El poder del idioma español
RAÚL RIVERO | Madrid | 27 Jun 2015 - 4:35 am.
No se llama de verdad Juana Bacallao. No sabe cantar ni bailar, desafina
y se le olvidan las letras de las canciones o las confunde y las reinventa.
No se llama de verdad Juana Bacallao. No sabe cantar ni bailar, desafina
y se le olvidan las letras de las canciones o las confunde y las
reinventa. Aprendió sola a tocar el piano y las tumbadoras. Es una
antigua empleada doméstica que se sube a los escenarios y hace cualquier
cosa. Por eso mismo, ahora a los 95 años, recién casada y llena de
ilusión, es la última diosa viva de los cabarés cubanos de toda la vida
y una leyenda de la música popular del Caribe.
Nació en el barrio de Cayo Hueso, en la zona de Centro Habana, en un
familia pobre y la bautizaron como Neris Amelia Martínez Salazar, pero
el compositor Obdulio Morales la escuchó cantar un día en la casa donde
trabajaba como criada y la convidó a que estrenara en un espectáculo una
guaracha llamada "Yo soy Juana Bacallao", escrita para una voz como la
de ella. Con esa canción se volvió a bautizar y le faltaba otro: Juana
la Cubana.
En los años 50 hizo su carrera en los clubes de segunda, tercera y
cuarta categoría de la capital cubana, con ese público selecto y
pendenciero que marcó definitivamente su estilo en escena. Aunque estuvo
muchos años prohibida en la televisión durante las dictaduras de
Fulgencio Batista y de Fidel Castro, poco a poco llegó a los programas
musicales más importantes y a la pista de Tropicana, donde compartió
actuaciones con Nat King Cole, Bola de Nieve, Lucho Gatica, Cantinflas y
Chano Pozo y otros artistas de aquellos mundos.
Ha trabajado, además, en México, España, Venezuela, Estados Unidos y
República Dominicana.
Es famosa por su afán de vestir con elegancia y se dice que su atuendo
lo han diseñado siempre las envidiosas amantes de su maridos oficiales.
También se vanagloria de ser una artista culta y que domina a la
perfección el idioma español.
En ese sentido se perfila su único encuentro con Fidel Castro. Se dice
que estaba de visita oficial en Cuba la gran cantante mexicana Toña La
Negra y pidió actuar junto a Juana Bacallao. Le avisaron a la cubana y
se presentó en el teatro donde estaba Castro en primera fila.
La artista llegó tarde y, por lo tanto, hizo esperar una media hora al
dirigente, a la invitada extranjera y al público. Juana Bacallao llegó
resuelta al micrófono y le dijo directamente al entonces presidente del
país: "Disculpe mi tardanza, pero estoy un poco nerviosa porque es la
primera vez que actúo para usted y sus secuaces".
Ese momento se considera la primera crítica directa, aunque
inconsciente, de un artista al jefe del régimen. Juana Bacallao con sus
historias de irreverencias inocentes es, de todas formas, en los
escenarios y en las calles, un recuerdo remoto de la libertad.
Source: El poder del idioma español | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1435233001_15342.html
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