2010-04-26.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- El domingo 25 de abril se han celebrado
elecciones en Cuba para elegir los delegados de las asambleas del poder
popular, lo que sería equivalente a los ayuntamientos en cualquier otro
país del mundo.
El régimen se ha empleado a fondo, a través de sus portavoces oficiales
y únicos, por mostrar el proceso electoral cubano como un "ejemplo
democrático" al mundo, y como una muestra más de apoyo de la población a
la revolución y su permanencia en el tiempo.
Error. Nada hay escrito que conforme que el sentido del voto ciudadano
no pueda cambiar en cualquier momento, conforme se relajen los
mecanismos de control y represión que existen en la Isla, y se permita
la competencia plural y partidista, el juego limpio democrático, que ha
estado completamente ausente de estas elecciones.
Además, hay algo de perverso en este sistema electoral castro comunista.
La simple presencia de esos pobres pioneros, de pie todo el día junto a
urnas no democráticas, y emitiendo un gesto y un saludo más ridículo que
otra cosa, no deja de ser una anécdota lamentable. Como también las
referencias al uso de palomas mensajeras para transportar el voto de los
ciudadanos, en un ejemplo de claro desprecio a lo que significa el valor
de la participación de la población.
En fin, la propaganda castrista ha vuelto a tener un fracaso en la
presentación de este episodio del que sólo recordaremos el voto de
Fariñas a favor de los presos políticos en huelga de hambre y las turbas
violentas contra las Damas de Blanco en La Habana.
Por lo demás, podemos afirmar que el sistema electoral castro comunista
es una auténtica farsa. El sistema fija un curioso sistema de voto
ciudadano en términos de méritos, capacidad y condiciones de los
nominados, que es preciso recordar que salen de unas reuniones
callejeras, celebradas a deshoras y en las que siempre participa la
misma gente, lo que cierra el paso a cualquier disidente o a cualquier
persona que, simplemente, se oponga al sistema de partido único.
Ese voto meritocrático, al que aspira el castro comunismo en Cuba, se
quiere interpretar por el sistema como un mensaje inequívoco de la
confianza de los cubanos en su sistema político y en la voluntad de
mantenerlo y perfeccionarlo. Vuelvo de nuevo a señalar que nada hay
escrito sobre el carácter cambiante de la opinión pública cuando ésta se
desenvuelve en condiciones de libertad y pluralidad.
Sería un gran error obtener conclusiones políticas a partir de un
comportamiento electoral como el producido en Cuba este pasado fin de
semana. Ni es una garantía alguna para la revolución, ni cuenta con la
legitimidad democrática de la libertad, esa que permite a los sistemas
políticos soñar con un futuro mejor. En ese sentido, los resultados de
estas elecciones nacen muertos y si me lo permiten, huelen a pucherazo
podrido de bien lejos.
La razón es obvia. El régimen cree que los delegados, propuestos por el
pueblo y no por partido político alguno, son elegidos "para convertir el
día en otra brillante página de la historia del sistema político de la
Isla". Si que están alejados de la realidad. La democracia no tiene esa
función. Ningún sistema democrático busca brillantes páginas de la
historia, porque el derecho ciudadano al voto legitima la acción de
gobierno posterior. No sucede al revés, como sucede en el castro
comunismo, donde el pobre ciudadano que resignado acude a votar es el
que se ve obligado a respaldar a una tiranía que no le permite ejercer
plenamente su dignidad democrática.
En la democracia, el poder de los votos es el que construye mayorías
legítimas para diseñar y gestionar los intereses colectivos. Y el
sistema funciona, por mucho que los Castro siempre hayan pensado en que
"elecciones pá qué", desde 1959. El respeto a la voluntad popular, que
es la que elige a los gobernantes, les exige disciplina y servicio es la
clave de un sistema que en Cuba, por desgracia de su ordenamiento
político comunista monopartido, no lo tienen los ciudadanos.
Eso sí, propaganda y manipulación a los pobres cubanos, que no falte.
Durante todo el día, la televisión y la radio nacionales, se emplazaron
a dar todo tipo de informaciones sobre la jornada electoral que comenzó
a las siete de la mañana para que los 8 millones y medio de electores
pudieran emitir su voto en los más de 29 mil colegios electorales del
país. Además, todo el esfuerzo de propaganda se orientó a presentar "el
deber cívico de defender la Revolución en momentos en que Cuba es blanco
de una cínica y difamatoria campaña mediática auspiciada por los centros
de poder de Estados Unidos y Europa", y por el "concurso mercenario de
grupúsculos contrarrevolucionarios".
Vergüenza debería darles utilizar este lenguaje soez y primitivo que ni
siquiera criminales como Stalin o Mao emplearon en su leyenda de
desastres para la historia. Tan sólo siento lástima por los candidatos
elegidos. Lástima por esos 15.000 delegados que han sido votados por los
ciudadanos, ya que no tenían otra opción. Su legitimidad para
representar los intereses del pueblo, es nula. Cuando vayan a hablar,
siempre tendrán que pensar en lo que va a decir Fidel o Raúl. No tendrán
esa libertad de quién sabe que tiene el apoyo ciudadano, el apoyo de la
sociedad, legítimo y democrático.
Pero eso también llegará a Cuba. Más tarde o más pronto, pero llegará.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27396
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