¿Un mensaje oculto de Benedicto XVI?
Daniel Alvarez
Especial para El Nuevo Herald
¿Coincidencia o providencia? Esa es la pregunta que nos hacemos al
reparar en que la misa ofrecida por Benedicto XVI en Santiago de Cuba el
martes 28 de marzo, derivada el libro del profeta Daniel (capítulo
3:14-20), se refiere, nada más y nada menos, que a unos jóvenes
disidentes. El texto de Daniel relata las historia de tres jóvenes
judíos que desafían la autoridad del rey babilónico, Nabuconodosor. Este
había conquistado el reino de Judá en el ano 586 antes de Cristo, y
había trasladado una gran parte de la población conquistada a Babilonia.
Era costumbre entonces (y ahora) quebrantar la voluntad de una población
conquistada separándola de su identidad cultural, religiosa, y étnica, y
en particular, sometiéndola a creencias totalmente abominables y
destructoras de sus valores y principios. Entre esos valores, por
supuesto, estaba la libertad, y junto con la desaparición de la
libertad, la imposición de un credo y culto a dioses extraños que
representarían una terrible humillación y traición a las creencias más
sagradas de los conquistados. Este era el método mas eficaz para
destruir la voluntad de independencia y rebelión contra la autoridad del
conquistador. A Shadrach, Mesach, y Abdenego, los protagonistas del
texto citado en la misa en Santiago de Cuba, el rey le ordena postrarse
ante un dios de Babilonia. Los jóvenes rehúsan terminantemente,
explicando que prefieren la muerte a comprometer su fe, y Nabucodonosor
los condena a la prisión y la tortura mediante un "horno de fuego."
Nabucodonosor los amenaza con que serán arrojados a un horno de fuego,
donde sufrirán las agonías más horribles. Pero a los jóvenes no les
importa; permanecen desafiantes y no se dejan intimidar y responden al
rey de una manera más que temeraria:
"Si nuestro Dios, a quien servimos, quiere librarnos, nos librará del
horno y de tus manos. Si no lo hace, tienes que saber que de todas
maneras no serviremos a tus dioses ni adoraremos tu estatua". (Biblia
Católica, versión Interamericana).
Al oír esto Nabuconodosor, enloquecido por la ira, ordena que el horno
se caliente siete veces más de lo normal. El odio contra sus disidentes
lo consume. Leamos:
"Entonces el rey cambió de actitud con respecto a ellos y se enfureció.
Ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo corriente. Mandó
hombres fuertes de su ejército a que los ataran y arrojaran al horno
ardiente. Y así fueron arrojados con sus ropas, mantos, pantalones y
sombreros. Como la orden del rey era terminante y el horno estaba
excesivamente encendido, la llamarada mató a los hombres que habían
llevado a Sidrac, Misac y Abdénago". (Biblia Católica, versión
Interamericana)
Los jóvenes fueron arrojados al horno de fuego, pero Dios los protegió y
salieron ilesos de la tortura, dejando atónitos a todos, y aún más al
que se creía todopoderoso, el soberano Nabuconodosor. Es aún más
interesante observar cómo los jóvenes no comprometen sus valores y
creencias, incluso si Dios no los rescata de la prisión y la tortura.
Muchos en la misma posición entrarían al horno solamente si saben que
van a ser rescatados de la tortura y la muerte, pero no esos jóvenes. De
la misma manera, tampoco el joven cubano, Andrés Carrión Álvarez, que
burló los controles de seguridad y gritó "Abajo el Comunismo!" en la
misa de Santiago de Cuba, no sabe si Benedicto XVI oirá su voz y mucho
menos si alguien lo protegerá cuando fue sacado a empujones y golpes de
dicha misa.
En conclusión, nos gustaría pensar que el Papa escogió ese texto muy a
propósito, a fin de enviar un mensaje al régimen castrista. No fue así.
El texto de Daniel era parte de la lectura del Día, y en todas las
Iglesias católicas ese fue uno de los textos que se leyó, como dicta el
Misal Católico. Pero eso no disminuye en lo absoluto, sea coincidencia o
providencia, la fuerza del texto leído. La relevancia de este texto a la
realidad cubana es palpable, hecho aun mas vigente y agudo por el trato
de los disidentes un día después en la Habana.
Regresando a nuestro texto, al ver a los tres (o cuatro, como dice el
texto) salir no sólo vivos sino también intactos de la tortura,
Nabucodonosor, muy asombrado, se levantó de repente y preguntó a sus
consejeros: "¿No echamos al fuego a estos tres hombres atados?". Ellos
respondieron: "Indudablemente" . Y dijo el rey: "Pero yo estoy viendo a
cuatro hombres que se pasean libremente en medio del fuego, sin sufrir
ningún daño, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses".
Muchos exégetas cristianos interpretan que el cuarto hombre que el rey
vio era Jesucristo, el hijo de Dios. No podemos determinar a ciencia
cierta si era Jesús o tal vez un ángel, a quienes se refiere en la
Biblia como "hijos de Dios" también. Lo importante es que el imperioso
Nabuconodosor termina bendiciendo al Dios de aquellos que "confiando en
él, desobedecieron la orden del rey y entregaron su cuerpo al fuego
antes de servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios". Amén, ¡así sea!
Referencias Bíblicas:
http://www.bibliacatolica.com.br/16/34/3.php#ixzz1qczo9AaV
*El doctor Daniel Álvarez, es profesor de Filosofía y Religión de la
Florida International University (FIU).
http://www.elnuevoherald.com/2012/03/30/v-fullstory/1167341/un-mensaje-oculto-de-benedicto.html
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