El Estado pelea contra los boteros
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 27 de Febrero de 2017 - 06:55 CET.
El Estado cubano, actuando como un único y poderoso patrón donde la
población no ha sido más que un rebaño de asalariados sin derecho a
protestar ni exigir, ha aplicado siempre el principio de "ordeno y
mando". Este principio, tal vez válido cuando todo le pertenecía
absolutamente, se ha vuelto obsoleto con la aparición del trabajo por
cuenta propia y el surgimiento de micronegocios y microempresas
particulares, los cuales ya no le pertenecen ni dependen directamente de él.
Esta nueva situación parece no haber sido comprendida por las
autoridades. En las nuevas y diferentes condiciones, pretenden continuar
ejerciendo el poder absoluto con disposiciones y medidas arbitrarias,
burocráticas y dogmáticas, sin tener en cuenta ni respetar los intereses
de los nuevos sujetos económicos. Tales intereses entran en
contradicción con los estatales y hasta con algunos aspectos de los
denominados "sociales" promulgados por las autoridades. Y es que en
nombre de "la defensa de los derechos del pueblo y de los humildes", se
han cometido bastantes arbitrariedades e irregularidades, que han
afectado precisamente a quienes dicen defender.
El trabajador por cuenta propia, al igual que el pequeño negociante o
empresario, debe, en el ejercicio de su actividad, pagar elevados
impuestos al Estado, comprarle a precios exorbitantes los insumos que
necesita, cubrir sus gastos y obtener alguna ganancia, que le permita,
en primer lugar, sobrevivir y, de ser posible, invertir para su
funcionamiento, mantenimiento y desarrollo. Este proceso se produce en
el marco de la oferta y la demanda, la cual, para que funcione
exitosamente, no puede ser sometida a "camisas de fuerza burocráticas".
La única forma de regular la oferta y la demanda es mediante el
equilibrio entre ambas, o sea, que lo que se oferte cubra la demanda. De
no ser así, a mayor demanda y menor oferta, precios más altos y, a la
inversa, precios más bajos.
Si el Estado y las autoridades que ejecutan sus políticas quieren
competir con los particulares, deben ser capaces de ofrecer mejores
servicios y productos de calidad a precios más bajos que los de ellos.
Acorralarlos y aplastarlos, mediante decretos y disposiciones
limitantes, nunca ha sido una política inteligente.
El actual forcejeo entre el Gobierno y los taxistas particulares no se
resuelve aplicando el "ordeno y mando". En definitiva, los taxistas
particulares han surgido y se han desarrollado debido a la insuficiencia
del transporte público y a su pésimo servicio, de lo cual son
responsables el Estado y el Gobierno. Han venido a aliviar la carencia
del mismo, y sus elevadas tarifas responden a los también elevados
gastos en que incurren, para poder ejercer su actividad.
Si existiera un buen servicio público de transporte a bajo precio, no
serían necesarios tantos taxistas ni sus tarifas serían tan altas. ¿Por
qué el Gobierno, que ha sido incapaz durante años de resolver el
problema del transporte público, no permite que este pase a manos de
inversionistas privados, como era y funcionaba durante la República,
cuando existía la Cooperativa de Ómnibus Aliados?
Este enfrentamiento actual debe constituir un alerta, tanto para el
Estado como para sus autoridades, ya que situaciones similares pueden
aparecer en otros sectores de la fragmentada sociedad cubana: paladares,
cafeterías, cooperativas de todo tipo (las mal denominadas "no
agropecuarias"), etcétera.
El surgimiento de la propiedad privada y su consolidación, tanto cubana
como extranjera, aunque aún sea incipiente y lenta, exige un nuevo tipo
de actuación de parte del Estado y de sus autoridades. Los tiempos del
"ordeno y mando", basados en el poder absoluto sobre toda la sociedad y
sus bienes, tienen los días contados.
Source: El Estado pelea contra los boteros | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1487712369_29139.html
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