Inventario de sombras
Martes, Julio 31, 2012 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -A la calle Galiano los
habaneros nunca la han llamado por su nombre oficial, Avenida de Italia,
aunque es así como se encuentra señalizada. Hace tiempo que la famosa
esquina de Galiano y San Rafael dejó de ser "la esquina del pecado",
denominación por la que se conocía hasta la década de los sesenta. "El
desfile constante de cientos de bellas habaneras que le granjearon el
sobrenombre al ir de tiendas", según dice Eduardo Robreño, se ha
olvidado, aunque el pecado continúa vigente.
Gracias a la revolución, la calle Galiano es pura miseria. En una de sus
esquinas, donde se levantaba El Encanto, elegante tienda por
departamentos, destruida por un incendio en los años sesenta, existe un
parque donde artesanos, alcohólicos, buscavidas y jineteras comparten el
lugar. El parque se llama Fe del Valle, pero durante muchos años
(décadas de los setenta y ochenta) le llamaban popularmente "La gran
estafa", pues al quemarse El Encanto, el gobierno recogió dinero entre
la población para edificar otra tienda, y, al final, todo el proyecto
terminó en ese parquecito.
En la acera de enfrente, la antigua tienda por departamentos Variedades
Galiano, originalmente Ten Cent (Woolworth's), es un oscuro, maloliente
y desabastecido mercado, donde se vende ropa reciclada y pan con jamón,
salfumán y cerveza marca Cacique, merucos para el baño y cake. La gente
no se explica por qué el cake siempre es viejo, nadie ha tenido la
suerte de comprarlo el mismo día que lo elaboran.
Al cruzar la calle, aún conserva su nombre Flogar –nombre que se debe a
Florentino García, su dueño hasta que la revolución la intervino-, una
tienda que hizo época antes de la revolución, y que hoy es un monumento
al mal gusto, además de otro templo socialista del "no hay nada" que
ofrecer.
Pero Galiano era mucho más que la esquina con San Rafael. La Casa
Grande, como la frutería El progreso de Cuba, estaba en la esquina con
San Miguel. Hoy es una relojería sin piezas para reparar relojes.
Bajando hacia el Malecón, el Callejón del Conde Cañongo (paralelo a la
iglesia de Monserrate, inaugurada en 1843), se ha convertido en un
burdel de acción rápida, y en un parqueo de bici taxis, donde cualquier
negocio ilícito puede ocurrir.
Galiano, entre Neptuno y Concordia, no sólo era escenario del café
Camagüey, sino también del majestuoso Cine Teatro América, una joya del
art deco que aún permanece allí, pero a mil años de su esplendor. El
hotel Lincoln y otras instalaciones que dieron lustre a la calle, hoy
apenas se notan por su deterioro, los baches y la oscuridad.
Llena de timbiriches, casas en mal estado, edificios derruidos, y de una
creciente cantidad de indigentes que pernoctan, trafican, viven de lo
que genera tan céntrico lugar, Galiano extiende su ruina desde la
Calzada de Reina hasta el Malecón.
Edilberto Pacheco, con albergue fijo para dormir en la glorieta o en un
banco del parque El Curita, y con zona de "trabajo" en cualquier
establecimiento donde sea posible recoger latas vacías de refresco y
cerveza, para luego revenderlas como materia prima, dice que aquí la
policía los deja hacer, siempre que no alteren la tranquilidad.
Al preguntarle si no tiene hogar, me dijo que su esposa y dos hijos
viven en un cuarto, en el albergue La Fraternidad, pero que desde hace
algunos meses los abandonó, cansado de las peleas por la imposibilidad
de resolver con su salario el problema familiar.
"Ganaba casi 300 pesos, pero eso no alcanzaba, y mi mujer me llamaba
inútil, vago, que no tenía pantalones para inventar, y cada día me
resulta más difícil volver", me dijo.
Decenas de individuos como Edilberto pululan por esa zona de Galiano,
duermen en los portales, mendigan en los cafés, se hunden en el alcohol
y otros escapes y recorren la calle con el único afán de subsistir.
"Pensarás que soy un cobarde –concluyó Edilberto- pero todos no tenemos
el valor ni los medios para enfrentar la realidad".
vicmadomingues55@gmail.com
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