Notas sobre un incidente absurdo
Aparecieron las propuestas de emprender acciones de distintos tipos para
presionar y curarle la sordera voluntaria a Raúl Castro, Miguel Díaz
Canel, Abel Prieto y un tal Alfonsito de un tal departamento Ideológico
que lo he oído nombrar durante toda mi vida y jamás para bien…
Eliécer Avila
noviembre 30, 2015
Durante la última semana me llegó por tres vías diferentes la invitación
a participar en la Asamblea del G20. El G20 es un grupo independiente de
prestigiosos cineastas cubanos que han tomado la iniciativa de impulsar
una Ley de Cine que les de garantías para desarrollar su trabajo como
creadores, en un marco de derecho para el ejercicio libre de la
responsabilidad individual.
Como joven cubano, cinéfilo, intruso independiente en la creación
audiovisual y con intereses políticos, me pareció sumamente interesante
poder escuchar a los artistas cubanos en su legítima defensa contra la
censura y los obstáculos que desde el sistema y las instituciones
afectan sus obras.
La tarde parecía ser muy disfrutable, así que animé a mi esposa y a dos
de mis grandes amigos a pasarnos por el lugar del encuentro y luego
tomarnos unos helados en la recién inaugurada cafetería de 23 y 2.
Antes de salir de casa mi esposa me preguntó si debíamos llevar la
cámara o algo para anotar. Le dije que no, que éste era un espacio para
ir a aprender y escuchar a gente de mucha experiencia que por años han
sido magos para hacer realidad sus proyectos y que por fin hoy se han
juntado para construir un legado mucho más respirable para las nuevas
generaciones de creadores.
Consecuente con esa idea de no hacerme notar ni distraer a nadie, nos
sentamos en una esquina del local, fuera del foco principal de la
actividad. Al ser de los primeros en llegar, fue inevitable que saludara
a algunos de los cineastas que ya conocía y también me hizo un gesto
amable un señor alto y grueso con una camisa de cuadros azules chillones
que luego alguien me dijo asombrado, "ese es Roberto Smith, el director
del ICAIC".
Empieza la asamblea precisamente con las palabras de el mencionado
Director, de las que se me quedó pegada una frase: "el derecho de las
instituciones a decir SI o a decir NO", sobre lo que de debe exhibir
públicamente. Luego se leen tres sendos textos. Uno es la carta de
Enrique Colina inspirada en la expulsión de Cremata y la censura a su
obra. Otra de alguien al que cariñosamente le llaman "Juani" en el
gremio, camagüeyano que no pudo llegar para estar presente en la
actividad y el tercero de un joven crítico de arte muy elocuente que
aparece en el programa Secuencias de la Televisión cubana.
Los tres textos, aunque extensos, reflejaron de una forma magistral tres
visiones distintas pero coincidentes en esencia sobre la problemática de
la producción artística y cinematográfica, tanto en sus aspectos
históricos como actuales, pero más allá de eso aportaron luz sobre las
causas eminentemente políticas del conflicto entre creadores e
instituciones.
Con altura y elegancia profesional e intelectual, allí escuché criterios
mejor formulados y de mayor peso político que en la mayoría de las
reuniones de la oposición en las que yo haya participado. Fue tan
aplastante el despliegue de argumentos, datos, y análisis que el señor
Director ya no podía dejar de hacer unos gestos de nervio con la boca y
la cara se le ponía cada vez más colorada. Pero a él y a los dos o tres
funcionarios que lo acompañaban lo que más le molestaba no era la paliza
moral y ética que allí le estaban propinando, ni la claridad inédita con
que se cuestionó con nombres y apellidos al gobierno cubano y sus
sensores. Lo que no pudieron soportar los "cuadros" es que yo estuviera
escuchando. Pues la evidencia dejaba claro que somos muchos más, somos
casi todos los que pensamos distinto al poder.
Cuando ya la cosa parecía que no podía empeorar le pasaron la palabra al
que quisiera hablar. Y de nuevo, otros cineastas y especialistas de la
industria se sumaron al aguacero de cuestionamientos expresando además
la frustración de tres años de gestiones "por los canales establecidos"
sin resultado a la vista ni interlocutor que se haga responsable del
tema. En éste punto, se pasó al escalón siguiente como paso lógico en
cualquier lucha cívica. Aparecieron las propuestas de emprender acciones
de distintos tipos para presionar y curarle la sordera voluntaria a Raúl
Castro, Miguel Díaz Canel, Abel Prieto y un tal Alfonsito de un tal
departamento Ideológico que lo he oído nombrar durante toda mi vida y
jamás para bien…
Dentro de las propuestas de acciones, estaba la de redactar una
declaración como grupo, filmar unos videos denunciando la situación e
incluso la de hacer una protesta pública. Ya no solo para exigir lo de
la Ley de Cine sino de paso para apoyar a Cremata y a otros creadores
vergonzosamente vilipendiados en los últimos meses.
