sábado, diciembre 05, 2015

SOS para los matrimonios

SOS para los matrimonios
[04-12-2015 00:35:49]
Steve Maikel Pardo Valdes

(www.miscelaneasdecuba.net).- La producción televisiva cubana continúa
su azaroso camino, cada temporada en su horario estelar se nos presentan
nuevas ofertas de dramatizados y telenovelas de factura nacional. A
veces tocan puntos sensibles de nuestro entramado social, jamás del
político que ha devenido en tabú, solo dejan ver por los pequeños
resquicios el drama familiar que se vive hoy, economías devastadas,
hogares divididos o conflictos existenciales a los que no se les atisba
solución alguna.
Ante el bregar de la vida cotidiana y tanta modernidad muchas veces no
nos detenemos a pensar en ciertos detalles de nuestra existencia. Para
los que estamos casados, ya sea de forma legal o sentimental, al final
lo realmente importante es el vínculo que nos une, un dilema que se nos
presenta, a unos más que a otros tal vez, es el tema de la fidelidad.

La variabilidad histórica - cultural en la concepción y realización del
matrimonio, como unión físico espiritual, nos indica que es propio de la
sexualidad y naturaleza humanas una cierta estabilización o
formalización de determinadas esferas de nuestra vida, algo así como un
seguro que nos mantenga dentro de nuestra zona de confort.

Si revisamos un poco de historia veremos como dato revelador el hecho de
que los grandes movimientos modernos como el liberalismo, el socialismo
y el conservadurismo, elaboraron no solo determinadas teorías sobre el
Estado y un sistema económico propios, sino que además desarrollaron una
visión específica sobre la manera de manejar esta arista tan humana.

Todo lo cual nos llevaría a plantearnos la pregunta de si verdaderamente
existe algo así como una naturaleza permanente del matrimonio y, si nos
atrevemos a ir un tanto más allá, a dilucidar las causas que vienen
produciendo cambios tan radicales que han llevado a esta institución,
hasta hoy fundamento de la estructura social, a una verdadera crisis.

De adolescentes muchos padecíamos de una incapacidad casi congénita de
practicar la monogamia, nos resistimos a ser fieles de manera innata,
dentro del grupo siempre habíamos quienes nos ingeniábamos en las
fiestas de barrio para dejar latiendo con celeridad más de un corazón,
teníamos una abultada libreta de teléfonos que blandíamos cual trofeos,
¡en la Cuba de mis tiempos aun no estaba difundido el uso del móvil y
su utilitaria lista de contactos! Con los años crecimos y maduramos,
bueno algunos, y nos percatamos que esta actitud ya iba pasando, de que
no se puede amar y desamar cual si de un deporte se tratase.

Hoy por hoy muchos afirman que el concepto tradicional de pareja se nos
presenta ya al borde de una última estocada. Claro está que no existen
estudios concluyentes que afirmen o denieguen que la especie humana es
genéticamente polígama, sin embargo si es extensa la lista de autores
que apoyan lo beneficioso de la relación estable y monógama, tanto en el
plano psicológico, económico y social, mas aun si existen hijos frutos
de esta unión, niños que crezcan con la posibilidad invaluable de
observar en sus padres una relación de confianza, lealtad, ternura y amor.

Algunos defienden la infidelidad o la poligamia esgrimiendo argumentos
que les hacen parecer a primera vista personas de vasta cultura y
carácter desenfadado, todo lo cual esconde en si su incapacidad de poder
confiar en alguien, llegan a citar incluso como ejemplo el caso de
países distantes del Oriente donde es perfectamente aceptable que un
hombre tenga varias esposas, y ojo con ello, siempre es el hombre el que
puede tener, tener, tener, no les parece ciertamente machista esta
postura, sin olvidar además de que la poligamia en estos casos posee una
función socioeconómica vital en estas culturas constituyendo ello un
símbolo de poder, obsérvese asimismo que por esos lares, tristemente, la
mujer tiene menos derecho que una oveja o una vaca, es un mero objeto
sexual. O por ejemplo aquel concepto de matrimonio abierto a la europea
que hace algunos años constituyo una moda en el viejo continente y que
supuestamente permitía a los esposos unas vacaciones matrimoniales de
vez en vez con vidas sexuales paralelas, sin embargo la dura realidad no
demuestra que esa modalidad de vida conyugal haya hecho disminuir en
momento alguno las tasas de enfermedades por ansiedad, estrés,
depresión, adicciones o suicidios que se padecen dichas sociedades. Creo
que estos argumentos no resisten más análisis, ¿verdad?

Diversos pueden ser los motivos desencadenantes de dicha crisis, el
contexto de transito de un tipo de sociedad a otra, de una de signo
agrario a otra industrializada y urbanizada, la disolución de las líneas
entre las esferas públicas y privadas debido a las nuevas tecnologías de
la comunicación que dejan poco margen a la privacidad. La solvencia
económica o la disponibilidad de un espacio vital e íntimo para la
pareja, factores como la falta de comunicación o pérdida de la
confianza, además de la cultura y la arquitectura social que resultan
elementos claves para tratar de entender este complejo fenómeno.

Aun así muchos ven al matrimonio y a la familia que se crea tras éste
como una especie de regulador antropológico indispensable frente a una
atmosfera social racionalizada y en cierta medida hostil, donde la
relación de pareja se convierte en refugio para su demanda de afecto, el
regazo donde tomar nuevos bríos para salir a pelear al mundo. Hoy se nos
plantean importantes retos, la cuestión fundamental es saber aprovechar
todos los elementos positivos de la concepción del matrimonio sobre la
base de la igualdad entre el hombre y la mujer, otorgándole mayor
versatilidad a esta unión, construyamos confianza y ampliemos nuestra
área de confort sin renunciar a nuevos retos y horizontes compartidos,
un proyecto de futuro donde primen el amor y sobre todo el respeto mutuos.

Muy a pesar de esas tramas ficticias de telenovela que hoy bombardean
nuestros hogares, donde el personaje de éxito es un chulampin con ruedas
y dinero, digamos a manera de complemento que el matrimonio ha de ser un
acto de fe, de sinceridad y confianza mutuas, una decisión libre a la
que se lleva por convicción y no por coacción o necesidad perentoria,
decisión para la cual hemos de estar preparados física y espiritualmente
ya que con él se contraen ciertas responsabilidades que debemos asumir
con madures.

Ya me lo decía aquel viejo amigo entre las letras de un poema: el hombre
más libre que conocí iba atado al corazón de una mujer.

Source: SOS para los matrimonios - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5660d1d53a682e14c4ad58fd#.VmGvivmDGko

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