El mantra del cambio-fraude en Cuba
ANDRÉS REYNALDO
Las cosas han cambiado con Raúl.
Ese es el mantra del cambio-fraude. Repítelo y caerás en un cómodo
estado mental en el cual Cuba no es realidad y memoria sino propaganda y
olvido. El nirvana de la servidumbre a la dictadura.
No cabe duda de que han cambiado las cosas. De la cerrera fórmula
fidelista de toda la represión posible, aunque no fuera necesaria, y
ningún mercado, aunque fuera posible y necesario, Raúl ha pasado a la
fórmula de toda la represión que le sea necesaria y sólo el mercado que
le sea conveniente.
Fidel cristalizó a Cuba en su imagen: el superlíder de la izquierda
metralleta, cutre y sandalista que administra el poder y la leyenda.
Raúl (hay que decirlo a su favor) no entra en estas megalomanías. Su
madre debió haberlo querido mucho más que al otro. Eso es evidente. Para
Raúl, Cuba no es la enfermiza metáfora universal de su persona, sino la
finca concreta, con su valla de gallos y su prostíbulo, que debe
permanecer en la familia. Lo suyo es administrar el poder y la gozadera.
Pero dictadura al fin. El mismo disco duro con un nuevo software con
sones para turistas. La franquicia de la opresión sigue (y va camino de
seguir después de Raúl) en manos de los Castro.
Normalmente, cuando alguien te dice que alguna cosa ha cambiado, tú
sabes (y si no sabes, preguntas) con respecto a qué. Así, podemos decir
que con el mismo Fidel las cosas cambiaron más de una vez. Sin que esto
hubiera servido para nada. Por ejemplo, cambiaron para menos peor si
comparamos la década de 1960 con la de 1980. Luego, reempeoraron de
vuelta a principios de la década de 1990. Siempre de peor para menos
peor, y viceversa. Pues si hablamos de cambios para mejor habría que
llevar la tabla comparativa a diciembre de 1958. El problema es que
nadie se atreve a tocar esa tecla. Ni en Cuba ni en Miami. Porque lo
irrefutable, lo trágico, lo obvio, el dato molesto que deslizamos bajo
la alfombra con autodestructivo disimulo, es que el batistato fue
nuestro último referente de bienestar y, respecto al castrismo, también
de libertades.
Cuando nos dicen que las cosas han cambiado con Raúl en verdad nos están
diciendo que no le pidamos ningún cambio a Raúl. De este modo, debemos
tomar a la nueva clase media raulista, opuesta a las reformas políticas,
como fe de una falaz apertura económica.
Estos cuentapropistas constituyen un fenómeno único en la historia. Se
trata de una clase empresarial que le exige a una nación extranjera el
mercado que le prohíben en la suya. En cuanto a las garantías
ciudadanas, debemos tomar por liberalización la posibilidad de criticar
aquellos temas en que la dictadura haya levantado la veda. Jugando con
la cadena pero no con el perro. La vigilada crítica del ayer como
lavatorio del abuso de hoy y de mañana. En la condena a la espontánea
homofobia inherente a nuestra sociedad se lava la responsabilidad por la
persecución institucional a los homosexuales. En cuanto a la cultura, el
rechazo al remoto quinquenio gris ayuda a lavar la sibilina garra del
actual quinquenio prieto.
Parafraseando la trillada máxima de Giuseppe de Lampedusa: Raúl está
cambiando lo necesario para que nada cambie. A diferencia de Fidel, no
pretende dejarle al mundo una gesta titánica. Lo suyo es dejarles a sus
hijos las llaves de la caja fuerte. Suelta ya ese mantra. Las cosas
habrán cambiado con Raúl cuando cambien a pesar de Raúl.
Source: El mantra del cambio-fraude en Cuba | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-reynaldo/article158837229.html
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