30-10-2010.
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Marcelino Camacho, dirigente del sindicato
comunista CCOO, ha muerto en Madrid a los 92 años. Mucho ha cambiado el
sindicalismo español en los últimos años. Detrás de esa transformación,
creo que el legado de Camacho es importante. Su aportación al proceso de
construcción democrática en España merece esta breve reseña que, desde
luego, elaboro con la única finalidad de que pueda servir de referencia
para la gran operación que hay que realizar en Cuba, quienes creemos en
la libertad, los derechos humanos, el pluralismo y la democracia.
Camacho sufrió persecución y prisión en tiempos de la dictadura
franquista por la defensa de sus ideales. Casi 15 años en la cárcel de
Carabanchel le sirvieron para ordenar sus ideas y apostar por ese
espíritu de conciliación que ha llevado a España a ser una de las
democracias más fuertes y consolidadas del mundo. La aportación de este
dirigente sindical, honrado y honesto a lo largo de su vida- viviendo
hasta el final en su misma residencia de un barrio obrero de Madrid, y
sin alarde alguno de su poder- a la transición democrática, al espíritu
constitucional de 1978, es fundamental para comprender cómo
evolucionaron las cosas en la España pos franquista.
Una situación muy distinta a la actual, en la que, tras la muerte del
dictador, el mundo entero observaba con atención y preocupación el juego
libre de las distintas fuerzas políticas y sociales en conflicto. El
sindicalismo liderado por Marcelino Camacho había sido reprimido con
notable dureza por el franquismo. Los dirigentes sindicales en la
clandestinidad tenían que refugiarse en las iglesias de los barrios
periféricos de las grandes capitales, donde los "curas obreros" les
ofrecían protección de suelo santo, ante una policía mucho más represiva
y violenta que les perseguía y bajo la orden de las autoridades trataba
de cercar sus actividades.
Mucho ha cambiado España desde entonces, y en eso, los españoles se
sienten orgullosos de lo realizado. La herencia de Camacho- poniendo al
sindicalismo al frente del proceso de transición a la democracia, y
apostando con sensatez por políticas económicas de ajuste muy duras para
las clases trabajadoras, como fueron los Pactos de la Moncloa del verano
otoño de 1977, cuando la economía española registraba cifras que la
alejaban del entorno europeo y la acercaban a las hiperinflaciones
latinoamericanas- se puede calificar de impagable.
Supo negociar y entenderse con los dirigentes políticos de la época,
fundamentalmente de UCD procedentes de sectores políticos que habían
evolucionado desde el franquismo y durante el franquismo, hacia la
democracia. A Felipe González después de 1982 le organizó alguna huelga
general, pero también tuvo su espacio para la defensa de sus ideales.
Tambiénm estuvo en el origen de los procesos de negociación colectiva
con las organizaciones empresariales que también nacían en pleno proceso
de transición democrática, sentando las bases del modelo actual. Lo
dicho, el papel de Camacho se engrandece, y agradece, cuando se analiza
en esta perspectiva histórica.
Los cubanos que aspiran a la democracia deben tomar esta lección como
una referencia fundamental. Habiendo tenido la extraordinaria
oportunidad de conocer personalmente a los ex presos políticos
condenados por el régimen castrista tras la Primavera de 2003,
desterrados en España, algunos de ellos que ya viven en Valencia, y
escuchando sus palabras, creo que están muy cerca del perfil de
Marcelino Camacho.
Han sufrido directamente en sus carnes la represión y cárcel del régimen
castrista, pero no he observado en sus pensamientos y palabras un
sentimiento de odio o revancha hacia sus carceleros del régimen, sino
que aspiran a que Cuba cambie de forma pacífica y ordenada, para
conseguir cuanto antes la democracia y la libertad.
Este es el mensaje que quiero trasladar para la construcción de una
gran nación que inspire a otros procesos de transición: la negociación
política, el acuerdo, el diálogo como elementos fundamentales para el
avance de toda la sociedad. Esa fue la lección de Marcelino Camacho, y
ojalá ese fuera el modelo de la futura democracia en Cuba.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=30403
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