Oswaldo Payá, Disidencia, Represión
La disidencia en Cuba: Oswaldo Payá
La lucha pacífica de los cubanos continuará avanzando tras la
desaparición física de Oswaldo Payá
Miriam Leiva, La Habana | 27/07/2012 10:15 am
Con motivo del fallecimiento del ingeniero Oswaldo Payá la tarde del
domingo 22 de julio, en un accidente automovilístico, cuyas causas no
resultan claras, hemos constatado la preocupación, sobre todo en el
extranjero, de que su ausencia física debilitará a la oposición debido a
la carencia del líder. Por el contrario, la conmoción causada entre
quienes lo vimos, escuchamos o leímos recientemente, en plena vitalidad
de ideas y propósitos de acción pacífica, fortalece nuestra convicción
de continuar dedicando la efímera existencia a restaurar nuestra
destruida patria.
El fundador del Movimiento Cristiano Liberación en 1988, ideó el
Proyecto Varela con el que unió a la mayoría de las personalidades y
grupos de la oposición pacífica cubana incorporadas en “Todos Unidos”,
así como los periodistas, bibliotecarios, pedagogos y sindicalistas
independientes, y activistas de derechos humanos, que durante 2001-2002
recogieron más de 11.000 firmas entre la población de toda Cuba, por
encima de las exigidas por la Constitución para pedir un plebiscito.
Payá las entregó a la Asamblea Nacional del Poder Popular el 10 de mayo
de 2002. Ese inédito reto fue respondido por las autoridades del
totalitarismo con la modificación de la Carta Magna para declarar el
socialismo irrevocable, y en marzo de 2003 fue una de las causas de la
gran represión que encarceló a 75 personas con penas de hasta 28 años de
prisión. Esa Primavera Negra significó un duro golpe a la nueva sociedad
civil, pero surgió el movimiento Damas de Blanco por la excarcelación de
los 75, y poco a poco la disidencia se recuperó.
Por otra parte, las autoridades con su voluntarismo han profundizado la
crisis económica iniciada por la pérdida de las subvenciones de la Unión
Soviética a comienzos de los años 1990, que al iniciarse el siglo XXI
los petrodólares de Hugo Chávez podían haber mitigado. Sin embargo, los
han utilizado para la supervivencia del poder absoluto, desperdiciando
las oportunidades de motivar a los cubanos una vez salido Fidel Castro
del poder de facto a mediados de 2006 y reconocida la necesidad de
cambios estructurales por su sucesor, Raúl Castro. Las escuálidas y
lentas medidas emprendidas han defraudado a la mayoría de la población,
mientras la miseria y las diferencias sociales se acrecientan. Las
personas que dedicaron su vida a trabajar por la revolución, convencidas
de que forjaban un futuro próspero, incluidos militantes del Partido
Comunista, reciben pensiones de hambre, y los jóvenes no vislumbran
crear una familia sustentada por un salario decoroso acorde con su
trabajo creativo, con una vivienda independiente fuera del derruido
espacio de los abuelos y padres. Las dificultades generalizadas y la
“lucha por resolver” los pesos para mal vivir provocan depresión en los
mayores y búsqueda de visas o un bote en los bisoños. Progresivamente la
población expresa abiertamente sus críticas usualmente económicas, pero
a sabiendas de que tienen base política. Aunque todavía muchos centran
sus reclamos en los problemas personales, cada día surgen más voces con
reclamos de cambios contundentes más allá de los meramente económicos.
En ese contexto, y como resultado de los esfuerzos de disidentes
iniciados en las décadas de 1980 y 1990, cuando eran tan pocos que todos
se conocían, y se reunían en una mesa para 8-15 asientos, afrontando la
permanente vigilancia y la posibilidad de una horrenda prisión, la
oposición pacífica se ha esparcido por todo el archipiélago. La variedad
de propuestas aumenta; desde algunas bien argumentadas y realistas hasta
las que requieren mayor cultura y madurez. Pero todas con la intención
de contribuir al progreso y la reconstrucción de Cuba. Los periodistas
independientes con viejas máquinas de escribir y algunos equipos de fax,
han pasado a la escasa Internet y los teléfonos celulares favorecedores
de tuitear. El empuje de los blogs, aunque no pueden leerse dentro de
Cuba, los SMS, los CD y las memorias hacen una diferencia positiva al
ampliar la comunicación y difuminar la información, usualmente
bloqueadas por el Gobierno.
Oswaldo Payá demasiado temprano no está físicamente. Podía haber
dedicado 20 años más a los duros avatares por lograr que todos los
cubanos ejerzan “el derecho a los derechos” y desarrollar la democracia.
Indudablemente es simiente e inspiración, si bien debería estar vivo.
Cientos de opositores procedentes de lugares distantes y con posiciones
diversas, así como miles de ciudadanos comunes, le rindieron homenaje,
en su parroquia junto al Cardenal Jaime Ortega, obispos, sacerdotes,
monjas y laicos de la Iglesia católica cubana. Bien se sabe que los
líderes no abundan, pero quedan algunos con actividad denodada desde
hace años, madurarán otras personas y surgirán nuevas con posibilidades
de estadistas. Además, el Movimiento Cristiano Liberación cuenta con los
proyectos generados junto a su dirigente, como los más recientes
Proyecto Heredia y El Camino del Pueblo; puede ampliar su membresía y
abrirse en todo el país. La lucha pacífica de los cubanos continuará
avanzando, a pesar de la resistencia del viejo régimen por mutarse.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-disidencia-en-cuba-oswaldo-paya-278795
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