martes, agosto 02, 2016

Una década sin Fidel ¿Podrá renacer la empresa privada nacional?

Una década sin Fidel: ¿Podrá renacer la empresa privada nacional?
Posted on 1 agosto, 2016
Por Emilio Morales

Han pasado 10 años desde que una repentina enfermedad cortara de un tajo
el mandato de Fidel Castro. Muchas cosas han sucedido desde entonces en
el ámbito político económico y social de la isla, llevados de la mano de
la gestión de Raúl Castro.

El país entró en un proceso de reformas que el nuevo gobernante, con un
estilo distinto, ha tratado de implementar en la economía para producir
algunos cambios estructurales y levantar varias prohibiciones
instauradas desde la era de Fidel, lo cual llenó de optimismo a cientos
de miles de cubanos.

Sin embargo, los resultados de los cambios implementados por Raúl Castro
no se perciben. No cabe duda de que el cráter de dificultades y el
deterioro acumulado por varias décadas en la estructura económica cubana
bajo el mandato de Fidel Castro, no han sido resueltos por la gestión
del sucesor y su plan de reformas, favorecido incluso por el deshielo de
las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Algo que su predecesor
nunca hizo durante su larga permanencia en el mando, aun en
circunstancias más difíciles.

El sistema de economía planificada lleva 57 de fracaso. Una realidad
reconocida por los dirigentes cubanos, hasta por el propio Fidel Castro
cuando aún estaba en funciones. ¿Por qué entonces, si la realidad es
tan obvia, no se hace un cambio radical del modelo? ¿Por qué insistir en
reformar un modelo que no es reformable?

En pleno siglo XXI, donde la tecnología digital es el soporte principal
del desarrollo de cualquier economía, como lo fue el desarrollo de la
industria en la llamada era de la revolución industrial, la posibilidad
de dar el salto al desarrollo desde una plataforma de subdesarrollo es
más viable y fácil que nunca.

La modernidad y el desarrollo tecnológico permite saltar etapas en el
desarrollo de un país. La única condición para poder hacer este
ejercicio está en la capacidad intelectual de los recursos humanos en
asimilar los cambios y de adaptarse a un nuevo modelo. En la actualidad,
este salto solo es posible en sociedades con un alto nivel de
instrucción, como es el caso de la cubana.

En cualquier país el motor del desarrollo de su economía recae sobre sus
propios ciudadanos. Sobre todo, si el sistema no le pone límites a sus
gestiones y acciones productivas, y se permita a generación de riquezas
y de capital de manera cíclica en favor de garantizar el desarrollo de
la base productiva del país y, por consiguiente, de la sociedad toda.

¿Empresa privada nacional en Cuba?

En Cuba no existe actualmente un marco legal que defina una empresa
privada para los cubanos (sí lo define para las inversiones
extranjeras). En la práctica, lo que más se acerca a un sector privado
son los cuentapropistas y legalmente no lo son. Es muy sencillo: no se
les reconoce su personalidad jurídica.

Han pasado un poco más de cinco años desde que se pusieron en marcha los
Lineamientos del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el
cuentapropismo permitido se consolidó como una tremenda fuerza de
emprendimiento. Son súper novedosos y muy creativos. Miles de ellos se
han convertido en verdaderos empresarios. Han aprendido a generar
riquezas trabajando. Han aprendido a ser sus propios jefes. Han
aprendido a ser eficientes, a dar buen servicio. Han aprendido a crear y
posicionar miles de marcas. Lo más importante: lo han logrado en
condiciones terriblemente desventajosas. Por solo citar una de las más
fáciles de resolver, los mercados mayoristas, prometidos en el VI
Congreso del PCC, en 2011, y todavía hoy ausentes del ámbito comericial.

Esta realidad tan evidente, junto a otros factores externos que en los
próximos meses van a impactar aún más en la economía cubana, han llevado
al gobierno a poner en estudio un proyecto de ley para reconocer
jurídicamente a estos pequeños empresarios y definir los límites de la
futura pequeña y mediana empresa privada ("pymes"). Una medida un poco
tardía, pero muy necesaria. En teoría, con un potencial tremendo para
abrir una ventana que permita ejercer el trabajo privado en nuevas
modalidades y a algunos gremios profesionales no permitidos hasta el
momento. Sin embargo, queda por ver los límites que va a definir la
nueva ley si finalmente es aprobada, y hasta donde está dispuesto el
gobierno a abrir la economía a los propios cubanos.

