La resurrección de Murillo
JUEVES, 26 DE DICIEMBRE DE 2013 00:39 ESCRITO POR OSMAR LAFFITA
Cuba actualidad, Capdevila, Boyeros, La Habana, (PD) Los rumores y las
bolas han adquirido la categoría de dazibaos verbales. Son desplegados
con derroche de imaginación por los pasajeros de las abarrotadas guaguas
y de los viejos autos de fabricación norteamericana, los pintorescos
almendrones reconvertidos en taxis que circulan por La Habana.
En ellos, a veces, uno suele enterarse de muchas cosas que la prensa
oficial jamás informará.
Son hoy estos medios de trasportación los sitios ideales para que
florezca en ellos la desenfrenada cultura del chisme y el rumor. Con una
alta dosis de fabulación marginal llegan a extremos de paroxismo.
Estos rumores, en un momento dado, pueden convertir en un estado de
opinión general un asunto que al gobierno le interese propalar, sea
cierto o no.
Tal accionar cobró recientemente desproporcionada notoriedad.
Como una bola de nieve cuesta abajo creció el rumor de la deserción de
Marino Murillo Jorge, vicepresidente del Consejo de Ministros. Decían
que al amparo de la noche, salió de manera subrepticia, en una veloz
embarcación, con rumbo norte, junto con su familia, con maletas llenas
de millones de dólares.
En la segunda versión de esta obra de teatro del absurdo aparecía
Murillo hospedado en un hotel de lujo que bien podía estar ubicado en
Cayo Coco o en Cayo Santas María, en compañía de su familia, compinches
y testaferros. Afirmaban que fue tal el exceso, el derroche, que sin un
documento que lo testificara, propalaban que los gastos en que incurrió
el Zar de la economía cubana fueron de miles de dólares.
Algunos explicaban que este modo de vida muelle de Murillo no era nuevo,
pero que en esta ocasión se le había ido la mano y que el presidente
Raúl Castro para dar un ejemplo a los ministros y funcionarios de alto
nivel, ordenó su arresto. Decían que su corpachón no había ido a parar a
la sección 44 del Combinado del Este, sino a una confortable habitación
convertida en celda del exclusivo establecimiento penitenciario de lujo,
ubicado en Alberro, El Cotorro, donde están recluido más de 80
dirigentes en espera de juicio por corruptos y dilapidadores del bien
público.
El rumor, el chisme y todo que sirvió para echarle lodo a un dirigente
que forma parte del exclusivo círculo del poder de Raúl Castro, se
convirtió, aunque ese no haya sido el propósito, en una sui generis
encuesta pública. Los resultados que arrojó deben ser tenidos en cuenta
por las autoridades: Murillo no goza de simpatía ni aceptación entre la
mayoría de la población, especialmente de la capital.
El rumor llegó a tal extremo que se propaló no solo en los dazibaos
rodantes, sino en todas partes, en el diario chu chu chú de los vecindarios.
En la medida que transcurría el tiempo y no había una información
oficial que aclarase el entuerto, los cuchicheos de boca en boca contra
Murillo aumentaban.
Algunos ciudadanos no se dejaron arrastrar por esta inducida ola de
desinformación, aderezada con muchas mentiras de la que son maestros los
aparatos de inteligencia del régimen cubano, dirigidos a crear la
confusión, la duda y la descalificación extrema.
Por eso, los más comedidos no opinaron. Estaban confiados en que el
momento de saber lo que realmente sucedió llegaría y ese momento sería
la celebración de la reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular
fijada para la segunda quincena de diciembre, que abriría los debates
del segundo periodo de sesiones de la VIII Legislatura. Sabían que sería
cuando se sabría de Murillo.
Pero no fue necesario esperar tanto. El periódico Granma del 19 de
diciembre se ocupó de poner fin a los rumores: en su primera página
salió la foto del general Raúl Castro, acompañado de Murillo, en la
reunión del Consejo de Ministros celebrada el 19 de diciembre.
En la citada reunión del Poder Ejecutivo, el zar de la economía cubana,
se refirió, entre otras cosas, a los servicios médicos y de salud y a la
nueva política para la comercialización de vehículos de motor en el país.
Esta aparición de Murillo recuerda la parábola bíblica recogida en
Hechos de los Apóstoles 10:40-41: "Y Dios levantó a este al tercer día y
le concedió manifestarse, no a todo el pueblo, sino al testigo nombrado
de antemano por Dios a nosotros que comimos y bebimos con el después que
se levantó de entre los muertos".
Este pasaje bíblico choca contra la imaginación popular, que sin pruebas
reales en las manos, culpaba a Murillo y lo crucificaba con los clavos
del rumor y el chisme en la cruz de la ignominia.
Hubo que esperar al 18 de diciembre para que Raúl Castro levantara a
Murillo de entre los que hoy purgan condenas por corruptos y
malversadores y le concediera el derecho a manifestarse.
Para Cuba actualidad: ramsetgandhi@yahoo.com
Source: "La resurrección de Murillo | Cuba noticias
actualidad.Periodismo independiente." -
http://www.primaveradigital.org/primavera/politica/54-politica/9500--la-resurreccion-de-murillo.html
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