A quién importa lo que Fidelito diga
Los rusos –parece- tienen en alta estima a la familia Castro y ésta se
siente cómoda dando entrevistas a ese medio ruso, mientras a penas se
dejan ver en los medios de su propio país.
Joan Antoni Guerrero Vall
marzo 28, 2013
Fidelito Castro Díaz-Balart, el hijo mayor de Fidel Castro, ha hablado
esta semana para Rusia Today, un medio del gobierno ruso que hace ya
unos meses entrevistó también a su primo, Alejandro Castro. Antes de
esta entrevista con el hijo del actual mandatario cubano, Raúl Castro,
otra Castro fue entrevistada en el mismo canal, la hermana de Alejandro
Mariela Castro. En definitiva, los rusos –parece- tienen en alta estima
a la familia Castro y ésta se siente cómoda dando entrevistas a ese
medio ruso, mientras a penas se dejan ver en los medios de su propio
país. Los periodistas que menos pueden cuestionar a los Castro son,
paradójicamente, los cubanos y los medios que menos pueden hablar de
ellos son también los propios. Otra cosa bien curiosa es que los
periodistas cubanos que trabajan en esos medios parecen estar conformes
con esa situación y aplauden fervorosamente las cosas de la familia
reinante. Se lo aguantan todo.
Cabría preguntarse por qué existe en Rusia ese interés en entrevistar
solamente a miembros de una misma familia cuando demuestran, una y otra
vez, que poco tienen por decir (la entrevista a Fidelito es, por
ejemplo, un monumento al aburrimiento), que no han nacido con dotes para
la comunicación verbal, y demuestran, una y otra vez también, que la
familia Castro lo tiene bastante difícil para continuar en el trono
tirando del carisma de alguno de los continuadores de la saga. Por eso
se ven con la imperiosa necesidad de conseguir un hombre o mujer de paja
que ponga la cara por ellos.
Resulta bastante desolador pensar que de ese país, Cuba, a los únicos
que se puede entrevistar (al menos hasta la salida de los opositores,
disidentes o activistas) es a los miembros de la familia única
gobernante y, en todo caso, a los artistas que salen de gira y
participan en festivales internacionales. La voz de Cuba en los medios
internacionales está mediatizada por esas pocas voces interesadas y
privilegiadas a las que se les permite hablar. Por un lado, la de los
máximos beneficiarios del régimen, es decir, aquellos que directamente
disfrutan de todos los placeres porque detentan el poder o bien porque
están relacionados por vía sanguínea con aquellos que lo detentan, y
luego sus cortesanos, los que viven alrededor de familia real, la cual
les ofrece, de vez en cuando, algún que otro privilegio.
Ahora también podemos escuchar los argumentos de los opositores, algunos
pocos –también hasta cierto punto privilegiados-, pero seguimos sin oír
la voz del pueblo cubano, la de la gente corriente. Esas voces no se
escuchan, ni se pueden escuchar, tampoco las podemos alcanzar. Los
periodistas no podemos viajar libremente a ese país y salir al encuentro
del cubano de a pie. Los corresponsales no pueden hacer su trabajo y los
que van a hacer un trabajo periodístico puntual lo hacen como turistas
corriendo un riesgo o sometiéndose al control y normas del régimen. Cuba
sigue, pues, cerrada a cal y canto.
Es realmente digna de admirar la asombrosa capacidad que ha tenido el
castrismo de cerrar picos, una capacidad que mantiene ahora, a la vez
que proyecta una imagen de cambio. En Cuba o en torno a Cuba pasan
cosas, pero quizás no deberíamos considerar que eso sea un cambio.
Millones de cubanos siguen sin poder expresarse, la oposición sigue
siendo reducida a la fuerza en las calles, nadie se puede parar y gritar
consignas de descontento frente a un edificio gubernamental, no hay
prensa alternativa legal, no puede circular prensa extranjera, no se
puede acceder a canales televisivos del exterior, nadie tiene acceso a
Internet por sus medios y con absoluta libertad. Al mismo tiempo, ni los
periodistas dentro de la isla ni los de afuera podrían trabajar con
libertad.
Hagan una lista de los cambios que ha habido en Cuba en los últimos dos
años y en paralelo una lista de lo que sigue igual. Yo no tengo dudas.
Estoy convencido de que sería mucho más largo y pesaría más el listado
de aquello que permanece inamovible. Por mucho que Fidelito les cuente a
los rusos que en Cuba hay cambios, es más que probable que otra versión
obtendríamos de los cubanos a los que nadie pregunta y a los que ni se
puede preguntar. Esos son los que interesan verdaderamente y a esos sí
que es importante poder escuchar. La cuestión es cuándo y cómo.
http://www.martinoticias.com/content/article/20929.html
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