Desde el exterior

¿Existe un marco legal para que los cubanos que viven en el exterior
puedan contribuir al renacimiento de la empresa privada nacional?

En este momento no hay ningún marco legal que lo permita o facilite.
Aunque durante los últimos cinco años se ha percibido un fuerte
movimiento inversionista solapado y directo de muchos emigrados, estas
inversiones han sido dirigidas a montar o financiar negocios en la isla
junto a sus familiares o amigos en muchas de las 201 modalidades
aprobadas para ejercer el trabajo privado. Además, en otras actividades
que no están autorizadas y que se desarrollan en el llamado mercado
informal (mercado negro).

Hoy llegan al país alrededor de $3.3 billones de dólares en remesas en
efectivo y otros $3.5 billones de dólares en mercancías. Una parte de
estos recursos ha servido para financiar miles de negocios privados que
son exitosos en la isla. Estudios de The Havana Consulting Group indican
que alrededor del 90 % de estos envíos de remesas y mercancías parten de
Estados Unidos. Las autoridades cubanas recientemente reconocieron que
el 92% de las remesas tienen la misma procedencia.

Es fácil comprender que los cubanos que viven en el exterior,
principalmente en Estados Unidos, tienen una fuerte influencia
financiera en la economía cubana y en la forma de vivir de los cubanos.
Sin embargo, toda la ayuda enviada por emigrados cubanos es
humanitaria; no se considera legalmente una ayuda comercial.

Obviamente, definir un marco legal que facilite o permita que los
exiliados cubanos puedan invertir en su propio país de forma
independiente, de forma conjunta con familiares o amigos, o incluso de
conjunto con empresas estatales, sería una medida trasformadora de la
economía cubana.

¿Cuál sería el monto de esta inversión en el caso hipotético que se
defina un marco legal apropiado para tales efectos? Es difícil de
predecir, pero seguramente superaría la cifra combinada de remesas en
efectivo y en mercancías que hoy llegan a Cuba.

Por decenas de años, miles de exiliados cubanos que viven en el
exterior, han adquirido experiencia y han desarrollado cuantiosas
habilidades en diferentes sectores del comercio, los negocios, los
servicios y en la economía en general. Sobre todo, han aprendido a vivir
y trabajar en una economía globalizada y moderna. Muchos de ellos están
acostumbrados a lidiar con mecanismos financieros novedosos, apoyados
por la tecnología y modernas técnicas de gerencia empresarial. Miles de
ellos son hoy empresarios y profesionales muy exitosos. Permitirles
invertir en su propio país sería una forma de aprovechar su know how y
experiencia como un valor agregado, aparte del capital financiero que
puedan aportar.

No estamos hablando de inversiones de millones de dólares para proyectos
individuales. Una buena parte de las pymes no requieren tan cuantiosos
presupuestos.

A fin de cuentas, la realidad actual muestra que viajan más cubanos
desde Miami a la Habana que de La Habana a Pinar del Rio, Villa Clara o
Santiago de Cuba. ¿Cómo convertir esta realidad en un vehículo
empresarial que haga renacer la economía por los propios cubanos de
ambos lados de la orilla? Sin duda, un gran reto para el gobierno
cubano, con un enorme beneficio para todos.

Un cambio profundo que no llega

La economía cubana necesita un cambio estructural profundo en el aparato
legislativo y financiero para poder insertarse en la economía mundial.
También en la mentalidad de los que dirigen la economía del país.

Este proceso de transformación estructural en la parte legal y
financiera deben contemplar la inclusión de diversas modalidades de
financiamiento y de figuras contractuales que no se han visto por mucho
tiempo, o no se han arraigado en la práctica empresarial en la economía
cubana, como por ejemplo, el caso de las franquicias, los leasing, entre
otras.

Los cambios legislativos sobre el sistema de propiedad debe contemplar
que los ciudadanos puedan disponer de sus bienes, además de otros
derechos económicos que se adquieren con la práctica empresarial y que
involucran los marcos legales para las relaciones mercantiles y civiles.

