¿Solamente indisciplina social? ¿Y los crímenes?
JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ | La Habana | 28 de Noviembre de 2016 - 05:00 CET.
En el actual ciclo de asambleas de rendición de cuentas, los delegados
del Poder Popular llaman la atención de sus electores sobre "el
incremento de la indisciplina social". Argumentan en sus informes que
"estos comportamientos impiden, en muchas ocasiones, llevar a
cumplimiento determinadas tareas de choque propuestas por el Estado".
Pero, desafortunadamente, ninguno de los planteamientos ciudadanos en
estas asambleas se interesa por llevar a debate la violencia que impera,
y que supera por mucho a la llamada "indisciplina social", una categoría
donde se agrupan el uso indebido de vertederos de basura y de las áreas
comunes, los altos decibelios después de medianoche, los juegos de
pelota y futbol en la vía, el maltrato a la propiedad pública o los
incumplimientos de los deberes cederistas.
No pocos analistas consideran que la violencia constituye una enfermedad
letal para la sociedad, y afirman que su erradicación exige de una alta
dosis de voluntad política para definir y enfrentar sus causas. En el
caso de Cuba, la voluntad política está definida para ocultar cifras o
índices sobre la violencia, e incluso sobre cualquier hecho delictivo en sí.
Los medios de prensa e información estatales en la Isla no hacen eco
—tampoco existen datos en la Oficina Nacional de Estadísticas— de la
violencia que se incrementa en cada barriada, imponiéndose casi como ley
de sobrevivencia y convivencia.
Como apunta el periodista independiente Weiner Martínez, "salvo en
seriales televisivos —Día y noche, por ejemplo– para el régimen cubano
no existe ni violencia ni delincuentes ni vandalismo". Las únicas
referencias, en relación con hechos violentos, que el régimen permite
divulgar es la violencia de género o intrafamiliar.
En los testimonios de familias, donde algún miembro ha sido víctima de
actos violentos, se ponen a relieve una realidad que, de indagarse a
fondo, puede explicar por qué ni siquiera la sociedad civil quiere
visualizar o hablar abiertamente del fenómeno.
"Mi hijo fue baleado hace dos meses aquí en el barrio [El Canal]", narra
una madre que asegura que no solo vive el dolor "de haberlo perdido,
sino también el de saber que su matador estará en libertad dentro de
cuatro o cinco años a lo sumo".
En la barriada de San Francisco de Paula otra madre sufrió, en octubre
del año pasado, "la pérdida de mi niña de 17 años apuñalada por su
propio novio". El sujeto fue condenado a ocho años de privación de
libertad. El caso fue expedientado por las autoridades policiales como
"crimen pasional".
Mata, que dios perdona
A mediados de este año, una reyerta en la barriada de Párraga tuvo como
saldo, para una sola familia, un lesionado de gravedad y un fallecido.
El padre de ambos dice no responsabilizar a los victimarios: "Estos
hechos son resultado de la cultura carcelaria que imponen los
delincuentes en los barrios y que ante esta cultura las leyes y el
Gobierno hacen la vista gorda".
Con apenas 25 años Yaser afirma que su lista sobrepasa los 20
"lesionados" por arma blanca. Nunca ha sido acusado o condenado por la
comisión de estos hechos. Comenta que "esto es lo que hay, ekobio, esto
es lo que se vive aquí en las calles. A la autoridad no le importa mucho
que se dé una puñalada por aquí, un machetazo por allá o un fogonazo
acullá. Mientras no exista mucho robo al Estado o mucha murumba de
droga, dejan el barrio tranqui".
Madre de dos adolescentes, una ciudadana del barrio San Isidro expresa
que vive "adaptada a la realidad". No está contenta con el novio de su
hija mayor, "pero él es muy respetado entre los delincuentes, y eso
significa que mis hijas estarán protegidas ante la verdad que vivimos:
herir o matar a alguien en estos barrios es tan natural como una cola
para comprar comida".
"En Cuba es mejor matar a una persona que a una vaca": la expresión
resulta grotesca, pero cada cubano sabe que entraña la verdad absoluta.
El artículo 240 del Código Penal figura que "el que […] sacrifique
ganado mayor, es sancionado con privación de libertad de cuatro a diez
años". Mientras, el artículo 261 figura que "el que mate a otro, incurre
en sanción de privación de libertad de siete a 15 años".
Sin embargo, datos obtenidos de tribunales populares, y declaraciones de
autores de este delito, indican que la condena promedio por homicidio es
de diez años. La "buena conducta del sancionado" puede librarle hasta
tres o cuatro años de su pena original.
Esta es una de las razones que otorga impunidad y que propicia el
imperio de violencia bajo el cual, ni siquiera víctimas o dolientes
somos capaces de advertir que no se trata de hechos excepcionales,
casuales o aislados, sino parte cotidiana de nuestras existencias.
Source: ¿Solamente indisciplina social? ¿Y los crímenes? | Diario de
Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1480009466_26946.html
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