Jaime Ortega, Raúl Castro y el desenmascaramiento de la Iglesia
Jueves 26 de Abril de 2012 17:09
Armando Añel
Dos gobiernos con muchos puntos en común
Si ha habido una institución civil, no gubernamental, que ha contribuido
a perpetuar el totalitarismo en Cuba, esa es la Iglesia Católica. Las
nuevas declaraciones del cardenal Jaime Ortega y Alamino en Harvard, más
las movidas cantadas de publicaciones como Espacio Laical, Palabra
Nueva, etcétera, no hacen más que confirmarlo.
Ha sido la presión de la sociedad civil cubana, básicamente de la
disidencia interna –más la ya legendaria ineficacia económica del
sistema mismo--, la que ha forzado al raulismo a buscar una salida. Y
esa salida la ha encontrado en la Iglesia.
Vuelvo sobre un análisis que publiqué en la Revista Hispano Cubana hace
dos años, luego de que Raúl Castro acudiera a Ortega para utilizarlo
como mascarón de proa a propósito de las excarcelaciones del Grupo de
los 75:
La apuesta raulista pasa por perfeccionar un capitalismo de Estado
ligeramente similar al chino, pero más dependiente del área de los
servicios y la cultura, orientado a parasitar al sector privado a base
de impuestos abusivos y, sobre todo, a beneficiarse del levantamiento
del embargo, su baza por antonomasia. Y todo parece indicar que en este
caldo de cultivo la Iglesia Católica cubana constituirá un ingrediente
imprescindible.
Para cuando nos diéramos cuenta, y con un poco de mala suerte –producto
que producen millonariamente los cubanos--, Mariela Castro acudiría a
misa tras el velo y la seda negros de algún conjunto de Armani, y el
cardenal Jaime Ortega sonreiría por enésima vez frente a las cámaras,
anunciando el matrimonio --más bien el potaje— entre la nueva clase
política y el empresariado católico. Entonces comenzaría el lento
tránsito del neocastrismo eclesial a la democracia representativa, con
los herederos de los Castro y sus lugartenientes consolidando por el
camino su poder económico y/o influencia institucional.
Entonces, cuando la rueda de las nuevas mafias organizadas le hubiera
pasado muchas veces por encima al exhausto cuerpo nacional,
desembocaríamos en un Estado de Derecho en Cuba. ¿Tal vez para el año 2060?
Detrás de todo esto subyace la idea, que prácticamente nadie se atreve a
exponer con claridad meridiana –no es políticamente correcto--, de que
los cubanos son incapaces de manejar una democracia. De cualquier
manera, si no queremos tener otro medio siglo de castrismo o
neocastrismo o como se le llame, es hora de desenmascarar a la Iglesia
Católica.
http://www.neoclubpress.com/opinion/articulos/3360-jaime-ortega-raul-castro-y-el-desenmascaramiento-de-la-iglesia.html
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