Incongruencias gramaticales
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 30 Oct 2015 - 10:46 am.
'Confusiones oficialistas' que se han repetido por los medios durante
más de medio siglo, y se han sedimentado en las mentes de muchos cubanos.
Cuba es un país de viejos, comenzando por los principales dirigentes del
Partido y del Estado quienes, para mantenerse en el poder, alegan su
historicismo revolucionario, como si este fuera un derecho divino.
Además, como planteara en su momento el ya fallecido obispo de Santiago
de Cuba, monseñor Pedro Meurice, han confundido a los ciudadanos,
utilizando las palabras Partido como sinónimo de Patria y Revolución
como de Nación, así como establecido que ser revolucionario es ser
incondicional al régimen. Estas "confusiones oficialistas" se han
repetido por los medios durante más de medio siglo, y se han sedimentado
en las mentes de muchos cubanos.
Los partidos políticos son organizaciones que no tienen relación directa
con la patria y, por lo tanto, no pueden sustituirla, y las
revoluciones, como fenómenos sociales, tienen un comienzo y un final, y
no constituyen, como se ha querido hacer creer, un proceso eterno en el
tiempo. En el caso de la cubana, tal vez se extendió hasta el año 1975,
cuando se implantó la denominada institucionalización. Después, de
acuerdo a la Constitución, lo que ha existido es un Gobierno, que ha
respondido y responde a una única ideología.
Publicar una declaración oficial firmada por el Gobierno Revolucionario
de Cuba constituye un absurdo, ya que este legalmente no existe pues, de
acuerdo a la Constitución, lo que existe es el Gobierno de la República
de Cuba. También constituyen absurdos acreditar a la Revolución la
curación de un enfermo, la culminación de sus estudios por un
universitario, la edificación de una vivienda o la reparación de un
puente, por señalar solo algunos ejemplos. Estos no son más que
servicios y acciones del Gobierno.
Prolongar indefinidamente en el tiempo la Revolución, y crear toda una
mística alrededor de ella, así como confundir las palabras, ha sido y es
una manipulación maquiavélica, que le ha dado buenos dividendos a los
dirigentes cubanos, tanto nacional como internacionalmente. Así, quien
cuestiona al Partido está cuestionando a la Patria, quien critica a la
Revolución, está criticando a la Nación, y quien no es incondicional al
régimen deja de ser revolucionario. El Gobierno, como tal, sale indemne
de todas estas situaciones y, además, saca ventajas políticas de ellas.
Cambiar este esquema no es tarea fácil, pero es necesario enfrentarla. A
este objetivo ayuda que hace tiempo el puritanismo revolucionario de los
primeros años, el cual algunos pretenden rescatar más de forma retórica
que real, dejó paso a un materialismo generalizado, incentivado por la
imperiosa necesidad de sobrevivir a toda costa, ante la incapacidad
manifiesta de un sistema fracasado económica, política, social y
moralmente. Esta realidad ha hecho que muchos cubanos de diferentes
generaciones aspiren hoy a una salida de la crisis actual, a rehacer sus
vidas y las de sus familiares y a construirse un presente que les
asegure un futuro decoroso. Junto a ellos, más allá de las divergencias
conceptuales temporales, deben encontrarse quienes luchan honestamente
por un cambio en interés del bienestar de la nación.
Source: Incongruencias gramaticales | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1445894780_17734.html
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