Thursday, February 24, 2011 | Por Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) – Lo mejor que tienen los
cantautores, es que cada cual lee sus textos a su modo y conveniencia.
Pasa con todos, con Dylan, Silvio o Leonard Cohen. También con Joan
Manuel Serrat.
Recientemente leí en el periódico Juventud Rebelde, del martes 8 de
febrero, un artículo del periodista Luis Raúl Vázquez Muñoz, para el
cual tomó el título de una vieja canción de Serrat: La aristocracia del
barrio.
Vázquez Muñoz aprovecha la canción para derivar sobre el tema de los
nuevos ricos surgidos en Cuba a partir de las concesiones al mercado -y
en cierta forma al sentido común- que el más básico instinto de
supervivencia ha dictado a los mandarines verde olivo en las dos
últimas décadas.
La canción de marras es traída por los pelos por el periodista. En ella,
Serrat no se refiere a "los nuevos burgueses surgidos en España después
del franquismo", como afirma Vázquez Muñoz, sino a otras yerbas. Cuando
se grabó en 1975 el disco Para piel de manzana, al que pertenece la
canción, la dictadura franquista aun no había terminado: desde su lecho
de muerte, el Generalísimo gobernaba como podía y hasta mandaba a fusilar.
No acabo de entender bien el encarnizamiento de la prensa oficial contra
los nuevos ricos de la Cuba de ahora mismo. Es cierto que se
caracterizan por la arrogancia, la vanidad y la ostentación, pero
comparten esas características con la elite gobernante, tan falta de
clase como ellos, con un mal gusto proverbial, pero mucho más
deshonesta, abusiva y egoísta.
¿Puede alguien probar que sus lujos y prebendas son ajenos al pillaje,
la ilegalidad y a la doble –y hasta triple- moral o absoluta falta de ella?
Por acá conocemos bien y sufrimos a diario a la nueva clase que decía
Milovan Djilas, esa fauna omnipotente, por encima del bien y el mal
-según son entendidos en el reino castrista. Los "compañeros" que se
caen para arriba y siempre flotan mientras no choquen contra ciertos
intereses y conveniencias con los que no deben nunca chocar. Aun así,
cuando caen en desgracia, si sus faltas no fueron tan graves como para
merecer el truene definitivo, les reservan pijamas y dietas especiales
en el discreto refugio de sus encantadoras residencias con todo y para
el bien de ellos, que no en vano sirvieron fielmente a los Jefes
durante tantos años.
Mucho más insultantes que las gruesas cadenas de oro de los pobres
diablos que se las arreglan para acumular billetes con su tráfico de
pacotilla y sus vendutas de mala muerte, son los privilegios a costa
nuestra de los bonzos comunistas, los hijitos de papá, sus cortesanas y
bufones.
Sólo hay que dar una vuelta por Miramar y los barrios exclusivos un
poco más allá, para ver sus mansiones con jardines y criados. Para
sentir con cuanto desprecio observan desde el volante de sus raudos
carros nuestras miserables existencias, como de cucarachas.
Pero de eso no hablan ni los más osados periodistas de la prensa
oficial. Se refieren a una demasiada abstracta lucha contra la
corrupción y la burocracia, sin rostros ni apellidos, pero nadie se mete
con la meritocracia revolucionaria. Es como si no admitiera discusión
alguna su derecho, casi divino, a todo lo que tienen y mucho más.
Idealismo aparte, no comprendo el dolor tartufo de algunos periodistas
oficiales por la ostentación y el mal gusto de los llamados macetas, los
que hay y los que vendrán, porque con la actualización del modelo
económico socialista, pese a los impuestos leoninos y los inspectores
chantajistas, brotarán más nuevos ricos y puede que hasta cacen ratones.
Por mi parte, a los aristócratas del barrio, mientras no chivateen,
estoy dispuesto a perdonarles que no me saluden "porque los perjudico".
Es más, les perdono también sus trallas auríferas y el reguetón a todo
volumen. Que vivan sus vidas según el guión rosa o fosforescente de las
novelas de Univisión o, sencillamente, como les dé la gana. ¿Por qué
sufrir con lo que ellos gozan? Ojala no les cierren el negocito ni les
quiten las antenas. Los otros aristócratas, los de las zonas
congeladas, esos me molestan más.
http://www.cubanet.org/articulos/la-otra-aristocracia-no-es-del-barrio/
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