viernes, octubre 28, 2011

Micronegocios en Cuba: una realidad lastrada por limitaciones e incertidumbres

Cambios, Cuentapropismo

Micronegocios en Cuba: una realidad lastrada por limitaciones e
incertidumbres

Se calcula que un 25 % de las iniciativas de trabajo por cuenta propia
ha fracasado ante dificultades como los nuevos y altos impuestos, las
trabas burocráticas, la falta de un mercado mayorista o la ausencia de
demanda por la crítica situación económica del país

EFE, La Habana | 28/10/2011

Los "micronegocios" se han abierto paso en Cuba un año después de que el
Gobierno de Raúl Castro relanzara el trabajo privado dentro de su plan
de ajustes económicos, pero el futuro de esas iniciativas está lastrado
por muchas limitaciones, la precariedad y la incertidumbre.

"Muchas personas que entran en este mundo del trabajo por cuenta propia
llegan con expectativas pero cuando chocan con la realidad de la vida se
decepcionan". Quien así habla es Germán, vendedor de bisutería de 49
años y uno de los 330.000 cubanos que actualmente se dedican al
"cuentapropismo".

Este octubre se ha cumplido un año desde que entraron en vigor las
nuevas reglas para una modalidad de empleo que ya existía en la Isla
pero que el presidente Raúl Castro decidió revitalizar como una de las
medidas "estrella" de su plan de "actualización" del modelo socialista.

A diferencia del carácter temporal y la estigmatización ideológica que
tuvo el "cuentapropismo" en la década de los noventa, el empleo privado
se puede ejercer ahora en más actividades y, lo más importante, permite
que los particulares contraten mano de obra, lo que ha dado lugar a la
aparición de "microempresas".

Instalados en viviendas particulares, soportales de antiguos edificios o
simplemente en la calle han proliferado restaurantes y cafeterías,
gimnasios o peluquerías junto a cientos de puestos y "timbiriches" donde
se venden artículos religiosos, ropa, bisutería o copias "piratas" de
música y películas.

En el último año el Gobierno ha concedido unas 190.000 nuevas licencias
para el trabajo por cuenta propia, que pretende ser una alternativa a la
drástica reducción del empleo público prevista por el general Castro
para adelgazar el inflado aparato estatal.

Pero también se calcula que un 25 % de esas iniciativas ha fracasado
(sus titulares han devuelto la licencia) ante dificultades como los
nuevos y altos impuestos, las trabas burocráticas, la falta de un
mercado mayorista o la ausencia de demanda por la crítica situación
económica del país.

Muchos critican que esta tímida apertura al sector privado es muy
limitada: sólo se puede ejercer el autoempleo en una reducida lista de
apenas 180 categorías, la mayoría tan específicas y tan singulares
(forrador de botones, desmochador de palmas, pelador de frutas...) que
finalmente suponen un freno más a la iniciativa individual.

Otro de los reproches, incluso desde expertos oficialistas, es que el
trabajo privado está vetado a profesiones cualificadas y se desaprovecha
la "inversión" de la revolución cubana en educación superior.

Cuestión aparte es de dónde sacar el dinero para montar uno de estos
negocios: aunque el gobierno cubano ha anunciado que permitirá los
créditos bancarios esta posibilidad no acaba de arrancar y la mayoría de
las aventuras del trabajo privado fueron posibles gracias a las remesas
procedentes del exterior.

Una de las quejas más extendidas es la falta de un mercado a precios
mayoristas, necesario sobre todo para los nuevos restaurantes
("paladares" en Cuba), cafeterías o puestos de venta de comida rápida
que se han multiplicado en el país: más de un 22 % de las nuevas
licencias concedidas son para este tipo de actividad.

Las trabas burocráticas o las informaciones confusas y contradictorias
sobre la forma de ejercer una actividad autónoma son otros de los
reproches de los "cuentapropistas", si bien muchos han querido
aprovechar esta posibilidad de empleo para intentar prosperar.

"Para el país no sé qué pueda significar todo esto, pero los cubanos sí
nos sentimos un poquito más 'personas' porque somos gente de mucho
inventar y ya cada cual con sus inventos puede desarrollarse sin
depender del Estado ni trabajar para un jefe", opina Yanira de 29 años y
titular de una céntrica cafetería en La Habana.

Armando, de 32 años y dueño desde abril de una "paladar" en el barrio
del Vedado, cree que el Gobierno de Raúl Castro solo abrió "un poco la
ventana" para aliviar las posibilidades de empleo pero "el país necesita
producir" y el trabajo por cuenta propia que se permite solo ofrece
servicios.

Para superar la grave crisis económica pero sin renunciar al socialismo
y sin reformas políticas sustanciales, Raúl Castro ha emprendido un plan
de ajustes que incluyen una apertura a pequeña escala del sector no
estatal, la reducción de plantillas públicas y la eliminación de
subsidios innecesarios y de algunas prohibiciones en el consumo interno.

http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/micronegocios-en-cuba-una-realidad-lastrada-por-limitaciones-e-incertidumbres-269911

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