El castrismo es anticubano
GINA MONTANER
Una vez más me quito el sombrero ante Rosa María Payá por su coraje y su
empeño en desmontar las falacias de la dictadura castrista.
En esta ocasión la hija del desaparecido opositor cubano Oswaldo Payá
–quien murió en extrañas circunstancias como consecuencia de un supuesto
accidente de tráfico cuando lo seguía la policía política– regresó a
Cuba con la intención de entregar los premios que llevan el nombre de su
padre.
A dicho evento, que consiguió celebrarse en el domicilio habanero de la
familia Payá junto a medio centenar de personas, no pudieron acudir tres
reconocidos galardonados: el ex presidente mexicano Felipe Calderón, la
ex ministra chilena Mariana Aylwin y el Secretario General de la
Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro. Sencillamente el
gobierno cubano les prohibió ingresar en el país porque, según un
comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, eran
cómplices de una "provocación anticubana".
Ya se sabe que desde hace años la dinastía de los Castro confunde sus
intereses –que son los de su estirpe y la corte que la acompaña– con los
del pueblo cubano, que desde hace casi seis décadas no tiene memoria de
una sociedad abierta y democrática con gobiernos que se eligen
libremente en las urnas.
Los Castro han llegado a creerse que encarnan al señor feudal que maneja
el destino de la gleba y por eso persiguen sin tregua a cualquier
persona que ose sacudir su feudo: por ejemplo, ahora Rosa María y en el
pasado su propio padre, al frente del Movimiento Cristiano de Liberación
y su Proyecto Varela, que proponía un plebiscito que en su momento hizo
temblar los cimientos de la dictadura.
Tal y como ha reiterado Ángel Carromero, el político español que
conducía el auto en el que perecieron Payá y el también activista Harold
Cepero, a los dos opositores los eliminaron aprovechando un supuesto
siniestro en una apartada carretera de Oriente. Para el gobierno alguien
como Payá resultaba demasiado peligroso porque su coherencia y su
integridad ponían al descubierto ante el mundo las maniobras de un
régimen despótico.
Desde entonces su hija Rosa María y su viuda Ofelia Acevedo han tomado
el relevo. Su misión es continuar el legado de Payá y valerse de todas
las plataformas internacionales para denunciar los atropellos que el
Estado cubano comete contra sus ciudadanos.
Junto con otros jóvenes activistas de Latinoamérica que defienden los
derechos humanos allá donde son pisoteados, Rosa María viaja por el
mundo desenmascarando a una revolución que vendió el sueño de la utopía
y se convirtió desde el principio en una distopía comunista. Ahora,
recurriendo a un permiso de entrada que tiene vigente, ha regresado a su
hogar para demostrarles a la cara a los señores feudales que la gleba
pare corazones libres como el suyo.
Como cabía esperar, la dictadura castrista ha descalificado a los
ilustres invitados que no pudieron recoger su premio "Oswaldo Payá" en
La Habana. Son tan predecibles como un disco rayado y pretenden difamar
con viejas soflamas que solo los más estalinistas (increíblemente
todavía los hay) repiten como cacatúas. Con gran tino, el Secretario
General de la OEA ha calificado de "ridículo" que el gobierno piense que
el acto afectaría "el bienestar del pueblo cubano o las relaciones
bilaterales con Estados Unidos."
Eso también lo sabe el régimen cubano, pero lleva demasiados años
instalado en la Edad Media de su trasnochado feudalismo y solo le queda
la desvergonzada pantomima de los gobiernos que denuestan la verdad.
No hay nada más anticubano que el castrismo. Cincuenta y ocho años
imponiendo pobreza, mordaza y encierro son la prueba más incontestable
de su desprecio. Una verdadera provocación contra todo un pueblo. Los
Payá, vivos o muertos, no descansan hasta acabar con el vasallaje
©FIRMAS PRESS
Twitter: @ginamontaner
Source: El castrismo es anticubano | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/gina-montaner/article135139914.html
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario