Cuba: apuntes sobre la hipertensión arterial
En Cuba esta patología constituye el mayor por ciento de la mortalidad y
de la discapacidad del país, así como la mayoría de los gastos en Salud
Darsi Ferrer/ Especial para martinoticias.com
marzo 27, 2013
Un problema para la salud pública por su alta incidencia en la población
lo constituye la hipertensión arterial. Se estima que 1/6 de la
población mundial sufre la enfermedad y en algunas poblaciones
susceptibles la prevalencia es tan alta que 1 de 4 adultos mayores de 18
años es hipertenso. En Cuba esta patología constituye el mayor por
ciento de la mortalidad y de la discapacidad del país, así como la
mayoría de los gastos en Salud son provocados precisamente a
consecuencia de ese padecimiento.
Esta es una enfermedad crónica, caracterizada por un continuo aumento de
la presión sanguínea en las arterias. Generalmente no da síntomas en las
etapas iniciales, pero si no se trata de modo adecuado puede evolucionar
y convertirse en la causa de graves complicaciones y secuelas, incluso
de muerte.
Aunque no se conoce su etiología en más del 90 por ciento de los casos,
ha podido establecerse que hay un componente hereditario que influye en
la tendencia o predisposición de la transmisión de padres a hijos. El
género también influye constatándose que tiene mayor incidencia en los
hombres hasta que las mujeres llegan a la menopausia, cuando se muestra
que el comportamiento se iguala en ambos sexos. La edad es otro factor
que influye, y los más afectados son los adultos mayores. En cuanto a la
raza, los afrodescendientes tienen el doble de posibilidades de
desarrollar hipertensión comparados con las personas de raza blanca,
además de tener un peor pronóstico.
En la aparición de la enfermedad también influye la prevalencia de otros
factores que pueden ser modificables, como es el sobrepeso u obesidad,
el estres sostenido, y los hábitos de alcoholismo, tabaquismo y el café,
entre otros.
El modo de detectar la hipertensión en su fase inicial es asistiendo a
consulta para realizarse revisiones periódicas, al menos anualmente para
los adultos mayores de 18 años. Se puede llegar a establecer el
diagnóstico tomando en cuenta los antecedentes familiares y personales,
a través de la exploración física y mediante otras pruebas
complementarias. El rango que se considera normal para las cifras de
presión arterial es por debajo de 139 milímetro de Hg para la presión
sistólica (máxima), y por debajo de 89 milímetros de Hg la diastólica
(mínima).
Entre los riesgos que enfrenta un hipertenso no tratado tiene, como
media, 10 veces más probabilidades de morir de infarto que un individuo
con tensión normal. Además, la hipertensión puede producir trombos o
rupturas arteriales, pudiendo dar lugar a hemorragias, daño en las
células nerviosas, pérdida de memoria o parálisis. El riñón también
sufre las consecuencias de la enfermedad y entre los pacientes
hipertensos se produce insuficiencia renal con más frecuencia que entre
los normotensos. En los ojos produce daños vasculares que pueden llevar
incluso a la pérdida de la vision.
Ante todos esos peligros se debe hacer lo posible por eliminar los
factores de riesgos que sean modificables, y asumir hábitos y estilos de
vida saludable. La práctica de ejercicio físico es muy beneficiosa, pues
no sólo reduce la presión arterial, sino que también tiene un efecto
positivo sobre otros factores de riesgo cardiovascular como la obesidad,
la diabetes o el colesterol alto. Preferentemente se aconseja pasear,
correr moderadamente, nadar o ir en bicicleta, de 30 a 45 minutos, un
mínimo de 3 veces por semana.
La dieta juega un papel vital, se debe reducir la ingestión de sal a 4-6
gramos al día, lo que viene siendo una cucharadita chiquita, y lo
indicado es disminuir el consumo de productos preparados y en conserva,
sustituyéndolos por los naturales ricos en potasio, como legumbres,
frutas y verduras. También resulta importante abandonar el consumo de
alcohol, el hábito de fumar y dejar o reducir la ingestion de café a no
más de 2 a 3 tacitas al día.
Los aquejados de hipertensión disponen de una amplia variedad de
fármacos que le permiten controlar la enfermedad. El tratamiento debe
ser siempre individualizado. Para la elección del fármaco, hay que
considerar factores como la edad y el sexo del paciente, el grado de
hipertensión, la presencia de otros trastornos (como diabetes o valores
elevados de colesterol), los efectos secundarios y el coste de las
medicinas y las pruebas necesarias para controlar su seguridad.
Habitualmente los pacientes toleran bien los medicamentos, pero
cualquier antihipertensivo puede provocar efectos secundarios, de modo
que si éstos aparecen, se debería informar de ello al médico para que
ajuste la dosis o cambie el tratamiento.
Un buen control de la enfermedad depende en gran medida de la
responsabilidad del enfermo. No hay mejor tarea individual que apostar
por permanecer lo más saludable que se pueda.
http://www.martinoticias.com/content/article/20901.html
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