Miguel Iturria Savón
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - Casi medio siglo después
de la demoledora ofensiva revolucionaria de marzo de 1968, las mismas
autoridades gubernamentales que acabaron con la pequeña y mediana
propiedad privada, aprobaron el listado de 120 actividades a ejercer por
cuenta propia. ¡Qué bien! La medida deviene una puerta en el muro de la
intolerancia, aunque resulta insuficiente, pues no acaba de liberar los
medios de producción en manos del Estado, que conserva el control casi
absoluto en detrimento de millones de personas y de la economía nacional.
En estos días muchos cubanos buscan el listado de oficios, lo fotocopian
o hacen anotaciones y lo reparten entre los amigos y parientes que
fueron despedidos o quedaran fuera de las plantillas infladas en los
meses venideros. El documento es un estímulo para el millón de parados
que el gobierno enviará a sus casas con el fin de acabar el jueguito de
empleos para todos, aunque no haya materias primas, transporte para
distribuir la producción ni salarios que dignifiquen a quienes trabajan.
Al revisar el listado me percato que de los 120 oficios a ejercer por
cuenta propia, previa obtención de licencia y pago de impuestos, 22
corresponden a actividades esencialmente rurales y 98 a labores urbanas.
Trece benefician el transporte, seis al comercio, seis la construcción,
quince la cultura, cinco la enseñanza, dos a la salud pública y varios a
las faenas agrícolas, sector prioritario pues liberará a los arrieros,
carretoneros, vendedores de animales, desmochadores de palmas, herreros,
poceros, yerberos y trasquiladores de las ojerizas del ejército de
inspectores agrícolas y de los funcionarios de la Asociación Nacional de
Agricultores Pequeños (ANAP), cuyo presidente habla la neo lengua del poder.
El pequeño boquete en el muro del control no excluirá la vigilancia
estatal, pero abre un caminito personal en la selva totalitaria. Así,
por ejemplo, el comercio tendrá mensajeros, sastres, peluqueras,
relojeros, vendedores de flores y piñatas, barberos y otros
cuentapropistas que dependerán de ellos mismos y aportarán al fisco;
mientras los empleados de bodegas, tiendas, cafeterías, restaurantes y
garajes estatales sigan en la modorra colectivista, sin competir con
nadie, buscar las mercancías ni pagar impuestos por el local y las ventas.
Por su parte, el sector constructivo dispondrá de empleados a domicilio,
de manera que quienes ya ejercen por la libre como albañiles,
carpinteros, masilleros, pintores de inmuebles, plomeros, electricistas
y tapiceros, dentro de unos meses tendrán licencia e impuestos. La
carpintería estará limitada por la no comercialización de la madera y el
altísimo costo de instrumentos y puntillas, en manos de empresas
gubernamentales.
Hasta la cultura se libera un poquito con el listado de actividades
aprobadas para ejercer por cuenta propia. Entre los artífices
autorizados figuran afinadores de instrumentos musicales, artesanos
inscriptos y no inscriptos en el Registro de la Asociación Cubana de
Artistas Artesanos (ACAA), compradores-vendedores de discos viejos,
encuadernador de libros, grabador cifrador de objetos, fotógrafos,
restaurador de obras de arte y traductores e intérpretes de idiomas.
Del lobo un pelo, pues siguen en manos del gobierno los cines, casas de
cultura, escuelas de enseñanza artística, galerías de arte, librerías,
teatros y la red de centros y empresas que dirigen y programan la
música, las agrupaciones danzarías y, por supuesto, la radio, la
televisión y la prensa escrita. Casi nada.
Decenas de oficios liberados legitiman a miles de chóferes de alquiler,
parqueadores de automóviles, bicitaxistas, boteros y lancheros,
cocheros, limpiabotas, manicures, maquillistas, mecanógrafos,
profesores de idiomas y de instrumentos musicales, repasadores
escolares, quiropodistas y otros que laboraban por cuenta y riesgo,
según las demandas recibidas.
Al hablar de la dichosa lista resulta apresurado asociarla a cambios
profundos en el modelo de dominación del Estado sobre las personas. Las
actividades por cuentan propia desatan la esperanza de independencia y
mejoría propia; pero ¡cuidado!, quienes impusieron el caos y se
apropiaron de todo en nombre de ideales igualitarios siguen con las
riendas en las manos. Si abren una puerta en el muro es para conservar
el poder.
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