No me digas Comandante...
febrero 27, 2014
Huber Matos acaba de morir, a los 95 años de edad. Por seis años en
Radio Martí hice un programa con él llamado Militares y democracia.
Recuerdo que tuve que superar arraigadas renuencias personales, pues
consideraba (todavía lo creo) que se intentaba en ese foro de armonizar
dos conceptos reñidos, antagónicos.
Una de las primeras cosas que me dijo cuando comenzamos a trabajar
juntos, y que siempre respeté, fue esto: prefiero que no me digas
Comandante Huber Matos. Yo fuí militar a regañadientes, por las vueltas
que da la vida. Soy civilista, soy maestro, soy pedagogo. Eso es lo que
realmente me gusta, eso es lo que yo me considero. La guerrilla, la
Sierra Maestra y todo lo que vino después fueron casualidades de la
vida, surgidas de mi deseo de que Cuba sea libre.
Poco a poco fui descubriendo que Huber tenía una visión, para mí un poco
edulcorada e irreal, de la grandeza de la Historia de Cuba, de las
hazañas y proezas de los mambises, de la potencialidad política y
vocación democrática de los cubanos. Yo le escuchaba atentamente,
siempre dubitativo y escéptico (no puedo evitarlo), pero convencido de
que hablaba con sinceridad y convicción en las cosas que decía.
Nunca olvidaré que en todo momento, en conversaciones privadas y en los
programas que hacíamos, solía aclarar algo importante que se olvida
fácilmente con el pasar de los años: la democracia no se perdió en Cuba
con el unipartidismo marxista de Fidel y Raúl Castro. Cuba ha vivido sin
democracia desde el 10 de marzo 1952. Demasiado tiempo, decía.
Ciertamente Huber no era un hombre de "derecha"; giraba siempre hacia la
izquierda democrática latinoamericana.
No voy a hablar en esta breve nota de la Sierra Maestra, de su sonado
juicio, de su largo presidio político, ni de sus años como jefe de Cuba
Independiente y Democrática (CID). Eso que lo hagan otros, si quieren.
Solo diré lo que todos saben, que fue una de las figuras más
controversiales e importantes de los primeros años de la Revolución.
El Huber Matos que yo conocí, ya en las postrimerías de una larga vida
dedicada a trabajar por la libertad de Cuba (de eso no tengo dudas), fue
un hombre con más virtudes que defectos, más luces que sombras. Un ser
humano decoroso y sencillo que con orgullo me regalaba vegetales
cultivados en su hortaliza, tomates tan dulces y ricos que parecían
haber sido abonados con azúcar! Pero para las cosas de Cuba, no he
conocido a alguien más insistente, tesonero, perseverante y trabajador.
Esa elegante sencillez, esa generosidad de espíritu y esa visión de una
Cuba libre y democrática, es la memoria que conservo y que quiero
conservar siempre de mi amigo, Huber Matos. La comparto con ustedes como
tributo para él y como catarsis para mí.
Source: No me digas Comandante... -
http://www.martinoticias.com/content/no-me-digas-comandante/32461.html
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