30-10-2010.
Aimée Cabrera
Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- El cónclave del sector del transporte
celebrado en fecha reciente dejó demostrado que el ministerio del ramo
jamás va a poder resolver lo esencial, en cuanto a la transportación
que necesita el pueblo a diario.
Entre las tantas faltas, y las promesas que nunca son echas realidad
aparecen entonces, las medidas absurdas como sucede con el superexpreso
que ayuda como refuerzo, al rutero de Alamar P-11 en el horario
comprendido entre 2 y 30 a 5 y 30 de la tarde.
Estos superexpresos provienen del paradero del Cotorro y hacen el viaje
desde la parada de Calle G y 27, en el Vedado hasta MICROX en Alamar.
Lo inconcebible de esta ayuda es que una vez que dejan a los pasajeros
casi al final del recorrido en Alamar, enfilan a coger Vía Blanca pero
vacíos, y así hacen el recorrido hasta llegar de nuevo al Vedado.
En este horario de gran demanda en que muchas personas esperan el P11 en
su primera parada, ven pasar a los superexpresos, cuyos choferes no
están autorizados para recoger pasajeros, como sucedió en la tarde del
jueves 14 de octubre, en que la lluvia torrencial que trajo el ciclón
Paula, paralizó el transporte en esta céntrica zona del municipio Habana
del Este.
Esa tarde no había ningún transporte para viajar al centro de la
capital. En su horario habitual, la gente vio, como de costumbre a los
ruteros de color rojo que impasibles, se negaron a recoger pasaje, a
pesar de la intensa lluvia. Nadie entiende, como es posible que se
autorice una situación como la descrita.
Nadie entiende cómo fue ese día no se hubieran suspendido las
actividades laborales y escolares. La indolencia y la falta de
responsabilidad de quienes no tomaron las medidas preventivas
pertinentes propiciaron que cientos de trabajadores y estudiantes,
incluyendo niños, estuvieran posible que en las calles inundadas una vez
que comenzó a llover y apenas pasaban autobuses.
En Cuba, es bueno recordar, que para sus ciudadanos es casi imposible
conseguir un medio de transportación y comprarlo para aliviarse de la
tragedia que constituye llegar a una parada de ómnibus, donde son
recibidos por otros tantos que no saben cuánto demorarán, o si llegaran
a tiempo.
Pensar en comprar un automóvil es quimérico, lo mismo sucede con las
motos; y hasta con las bicicletas. Lo más difícil, en caso de ser
afortunado, suele ser el mantenimiento y las piezas de repuesto, sin
contar lo que cuesta cada arreglo, y la posibilidad de perder el
vehículo, pues hay quienes viven del robo de los mismos.
Los carros de alquiler particulares conocidos como "almendrones" no son
suficientes y, para la mayoría de la población resultan caros pues
cobran entre $10.00 o $20.00. Estos precios, aunque sean en la moneda
nacional, son altos para cualquier trabajador que gane entre 300 o 400
pesos al mes (unos veinte dólares).
La variante de los taxibuses al precio de un peso, apenas ayuda al
transporte urbano en los horarios de más congestión. Existen varios de
ellos, que pudieran resolver la transportación, pero no pasan con
frecuencia.
Es común observar como no todas las personas los toman "porque la
vida está muy cara, hasta los cuarenta quilos (centavos) ya son
demasiado"- dice una oficinista que, en una parada de la Calle 23 en el
Vedado, no ve cómo llegar a su centro de trabajo en el municipio Playa
Como atrapados en un callejón sin salida parece estar quienes
desesperados esperan en las paradas de ómnibus urbanos de cualquier
punto capitalino. Los más jóvenes se paran por las esquinas para salir
corriendo hacia donde pare el vehículo, si es que para, y estas carreras
a veces son peligrosas, pues se hacen en medio de calles congestionadas
por el tráfico.
Nadie en el sector del transporte, ni su ministro, ni sus dirigentes
administrativos o sindicales tienen respuestas alentadoras en las que
se puedan constatar que habrá una mejora considerable en cuanto al
transporte urbano, porque hablar del ferrocarril ,de los ómnibus
interprovinciales, el ferry de Isla de la Juventud, o el avión, ni hablar!
Como todo en la Cuba de hoy, no existe una respuesta objetiva. Cuando
más, se le echa la culpa al bloqueo económico y al gobierno de los EE
UU, con frases manidas que han sido repetidas para encubrir el mal
trabajo y la falta de conciencia, ajenas a garantizar el bienestar de
la población.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=30401
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