Rafael Álvarez
MADRID, España, julio, www.cubanet.org -En las últimas semanas, Cuba ha
vuelto ser objeto de la atención internacional, debido a la "liberación"
de un grupo de presos de conciencia.
El hecho por sí solo; la liberación de un grupo de hombres encarcelados
bajo unas leyes injustas y arbitrarias, condenados a largas condenas en
condiciones infrahumanas de encarcelamiento, es suficiente motivo de
interés.
Si a ello añadimos que se espera que éste sea el primer paso de una
política de cambios anunciada por el régimen y deseada por los cubanos
y la comunidad internacional, las razones de la expectación están más
que justificadas.
¿Qué ha ocurrido en realidad?
La presunta liberación no fue tal, ha resultado ser un destierro
forzoso. A los presos se les ha puesto en la disyuntiva de continuar en
prisión o abandonar definitivamente el país. No han sido liberados, les
han conmutado la pena de prisión por el destierro.
¿Puede ser este el primer paso de una serie de cambios muy demandados
por la sociedad cubana y la comunidad internacional?
El Sr. Vicepresidente del gobierno cubano, José R. Machado Ventura
disipó todas las dudas en su discurso de Santa Clara el pasado 26 de
julio; serán cambios "sin improvisaciones ni precipitaciones" las
acciones no serán "populistas, demagógicas o engañosas". Dicho de otro
modo, no tienen apuro, se lo están pensando bien y actuarán a su ritmo,
como siempre.
Entre los anunciados cambios para nada se habla de derechos humanos, ni
libertades ciudadanas y democratización de la sociedad cubana. Ellos
quieren "superar ineficiencias y perfeccionar nuestra sociedad" (la de
ellos).
La liberación-destierro de los presos cubanos no puede tomarse aun como
el primer paso para los cambios. No hay en ella nada nuevo, que
justifique la premura con que el Sr. Miguel Ángel Moratinos quiere que
se modifique la Posición Común de la Unión Europea. Ya en otras
ocasiones hubo liberación de presos, para apresar nuevas personas más tarde.
Si los presos fueron sacados de las cárceles fue gracias al esfuerzo de
las Damas de Blanco, al sacrificio de Orlando Zapata y a la voluntad de
Guillermo Fariñas, todo lo cual resultó en una presión mediática y un
estado de opinión internacional muy negativo, que el régimen tuvo que
tomar en cuenta.
Se agradece el papel del gobierno español, pero no debe España pretender
que lo acontecido sea el hecho decisivo que justifique un cambio de la
Posición Común hacia Cuba. Europa y los países democráticos tienen un
compromiso con los valores democráticos y deben hacerlo valedero. El
gobierno cubano debe demostrar que tiene una verdadera voluntad de cambio.
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