CDR - La cuota de espías no está racionada
Lunes, Julio 29, 2013 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org - Los cubanos sabemos que el
gobierno de Fidel Castro, desde sus inicios, violó el derecho a la
privacidad de los ciudadanos. El 28 de septiembre de 1960 fundó los
Comités de Defensa de la Revolución -CDR-, una organización con raíces
fascistas, cuyo programa es ¨Espiaos los unos a los otros¨.
Me consta -porque trabajé de joven en esa organización, durante cuatro
años- que al propio Raúl Castro no le gustaba la idea de los CDR.
Esta organización no sólo sirvió para dividir al pueblo, sino además
para violar de forma sistemática la vida privada de todos, para que
dejara de ser un derecho de cada cual desarrollar la propia intimidad.
Tal vez el señor Edward Snowden, fugitivo ex agente de la CIA, según
dicen aquí por tratar de alertar a los americanos sobre el espionaje
electrónico del gobierno, no sepa mucho sobre la historia de nuestra
dictadura, ni le interese saber. Pero lo que sí resulta definitivamente
incomprensible es que sean el gobierno cubano y sus incondicionales
amigos del ALBA, los más ardientes defensores de este hombre, que
supuestamente lucha por defender el derecho de las personas a su privacidad.
La historia de los CDR ha dejado un sabor amargo en la sociedad cubana.
Proliferó el chisme, la maledicencia, la envidia, la mentira y el odio.
Los teléfonos de los que ingresamos en la oposición pacífica, por los
años 80 del siglo pasado, y los de cientos de miles de ciudadanos no
simpatizantes con el castrismo, se mantenían intervenidos a través de un
centro de escucha del Ministerio del Interior, un programa ampliamente
criticado por los defensores de los derechos civiles, en franca
violación de la Constitución.
Recuerdo que en 1987, mi pequeña hija descolgó el teléfono de casa y
escuchó que un hombre le dijo que me iba a aplastar con su auto, porque
yo era una cucaracha contrarrevolucionaria –así llamó públicamente Fidel
Castro a los que se oponían a él-. Mi hija, llorando, apenas podía
repetir las palabras de aquel que cumplía una orden de la Seguridad del
Estado.
Luego, no hubo más amenazas. Me suspendieron el servicio telefónico que
yo poseía desde mucho antes de la Revolución, así como a todos los que
pertenecían al Movimiento de los Derechos Humanos en La Habana. Y para
que nos sintiéramos bien vigilados, una cámara de vídeo funcionaba las
24 horas del día frente a nuestras casas.
Esta organización de tips o soplones tiene incluso su museo, idea de
Fidel Castro, para todo aquel que le quiera conocer las entrañas. Está
situado en la populosa calle Obispo, número 310, en La Habana. Allí se
exhiben documentos históricos, donde se reflejan las tareas de espionaje
de algunos CDR, con múltiples denuncias a los vecinos, gente humilde del
pueblo, llamados enemigos internos de la Revolución.
Este antiguo y valioso edificio del bulevar capitalino representa hoy
una de las historias más lamentables y fracasadas del castrismo, en la
que una buena parte del pueblo fungió como protagonista voluntario, para
vigilarse unos a otros, con el fin de mantener apuntalado a un régimen
en bancarrota.
El significado de esta organización en los tiempos de cambios
estructurales, surgidos durante el raulismo, está por verse. Ya los
vecinos no son ¨los ojos y oídos¨ de la revolución, el elemento
fundamental para detectar inconformes. Hoy casi todos son inconformes.
Por eso cabe preguntarse quién espía a quién, si todos ven que el
socialismo fidelista se está disolviendo, como un puñado de sal en una
taza de inodoro.
Source: "CDR: La cuota de espías no está racionada | Cubanet" -
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