Por: Mauricio de Miranda *
Hace varios días me referí en este mismo espacio a las razones por las
cuáles considero que el modelo económico cubano no funciona. En ese
orden de cosas que resulta de gran importancia debatir cuál es el tipo
de reformas necesarias en el caso de Cuba.
Su viabilidad y posibilidad depende de muchos factores que en el
lenguaje económico solemos denominar externalidades. Por razones de
espacio sólo me referiré a las que considero urgentes. Cuba necesita
reemplazar el actual sistema de economía administrada por el Estado por
otro en el que funcione un mercado regulado por normas legales
transparentes y estables. Eso significa la construcción de un nuevo
marco institucional que asegure: el respeto a la propiedad privada, el
respeto a los contratos, las garantías a la inversión, la adopción de
una legislación laboral que asegure que los derechos fundamentales de
los trabajadores no sean vulnerados ni por el Estado ni por los
empresarios privados, un adecuado sistema impositivo que no ahogue a las
nacientes empresas sino que asegure por esa vía la contribución social
de las mismas. En el caso de este país, esto significa casi construir de
la nada. Si se reconoce que el desarrollo del mercado puede tener un
efecto benéfico sobre la producción, la productividad y la calidad y
puede producir la dinamización de una economía que está cada día más
lejos de encontrar la senda del desarrollo habría que asegurar que
ninguna actividad económica quedara por fuera de la economía privada.
No sólo es loable que los artesanos, plomeros, albañiles, carpinteros y
campesinos desarrollen actividades privadas sino también debería
permitírsele a los médicos y enfermeras, a los abogados, contadores,
economistas, ingenieros, arquitectos y demás profesiones liberales que
tendrían muchas oportunidades de desarrollo de negocios en un país que
adopte una opción estratégica de desarrollo del mercado. En la medida en
que sea legal dedicarse a actividades privadas disminuirá la posibilidad
de enriquecimiento de aquellos que se mueven hoy en el inframundo de la
informalidad y el mercado sumergido que produce ganancias
extraordinarias a aquellos que se dedican a éstas actividades en un país
en el que casi todo está prohibido. Resulta imprescindible una reforma
del sistema monetario.
El actual sistema de dualidad monetaria en el que coexisten un peso
cubano, que es la moneda en la que cobran los trabajadores cubanos sus
salarios, y un peso convertible que tiene un valor 25 veces superior y
que esos mismos trabajadores deben usar para comprar una parte creciente
de la canasta de bienes y servicios necesaria para su precaria
subsistencia. La moneda que circula en el país debería tener en realidad
lo que reza en los actuales billetes de los depreciados pesos cubanos,
fuerza liberatoria ilimitada y curso forzoso, lo cual caracteriza a
cualquier sistema monetario de un país independiente. Una reforma
urgente es la reducción del abultado aparato estatal que ha desarrollado
una burocracia ineficaz y pétrea que gravita sobre el presupuesto del
Estado y obstaculiza el desarrollo de la producción y los servicios.
Finalmente, es necesario que la reforma económica resulte coherente y
sistémica y no como hasta ahora, una colcha de retazos de medidas
paliativas que apuntan más a la supervivencia del régimen político que
al mejoramiento del nivel de vida de los cubanos.
* Director del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad
Javeriana Cali.
http://www.elpais.com.co/elpais/economia/analisis/noticias/cuba-reformas-necesarias
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