lunes, febrero 27, 2017

La Isla en reversa

La Isla en reversa
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 27 de Febrero de 2017 - 06:48 CET.

En los años que tuve la dicha de vivir y trabajar en el barrio de El
Cerro pasaba frecuentemente frente al hogar de los Payá. La imagen de la
fachada, pintada con letras negras y donde se podía leer "Payaso
Sardiñas" y otras barbaridades, es algo que pocos comentan, y en el
exterior casi nadie sabe. No me aventuraría a asegurar que alguna vez
lanzaron excrementos contra la puerta. Pero era y parece que sigue
siendo lo usual.

A cada rato corría un rumor que como una ola llegaba a todas las casas:
acto de repudio en casa de Oswaldo Payá. Decenas de personas se paraban
frente al hogar católico donde había mujeres y niños para gritar
obscenidades; me contaban que algunos vecinos de toda la vida se
prestaron para cosas tan infames, hasta que la vergüenza de esos vecinos
hizo que el régimen tuviera que movilizar piquetes de repudiadores de
los hospitales y las fábricas cercanas.

En el Hospital Salvador Allende, antigua Quinta Covadonga, trabajaba un
hermano de Oswaldo, brillante médico internista, como todos ellos.
Muchos colegas alguna vez quisieron acercarse y decirle que aquello
estaba mal, que lo que hacían con la familia era un abuso. Pero el miedo
que cada cubano lleva adentro por medio siglo, y generación tras
generación, ha impedido ser solidarios, incluso con el mismo Oswaldo, un
ingeniero de Electromedicina a quien le daban las rutas y los más
complicados trabajos sin que nadie protestara o tomara su relevo.

Por eso la casa de la familia de Payá, en el corazón del modesto barrio
de El Cerro, es todo un símbolo. Esa pequeña salita tiene un inmenso
significado, y nunca mejor lugar para dar cita a un evento como la
entrega del Premio Oswaldo Payá Libertad y Vida. Rosa María, su hija, ha
hecho según profetizó el Apóstol: lleva en si el decoro que a muchos falta.

Cuando se anunció que el premio sería entregado en esa casa, quienes
conocemos bien a la Cuba de hoy sabíamos que el régimen lo impediría de
cualquier manera. Y cuando se escribe "de cualquier manera", es
necesario leer exactamente de cualquier manera. Los que parecen que aún
no sabían con quienes estaban lidiando eran Luis Almagro, secretario
general de la OEA, Mariana Aylwin y el expresidente Felipe Calderón.

El señor Almagro, quien por cierto ha tenido una actitud digna y
responsable en la OEA, ha preguntado con una mueca de contrariedad que
por qué le hacen esto a él, quien tiene un cuadro de Ernesto "Che"
Guevara en su oficina. El "Che" fue, sin casualidades, el mismo
personaje que en Punta del Este se sintió orgulloso de ser expulsado de
la organización que ahora Almagro preside. Al mismo tiempo, la vieja
militancia de izquierda de Luis Almagro es harto conocida, y de lo cual
presume con modestia. Pero esto, Luis, es otra cosa…

Para la prensa oficialista lo único que sucedía por entonces en La
Habana era la visita de los legisladores Patrick Leahy por Vermont, Tom
Udall (Nuevo México), Michael Bennet (Colorado) y otros. El senador
Leahy ha sido uno de los más activos en desmontar el andamiaje del
embargo y otras medidas restrictivas al comercio con Cuba. Estos y otros
políticos norteamericanos siguen creyendo que la vía para lograr cambios
políticos y económicos en Cuba es bajar el nivel de confrontación.
Apelan al paradigma sistémico de que a mayor presión sobre un sistema,
este se reorganiza y se hace más fuerte al interior. El humanismo y la
sabiduría de Patrick Leahy en el Senado norteamericano son bien
conocidos. Pero míster Patrick, esto es otra cosa…

Esta "otra cosa" es un sistema atrapado en el tiempo cuya estabilidad
depende de la inestabilidad, o cuya existencia depende de vivir en la
subsistencia. Es un motor de dos palancas, la primera y el retroceso.
Cuando parece que va a arrancar, ahí se queda, ronroneando. Y cuando
parece que va cambiar a la segunda, ¡sorpresa!, marcha atrás.
Parafraseando al dictador bolchevique, un paso para adelante y dos para
atrás. Ni el señor Almagro ni míster Leahy deben tomarlo personalmente.
No lo entienden. Es posible que no lo entiendan jamás. Tendrían que
preguntarles a los carretilleros, a los vendedores de baratijas en
Varadero, a los vianderos de los agromercados, a los boteros de todas
las horas…

¿Cuánto tiempo podrá el régimen manejar mirando por el espejo hacia
detrás sin chocar con la Historia? Nadie lo sabe. Lo que sí se puede
saber es de los caprichos de la naturaleza; a la noche le sigue el día,
y no la noche otra vez. Lo que ha sucedido en La Habana la semana pasada
debe alertar a quienes creyeron de buena fe que echándole combustible a
la Isla, esta iba a ir hacia adelante. Hoy lo sabemos con certeza: van
reversa y no hay marcha adelante. Al menos no en la dirección que avanza
el tráfico mundial. A quienes conducen la Isla-guagua eso no les quita
el sueño.

Desde la otra orilla, expertos conductores parecen dejarles hacer: esta
no es la guagua jacarandosa, merenguera de Juan Luis Guerra: la Isla no
va a poder manejarse toda la vida contra del tráfico, mirando por el
retrovisor, y en marcha atrás.

Source: La Isla en reversa | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1488133508_29250.html

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