Wednesday, March 30, 2011 | Por Adolfo Pablo Borraza
LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) – Cuando en la década de los
años 90 la situación del transporte se tornó insoportable, el gobierno
puso en práctica algunas medidas para asegurar la transportación de
millones de cubanos. Una de ellas fue autorizar a los ómnibus estatales
a recoger pasajes en distintos puntos de las ciudades.
En aquella época circulaban por la capital camiones rastras adaptados
para el transporte de pasajeros, conocidos popularmente como "camellos",
que cargaban hasta más de 400 personas. La gente viajaba en los mismos
como sardinas en lata, lo que provocaba continuas discusiones y peleas.
Aun así, no resolvían la grave crisis de transporte.
Además, se orientó a los funcionarios que se transportaban en vehículos
oficiales, que recogieran a los viajeros que se encontraban varados en
algunas vías importantes. Para garantizar la operación, se colocaron
cientos de inspectores en las calles, que la población bautizó como "los
amarillos", por el color de sus uniformes.
Los choferes de los ómnibus estatales que transportaban a los
trabajadores de determinado centro de trabajo, cobraban un peso per
cápita, por la izquierda, cuando recogían pasajeros.
En 2006, con la adquisición de cientos de ómnibus chinos, marca Yutong,
el régimen trató de resolver una vez más la crítica situación del
transporte. Desde entonces, y para desgracia de los capitalinos,
desaparecieron los "amarillos", y junto a ellos la recogida de viajeros
varados. Los "camellos" fueron enviados a las provincias orientales, y
la capital se vistió de gala con sus nuevas guaguas.
Supuestamente se tomaron medidas para garantizar y preservar el buen
funcionamiento de los Yutong. Raúl Castro hasta autorizó enviar a los
paraderos de ómnibus a los sentenciados por delitos menores, para que
realizaran tareas de limpieza y mantenimiento de los ómnibus.
Poco nos duró el alivio. Mucho antes de cumplir los cinco años, las
Yutong comenzaron a romperse en plena vía sin explicación alguna, y los
convictos encargados del mantenimiento fueron retirados de su tarea, a
pesar del anunciado despido de un millón y medio de trabajadores.
El transporte se tambalea otra vez, y el Estado no tiene cómo
apuntalarlo, ya es común ver a los chóferes de los autos estatales,
alquilar los vehículos como si fueran de su propiedad. Lo mismo sucede
con las guaguas de las fábricas y empresas. Los conductores, una vez que
terminan su faena, se dedican a recoger pasaje en la capital por un
módico precio, y así resuelven un problema y engordan sus bolsillos.
Es como el cuento de nunca acabar: un paso adelante y dos atrás.
http://www.cubanet.org/articulos/un-paso-adelante-y-dos-atras/
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