Esos bienes podrían ser utilizados como garantías contractuales en la
obtención de financiamiento u otro tipo de transacción comercial.
Podrían insertarse formas contractuales que hoy se utilizan en el
comercio mundial y que no se utilizan en la isla o no se contemplan en
los aspectos legislativos de las normas jurídicas sobre sociedades y
contratos mercantiles actuales, y están fuera del alcance de la fuerza
de trabajo que hoy se define como sector no estatal.

Estos cambios podrían facilitar además que los emprendedores cubanos
puedan tener acceso a financiamiento por parte de entidades e
instituciones financieras privadas, además del que disfrutan de
instituciones financieras estatales.

A toda máquina

En un momento tan crucial para la economía cubana, todos los cubanos
-tanto los de adentro como los de afuera-deberían ser uno de los motores
fundamentales de esa transformación; prescindir de esta fuerza
inversionista autóctona, sería uno de los mayores errores estratégicos
de las transformaciones económicas que emprende el país.

En la economía cubana se percibe que hay una proyección empresarial
pujante en los pequeños espacios que han sido permitidos al sector
privado, muchos usando modernas técnicas de mercadeo para administrar
sus negocios. Imaginémonos como sería entonces ese desempeño en los
espacios que no han sido permitidos. En Cuba está naciendo un tremendo
tejido empresarial con base en el emprendimiento. Al margen del eslogan
de las reformas "sin prisa, pero sin pausa", los emprendedores van a
toda máquina.

El gobierno está tomando nota de esta realidad y explica el anuncio del
estudio de la nueva ley para definir los límites del sector privado. Las
autoridades cubanas han dado pasos acertados otorgando financiamiento a
un poco más de 18,000 trabajadores por cuenta propia por un valor total
de unos 600 millones de pesos cubanos (CUP), unos 30,000 pesos como
promedio por crédito. La banca cubana está trabajando el microcrédito y
ha invertido recursos importantes creando grupos de gestores de
microcréditos, los cuales visitan a los cuentapropistas y les dan
asesoramiento financiero para sus negocios. Esto es una señal de que las
pymes serán un componente importante en la economía cubana en el futuro
y la banca cubana trata de posicionarse como la entidad líder en el
soporte financiero de las pequeñas y medianas empresas.

Pretender desarrollar el país solo a base de inversión extranjera es un
ejercicio económico estéril y poco atractivo para los propios
inversionistas extranjeros. Además de ser una estrategia que castra el
desarrollo empresarial interno y pone en bandeja de plata -una vez más-
la dependencia de Cuba de agentes externos.

El desarrollo de un tejido empresarial autóctono y privado es una de las
claves para poder atraer el capital exterior y mantener un equilibrio de
fuerzas que no haga vulnerable la economía del país a una dependencia
externa, lo cual ha sido uno de los talones de Aquiles de la economía
cubana por más de cinco décadas.

Los cuentapropistas cubanos han demostrado estar listos para jugar ese
rol. A fin de cuentas, los cubanos están demostrando que lo que quieren
es trabajar y generar riquezas, mejorar sus condiciones de vida y de sus
familias a partir de su propio esfuerzo, y ganar un buen salario que les
permita satisfacer sus necesidades materiales de todo tipo.

El gobierno debería ser un ente liberador y promotor de esa voluntad y
ese esfuerzo ciudadano, no un muro de contención poniendo límites al
desarrollo de su propia gente.

La liberación de las fuerzas productivas cubanas es la clave del éxito
de las reformas y, de no llevarse adelante, la transformación del modelo
económico cubano no pasará de ser un intento más de tratar de reformar
lo que no puede ser reformado bajo el esquema actual.

Cuba no necesita 325 lineamientos burocráticos para transformar su
economía. Necesita un solo lineamiento: Liberar las fuerzas productivas.

Source: Una década sin Fidel: ¿Podrá renacer la empresa privada
nacional? - Cafe Fuerte -
http://cafefuerte.com/csociedad/29547-una-decada-sin-fidel-podra-renacer-la-empresa-privada-nacional/

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