Mientras Cuba va abriendo espacio al sector privado, todavía
tímidamente, en Venezuela se va recortando su área de actuación,
repitiendo errores e ignorando que lo fundamental de la inviabilidad del
modelo cubano no se debe al injustificado bloqueo norteamericano, sino a
la ausencia de economía mixta, donde Estado e iniciativa privada
(empresarial y comunitaria) se complementan trasformando el círculo
vicioso en virtuoso
Por: Alberto Lovera
La situación económica cubana es tan delicada que ha obligado a su
gobierno a emprender un plan de ajustes severo, como lo hizo cuando el
derrumbe de la URSS y sus satélites en 1989, que puso al descubierto la
inviabilidad de su modelo económico. Pasado lo más duro de la crisis
muchas de las medidas tomadas en el llamado Período Especial fueron
revertidas total o parcialmente. Ahora se pone de bulto que sin un
cambio profundo la economía y la sociedad cubanas seguirán en un estado
de precariedad que puede agravarse. No les ha bastado la ayuda del
gobierno de Chávez porque las carencias son estructurales. Una economía
totalmente estatizada en 1968, se ha visto obligada a legalizar la
actividad privada, tímidamente al inicio, después de manera más amplia.
Ciertamente en este segundo período especial se ha ampliado el número de
actividades donde se permite la actividad privada, esto no es nuevo, en
1993 eran 55, pasaron años después a 117 y 157, ahora a 178, sin que se
descarte que pueden ser más en el futuro. La lista de actividades
merecería un análisis particular para mostrar lo absurdo de la
estatización de toda una economía y la insensatez a la que se puede
llegar, no tenemos espacio para ello. Lo nuevo es que en la mitad de
estas actividades se permite la contratación de fuerza de trabajo, lo
que abre la puerta a la legalización de un sector privado de pequeñas y
medianas empresas, que ya existía en la práctica en el mercado informal
o negro, al igual que en los países de la órbita soviética, donde los
ciudadanos tomaron en sus manos la iniciativa de atender la oferta
deficitaria de bienes y servicios frente al fracaso de la economía de
planificación centralizada.
Esto se ha visto catalizado por la importante reducción del personal del
Estado, 500.000 en 2011 para llegar a un millón en el 2015. Ello sumado
a la eliminación o reducción de subsidios y de servicios gratuitos, y un
paquete de impuestos que trata de abatir el déficit fiscal: entre 25% y
50% a los ingresos personales, excepto los más bajos; impuesto a las
ventas del 10% y 25% de contribución a la seguridad social. Todo ello en
medio de la búsqueda de elevar la producción y la productividad y
alcanzar equilibrios macroeconómicos. Se trata de un programa de ajuste
severo, cuyos resultados están por verse ante un conjunto de problemas
irresueltos en la economía cubana que no podemos detallar aquí.
Mientras Cuba va abriendo espacio al sector privado, todavía
tímidamente, en Venezuela se va recortando su área de actuación,
repitiendo errores e ignorando que lo fundamental de la inviabilidad del
modelo cubano no se debe al injustificado bloqueo norteamericano, sino a
la ausencia de economía mixta, donde Estado e iniciativa privada
(empresarial y comunitaria) se complementan trasformando el círculo
vicioso en virtuoso.
Que el Estado se encargue de todas las actividades económicas es lo que
llevó al naufragio de estos ensayos que tanto han costado a los pueblos
de esos países y que obligan a otra óptica que nos evite estos períodos
especiales, denominación para encubrir programas de ajustes severos.
http://www.talcualdigital.com/Avances/Viewer.aspx?id=43010&secid=44
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