Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - En Cuba se están
produciendo cambios a nivel de conciencia social, no tanto en lo
económico; y aunque no sean todo lo radicales que queremos, significan
un paso de avance. Prueba de lo anterior es que el Comité de Defensa de
la Revolución (CDR) donde nominalmente está inscrito Fidel Castro, no
celebró el aniversario 50 de la organización, por respeto a una familia
de la cuadra que había perdido a un familiar.
No hubo caldosa ni música en el CDR del Comandante. Hace unos días
falleció Miguel Ángel Castro, quien durante muchos años figuró como
presidente de ese comité, aunque al momento de su muerte ya no ocupaba
el cargo. Miguel Ángel falleció de un infarto. Conservaron su cadáver
hasta la llegada de la hija, Celia, que reside en Canadá, junto a su
esposo e hija.
Miguel no tenía nexos familiares con el ex presidente, a pesar de llevar
el mismo apellido; pero algo que sí tenían ambos en común era que
algunos los idolatraban, y otros los odiaban a muerte.
Hace unos años la ortodoxia del oficial hubiera impuesto que la fiesta
del CDR se celebrara bajo cualquier circunstancia; la muerte de un
vecino jamás hubiera podido opacar la celebración de tan significativa
fecha del imaginario revolucionario. Más aun en ese Comité, en cuya
jurisdicción se encuentran el puesto de mando del ex presidente, sus
archivos históricos y una parte de su escolta.
Según el historiador exiliado Juan Benemelis, los Comités de Defensa de
la Revolución, fueron creados en 1960 a instancias de los servicios de
inteligencia soviéticos, concebidos como organizaciones paramilitares
destinadas a la vigilancia, control, represión de la población, y al
aglutinamiento de las masas en torno a los intereses de la naciente
dictadura. Después de medio siglo de vigilancia y chivatería, es
apreciable el desgaste de los moribundos CDR.
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