Derechos Humanos
«El consorcio sueco IKEA desconoce la realidad de Cuba»
Boris Luis Santa Coloma
Berlín 28-11-2012 - 5:50 am.
Vicepresidente del grupo democristiano en el Bundestag alemán, Arnold
Vaatz conversa con DDC sobre los vínculos del fabricante de muebles IKEA
con el antiguo régimen comunista de Erich Honecker.
El fabricante sueco de muebles, IKEA, encomendó hace unos meses a la
agencia de calificación de deuda Ernst & Young la realización de una
investigación sobre sus vínculos con el antiguo régimen de Erich
Honecker en la década de los ochenta. La pasada semana IKEA presentó en
Berlín los resultados de dicha investigación. Las reacciones no se
hicieron esperar: la entidad que custodia el Archivo de la Stasi —la
policía política de la extinta República Democrática Alemana (RDA)—, así
como la abrumadora mayoría de las asociaciones de víctimas del régimen
de Berlín Oriental, expresaron su decepción por este documento, que a su
juicio, no profundiza en el tema del alcance real de las relaciones
entre el ejecutivo del consorcio sueco y el otrora todopoderoso régimen
comunista de Alemania del Este.
El vicepresidente del grupo parlamentario democristiano en el Bundestag,
diputado Arnold Vaatz, conversó con DIARIO DE CUBA sobre el informe de
IKEA desde su perspectiva como político de la actual coalición
gobernante en Berlín y como antiguo opositor de la ex-RDA.
Señor Vaatz, el tema del trabajo forzado en las prisiones
germano-orientales ha cobrado fuerza en los medios a raíz del destape en
cuanto al fabricante de muebles sueco IKEA. ¿Cree usted que ya pasó el
vendaval o que se trata solo de la punta de un iceberg y que el
escándalo está aún por llegar?
Antes de hablar sobre el trabajo forzado en tiempos de la extinta
República Democrática Alemana, quiero mencionar la atención dispensada
por los medios de comunicación al caso IKEA. Se trata de uno entre
muchos otros casos de empresas occidentales que emplearon a presos para
hacer productos en el antiguo bloque de Europa del Este.
El asunto no es nuevo. Desde hace tiempo se sabe que esto ocurría antes
de la caída del Muro. Pero el tema cobró relevancia ahora con el
escándalo de IKEA por tratarse de un consorcio, es decir, de una gran
empresa. Los medios le han dado entonces bombo y platillo al asunto como
si fuera algo novedoso, cuando en realidad se sabía desde hace décadas,
pero hasta ahora había sido siempre ignorado. Esto es una crítica a los
medios de comunicación occidentales en general y a los de Alemania en
particular.
Entonces el escándalo no terminó, sino que está empezando…
IKEA no es un caso aislado, como dije anteriormente. Hay muchas empresas
más sobre las que no se habla, pero que en tiempos de la Guerra Fría
también fabricaron productos o componentes empleando a presos de países
de Europa del Este. IKEA encara el asunto no por voluntad propia, sino
porque hubo revelaciones sobre el empleo de presos políticos de la
ex-República Democrática Alemana en la fabricación de muebles y
componentes para el consorcio sueco. Pero por las razones que haya sido,
IKEA merece nuestro respeto porque dio la cara al problema, algo que
muchas otras empresas no hacen.
Lo cual no la exime de culpa. Reconocer un error es positivo, pero con
eso no se zanja el asunto…
IKEA enfrenta el problema, pero la manera en que lo hace es
insatisfactoria. En primer lugar, la investigación realizada sobre sus
vínculos con el extinto régimen de Berlín Oriental no fue realmente
independiente como afirma el fabricante de muebles, sino que Ernst &
Young la hizo por encargo del consorcio sueco. En un inicio nunca se
contempló la participación de asociaciones de antiguos opositores de la
ex-RDA ni de víctimas del régimen germano-oriental. Esto es un aspecto
negativo del informe de IKEA, que pone de manifiesto lo que dije
anteriormente de que la investigación no fue en realidad independiente,
como afirman los suecos.
Otra de las cuestiones que no aborda el informe es desde cuándo sabía la
dirección del consorcio que en la ex-RDA se estaba empleando a presos
políticos para fabricar muebles. Para resumir su pregunta, las
asociaciones de antiguos opositores de la ex-RDA quieren saber, quién de
la dirección del consorcio sabía de este asunto y quién de la jefatura
de IKEA en aquel entonces tomó la decisión de cooperar con la policía
política del régimen de Berlín Oriental. Esos dos aspectos tampoco
quedan claros en el informe de IKEA.
Para finalizar deseo mencionar que el informe no hace referencia a las
fuentes utilizadas en su elaboración "en atención a la ley alemana de
protección de los datos individuales".
En cuanto a las relaciones entre IKEA y la empresa EMIAT del Ministerio
del Interior cubano (MININT), el informe de IKEA es contundente: no hubo
tales relaciones, solo se hizo un juego de muebles de prueba, que por su
mala calidad llevó a la decisión de IKEA de no producir muebles en Cuba.
Además, como ningún preso cubano llamó a IKEA para denunciar su caso,
los suecos sacan la conclusión de que en Cuba ningún preso trabajó para
ellos.
La parte relacionada con Cuba en el informe pone en evidencia el
desconocimiento del consorcio IKEA sobre la realidad cubana. Si no fuera
un asunto tan trágico sería motivo de risa la ocurrencia del consorcio
sueco de habilitar una línea telefónica para contactar a los presos
cubanos que eventualmente pudieran haber trabajado para ellos en la
década de los ochenta. Pero más ridícula aún es la conclusión de Ernst &
Young de que no hubo reacciones desde Cuba, pues no se recibieron
llamadas telefónicas de perjudicados. Parece que ellos no saben que los
cubanos no disponen de ninguna posibilidad para informarse sobre la
línea telefónica habilitada por IKEA. El gobierno cubano prohíbe todo lo
que pueda indicar que hubo contactos entre empresas cubanas y el
consorcio sueco para producciones en la Isla. Además, ningún cubano se
atrevería a llamar por teléfono a una empresa extranjera para criticar
nada relacionado con el gobierno de La Habana, pues cualquiera en Cuba
sabe que con eso se estaría jugando el pellejo.
Si IKEA realmente desea buscar informaciones sobre lo ocurrido en aquel
entonces, no tiene más que dirigirse al gobierno cubano actual, que es
el mismo que había en aquel entonces. Por supuesto que los testigos
cubanos de las relaciones entre IKEA y empresas de la Isla correrían el
peligro de ser liquidados por el propio gobierno, que trataría por todos
los medios de evitar verse envuelto en un escándalo internacional.
Lo que le he dicho son algunas consideraciones mías para dejar claro a
los lectores de DIARIO DE CUBA la estupidez de IKEA, con su idea de
habilitar una línea telefónica en Alemania para recibir llamadas de
cubanos desde la Isla. En Cuba persiste la misma situación que había
cuando el consorcio sueco contactó a la empresa EMIAT del MININT a
través de la Stasi de la extinta RDA.
http://www.diariodecuba.com/cuba/14208-el-consorcio-sueco-ikea-desconoce-la-realidad-de-cuba
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