Sin derecho a morir con dignidad
Ya se sabe que Cuba no es realmente una potencia médica; ahora veamos
por qué
martes, abril 26, 2016 | Gladys Linares
LA HABANA, Cuba.- El 21 de marzo de 2016, en el Palacio de la
Revolución, a una pregunta de la periodista de NBC Andrea Mitchell sobre
el cumplimiento de los derechos humanos en Cuba, Raúl Castro repuso:
"¿Usted quiere un derecho más sagrado que el derecho a la salud?"
Es cierto que en el país existen varias instituciones de salud. Sin
embargo, la calidad de sus servicios suele ser bastante baja, no solo
por el mal estado en que se encuentran las mismas instalaciones, sino
también por la falta de sensibilidad, compasión y humanidad de gran
parte del personal que en ellas labora.
La comida es mala allí; y no es que su sabor sea insípido, como se
supone que ocurra en un hospital, sino que está mal elaborada. Hay
escasez de camas y casi todas están rotas, con colchones manchados de
residuos humanos. Tampoco hay ropa. Las instalaciones sanitarias tienen
tupiciones, y la falta de agua es otro problema presente en casi todos
los hospitales a los que puede ir el pueblo.
Mientras, en los destinados a extranjeros y a la cúpula gobernante la
atención y los recursos son de primera calidad.
Una de las víctimas de esta situación es José Francisco Hernández, quien
padece de cáncer en la garganta. El día que debía operarse en el Calixto
García hubo una rotura eléctrica y la operación tuvo que ser
reprogramada, pero por esos días debutó como diabético, cogió gangrena
en un dedo del pie y hubo que amputárselo, por lo que la operación quedó
pospuesta. Hace días tenía mucha falta de aire y hubo que hacerle una
traqueotomía de urgencia en el Oncológico. A pesar de ser diabético, le
dieron de alta a la mañana siguiente. Enseguida comenzó a hincharse y no
podía respirar. La hermana llamó al SIUM alrededor de las 10 p.m., pero
–después de varias reclamaciones– la ambulancia no llegó hasta las 2 a.m.
Lo atendieron de urgencia en el Hospital Calixto García, pues en la
ambulancia le aseguraron erróneamente que en el Oncológico no había
cuerpo de guardia. Resultó que la cánula estaba mal colocada y tenía
infección, pero como está en etapa terminal lo mandaron para la casa.
Ahora la familia debe asumir cualquier urgencia que se presente. Su
hermana se lamenta: "En la TV te cansas de ver cómo los médicos y
enfermeras cruzan ríos y montañas, en bote, en mula o a caballo, para
atender pacientes de zonas lejanas. ¡¿Cómo es posible entonces que
ninguno pueda venir a mi casa, que les queda a pocas cuadras?!"
Algo similar le ocurre a la esposa de un vecino, que padece una
insuficiencia renal terminal. Deben inyectarla todos los días, pero él
se cansó de buscar ayuda de consultorio en consultorio. Hace poco me
dijo: "Mi hija 'resolvió' una enfermera que no falla", mientras me hacía
con una mano la señal de dinero.
Por su parte Ana Sánchez, de 60 años, tiene cáncer de pulmón, también en
etapa final. El médico le dio un certificado para tener un balón de
oxígeno en la casa, pues lo necesita permanentemente. El esposo fue a
solicitarlo a la farmacia principal de Diez de Octubre, donde le dijeron
que debía apuntarse en una lista de espera, y que el regulador debía
buscarlo en Guanabacoa. Hasta ahora, tienen que cargar con Ana, que
apenas puede caminar, para el policlínico. Menos mal que una vecina les
prestó una silla de ruedas. El esposo está preocupado por lo del balón
de oxígeno, porque hace unos meses al vecino de enfrente se lo trajeron
cuatro días después de haber muerto.
Ana también necesita una cama Fowler. Le dijeron que llamara todas las
semanas a ver si se desocupa alguna para podérsela alquilar. Hace meses
que descansa en un sillón, porque los dolores y la falta de aire no le
permiten estar acostada. "Cada vez que voy a un hospital a intentar que
la ingresen, los médicos me dicen que estos casos no los ingresan",
cuenta la hermana. "¡Qué duro es estarse muriendo y verse desamparado!"
Dura también es la realidad de Rafaela, quien tiene hace tiempo una
úlcera en el pie. Viene a la posta médica a curarse. Pero las curas no
son constantes, porque no siempre hay medicamentos. Ni siquiera para
este caso relativamente sencillo hay una solución.
El 13 de marzo de 2014, en el periódico Juventud Rebelde el ministro de
Salud Pública, Dr. Roberto Morales Ojeda, declaró: "No existe
justificación alguna para que en nuestras instalaciones hospitalarias no
concurran las condiciones mínimas indispensables para la estadía de un
paciente y su acompañante, pues está garantizado el aseguramiento de
sábanas, toallas, piyamas, jabón, tela verde y mobiliario, entre otros".
Conozco la realidad, no puedo evitar preguntarme: ¿Es que acaso el
ministro se confundió de hospital? ¿Y si se confundió de país?
Source: Sin derecho a morir con dignidad | Cubanet -
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