de todos los cubanos sin exclusiones.
Con las excarcelaciones además se elimina un obstáculo importante en el
camino hacia la reconciliación y la concordia. Asimismo, podría
facilitar el diálogo y el entendimiento con el resto del mundo, en
particular con Estados Unidos y la Unión Europea, para crear un clima de
cooperación y la incorporación adecuada de Cuba a la comunidad
internacional.
Han sido duros los sacrificios de los integrantes del grupo de los 75,
pero hoy resulta evidente que las penalidades sufridas por ellos y sus
familias no han sido en vano, sirvieron para abonar el futuro
democrático de una Cuba próspera y unida.
Economista y periodista independiente cubano.
Tag: Disidente, Represión
http://www.elnuevoherald.com/2011/03/29/912828/oscar-espinosa-chepe-fin-de-la.html
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