Llegado este punto, yo seguía sentado en mi esquinita escuchando con
atención y maravillado de cómo un grupo de personas preparadas y de
buena voluntad podían organizarse en defensa de sus derechos sin
influencias de nadie, movidos únicamente por su sentido elemental de
justicia y su verdad.
Casi terminada la reunión, cuando ya se iba a proceder a la votación
final para decidir cual de las acciones se realizaría en primera
instancia. Nadie se había percatado de que hacía unos minutos el
Director había abandonado la sala nada más y nada menos que para llamar
a la Seguridad del Estado y decidir de conjunto cómo dinamitar la
reunión que hasta ese momento había sido impecable e histórica. Para
desgracia mía, lo único que se les ocurre es ir a mi esquinita a
intentar sacarme del lugar, bajo la novedosa acusación de ser un
"contrarrevolucionario".
Esto me lo comunica el propio director, que al menos por respeto,
debería estar escuchando a los cineastas y poniendo atención a sus
propuestas. Pues para eso lo invitaron allí. Si, porque él realmente era
un invitado más a la asamblea, sin derecho alguno a expulsar a nadie ni
hablar a nombre de todos los presentes. Al provocarse la algarabía para
expulsarme varios de los artistas se acercaron a manifestar su
desacuerdo con el oportunista expulsador, pues se suponía que el evento
era abierto y así se hizo saber por distintas vías, sin contar que mi
actitud como espectador era impecable. Además, ya se había tomado el
acuerdo de publicar lo allí transcurrido en un blog de uno de los
cineastas, así que resultaba en extremo incoherente negarme la
posibilidad de escuchar lo que en definitiva se iba a hacer público.
De hecho en la asamblea estaban presentes varias personas que no eran
cineastas ni pertenecían al grupo fundacional. Uno de ellos acababa de
hablar y su intervención significó un excelente aporte al encuentro.
Viendo que no tenían cuórum que los apoyara sino todo lo contrario, los
"cuadros" y dos segurosos que enseguida se me pegaron, tuvieron que
conformarse con pararse como estacas delante de mí mientras los
cineastas contra viento y marea burlaban el sabotaje y hacían su votación.
En unos pocos segundos, como si estuviera viendo una película fruto de
la imaginación de cualquiera de los presentes, tenía ante mis ojos los
personajes exactos que durante toda la tarde habían sido descritos en
cada intervención… Estos personajes no escucharon nada de lo allí
expuesto, y en total sintonía con su espíritu natural arrogante e
intolerante no solo irrespetaron la asamblea sino que para completar el
absurdo, intentaron hacer cómplices a los presentes de un acto de
represión que constituye el motivo exacto de la propia existencia del G20.
Terminado todo, una funcionaria que acompañaba al director me dice que
si puede hablar conmigo aparte, le digo que encantado y me plantea que:
"tu presencia aquí frustra el diálogo entre los cineastas y la
institución" yo la miro de verdad con lástima, pues no concibo que en la
cabeza de alguien sano quepa la idea después de tantos años de luchas
infructuosas, de que mi presencia hoy es la causante de la falta de
honor, responsabilidad y vergüenza que han manifestado los dirigentes
aludidos. Creo que si bien el Director encarnó perfectamente el papel de
censor, esta buena señora protagonizó el de la autocensurada. En ambos
casos estuvieron de premio…
Gratificante después del mal rato fue el saludo de varios de los
cineastas, actores, escritores y críticos presentes. A los cuales
felicité de todo corazón por haber ganado este espacio. Ellos me decían
que no estaban satisfechos, y los entiendo. Pero creo con toda
sinceridad que están varios pasos delante de muchos otros gremios. Los
maestros, ingenieros, abogados, médicos, periodistas y muchos otros
sectores profesionales que sufren el mismo problema y otros adicionales
ni siquiera han dado el primer paso para unirse y protegerse unos a otros.
Yo creo que este grupo de cineastas ya está escribiendo una página
importante de su legado en defensa de la dignidad de todos los cubanos.
Ojalá sirvan de inspiración y ejemplo para muchos.
Espero que me sigan invitando a sus asambleas pues yo me porto muy bien.
Al que no deben invitar más es a Robertico que se pone nervioso y nos
destroza la actividad…
Publicado en la página digital Somos+
Source: Notas sobre un incidente absurdo -
http://www.martinoticias.com/content/icaic-somos-mas-cuba-eliecer-avila/110201.html
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