El declive de los Pastores por la Paz
MARIO FÉLIX LLEONART, La Habana | Julio 30, 2015
Este miércoles, los integrantes de la XXVI Caravana de Pastores por la
Paz concluyeron su viaje anual a la Isla. A diferencia de sus anteriores
ediciones, ésta transcurrió sin pena ni gloria. En los medios oficiales,
salvo un breve reportaje televisivo a su llegada y un tardío artículo en
Granma, poco se supo de un acontecimiento que años atrás acaparaba
titulares.
Los Pastores por la Paz parecen irse apagando desde que muriera en 2010
el alma y líder del movimiento, el reverendo Lucius Walker. Solo el
empuje de su hija Gail ha conseguido mantenerlo en activo, y más por
deber moral e inercia que por verdadero entusiasmo. La recién concluida
edición de la caravana es muestra fehaciente de esa decadencia.
Años atrás, su peregrinar llegaba a unas ciento veinte ciudades de
Canadá y Estados Unidos en las que desarrollaban eventos y recolectaba
ayuda humanitaria para Cuba y otros países. En cambio, este año
incluyeron en su ruta apenas una treintena de urbes. El número de los
participantes también ha mermado y ni siquiera llegó a cincuenta, más de
la mitad jóvenes que tal vez percibieron el viaje como una ocasión para
hacer algo diferente en sus vacaciones.
Aquellas decenas de autobuses de antaño se redujeron esta vez a cuatro
unidades. Es posible que la recolección de ayuda se haya visto afectada
por la difusión, por activistas, de imágenes y reportes sobre la
utilización de una parte de esos vehículos para trasladar a las fuerzas
de choque que reprimen en actos de repudio a disidentes pacíficos.
En lugar de contribuir a aliviar el transporte público, las conocidas
guaguas amarillas que los pastores traen con la ayuda humanitaria
terminan en empresas del Estado para transportar a sus empleados, como
es el caso de la Constructora Militar en Villa Clara.
Con las donaciones de comida, medicina y ropa ocurre otro tanto.
Numerosas han sido las denuncias en los últimos años sobre la
comercialización por parte de empresas estatales de productos cuyo fin
debió ser la distribución gratuita y humanitaria. Sin lugar a dudas,
esas quejas también le han pasado factura a los Pastores por la Paz.
El único saldo positivo de la caravana de este año ha sido la entrada al
país de más de cincuenta sillas de ruedas para personas discapacitadas.
La bienvenida que recibió la Caravana por la Paz en el aeropuerto
internacional José Martí fue presidida por Caridad Diego, Jefa de la
Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba, que por otro lado entorpece las libertades
religiosas en la Isla. Tal concomitancia afecta, sin dudas, a un
movimiento que se autodefine como totalmente cívico, religioso y social.
Además, esta cercanía entre los pastores y el PCC contradice los
principios de la Fundación Interreligiosa para la Organización
Comunitaria (IFCO), que apoya las caravanas. Desde su fundación en 1967,
esta organización norteamericana se enfoca en ayudar a entidades
comunitarias con asistencia técnica, entrenamiento y fondos. IFCO cuenta
con una red global de facilitadores comunitarios y religiosos que
participan en las luchas por la justicia y la autodeterminación de los
pueblos oprimidos, lo cual choca inevitablemente con los poderes
totalitarios.
Algunos líderes religiosos locales enviaron mensajes a los visitantes
para proponerles un encuentro, lo que puede haber llevado a la
funcionaria del Comité Central a esperarlos nada más bajar del avión.
Con el objetivo quizás de alejarlos de nuestra realidad, las autoridades
cubanas les organizaron un programa lleno de jornadas de trabajo
agrícola en la provincia de Artemisa y luego los trasladaron a Sancti
Spíritus para incorporarlos a las celebraciones políticas del 26 de julio.
Se perdió así una magnífica oportunidad para explicarles desde nuestra
posición el bloqueo interno que padece el país, aquel que ejercen las
autoridades cubanas contra su propio pueblo.
Ahora que ese bloqueo interno se torna más visible con el proceso de
normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, los
Pastores por la Paz tienen ante sí un gran reto. O su labor pierde
sentido y desaparece, o actúan de forma consecuente con sus presupuestos
para convertirse en un ejemplo para la sociedad civil cubana. Al
parecer, conscientes del período definitorio por el que transitan, este
año la caravana escogió la sugerente frase "éste es el momento".
Source: El declive de los Pastores por la Paz -
http://www.14ymedio.com/opinion/declive-Pastores-Paz_0_1825017487.html
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