Miércoles, Diciembre 15, 2010 | Por Pablo Méndez
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Decenas de miles de
personas acudieron a las dependencias municipales del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social para solicitar licencias de cuentapropistas.
Sin embargo, la decisión de abandonar el trabajo clandestino para
integrarse a la legalidad le ha quitado el sueño a una familia capitalina.
Jesús Martínez y Dalia Pons, componen un matrimonio y con ellos conviven
el hijo Luger, la nuera Marlenis y el nieto Heiner. Residen en la calle
178, edificio Nº 36, reparto Mulgoba, en Ciudad de La Habana. La
familia tiene una característica especial: todos son ciegos excepto
Jesús. Debido a esta circunstancia la familia ha recibido el auxilio
social del Estado, que les otorgó una vivienda, le instaló un teléfono,
favorecieron a Dalia con una pensión, y al mismo tiempo le
proporcionaron una empleada domestica para que le ayude en los
quehaceres hogareños.
Jesús, jubilado y comunista, trabajaba clandestinamente como mecánico de
bicicletas, mientras su hijo Luger vendía productos industriales como
"merolico".
Padre e hijo acordaron legalizarse y acudieron a las oficinas del
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, formularon las solicitudes, y
en poco tiempo se les entregaron sus respectivas licencias. Veinticuatro
horas después la empleada domestica estatal que les ayudaba fue retirada
del apartamento por orden del Estado. Entonces Dalia, tras confirmar la
medida, y presa de estupor, acudió a las oficinas de la Asociación
Nacional de Ciegos y Débiles Visuales para buscar una respuesta. Sin
embargo, 24 horas después otra sentencia cancelaba su pensión.
"Cuando un ciego sigue a otro ciego, los dos se caen en el hoyo" –dice
un versículo del Evangelio. Pero la enseñanza de Jesús no influyó en la
decisión de su tocayo, que sostiene que actuó de forma correcta, pero el
Estado tiene la razón. Entretanto, la familia se cuestiona quién es el
más ciego de todos, si Jesús, que continua tapando sus ojos con una
venda, o el resto de la familia que padece la ceguera.
El hecho es motivo de repulsión hacia los que dictaron la medida contra
la familia. Mientras el régimen se proclama campeón del humanismo, en la
isla es capaz de apretar tuercas de la indolencia contra una familia de
ciegos.
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