29-06-2011.
Yosvani Anzardo Hernández
(www.miscelaneasdecuba.net).- En el país de los olvidos, la gente temía
recordar, y todos fingían haber olvidado cómo sucedieron las cosas que
los llevó a ser lo que son. Sin embargo, no todo se había olvidado, y
el pueblo parecía obedecer los caprichos de su tirano por una buena razón.
Nadie entendía el motivo de tanta aparente sumisión.
En el país de los olvidos existió la tradición de tener muchos hijos,
sobre todo en el campo, no fueron jamás los medios para mantenerlos un
problema, en cualquier familia encontrabas 10 o 12 hijos y hasta más.
Con el tiempo el pueblo se fue haciendo triste, porque los niños fueron
el centro de control por excelencia del gobierno sobre la familia, y
ésta comenzó a verse amenazada incluso en su propia existencia. Los
niños eran arrancados de su seno y adoctrinados en centros especiales
mal llamados escuelas, al regresar a casa eran capaces hasta de
denunciar a sus padres por expresar alguna opinión ambigua o no muy
clara con respecto a la ideología estatal, se creían importantes y hasta
poderosos por ser el futuro de la patria.
Los padres no podían enfrentar a sus hijos como estos los enfrentaban a
ellos, entonces entendieron que el problema eran aquellas diabólicas
escuelas y su sistema de adoctrinamiento, y que éstas funcionaban sólo
gracias a su trabajo, fue cuando sin ponerse de acuerdo decidieron
sabotearlas e iniciaron ataques contra la economía con la esperanza de
reducir los planes de estudios, y los niños pudieran estar más tiempo en
casa.
El gobierno reaccionó reprimiendo y encarcelando, pero tuvo que ceder y
eliminó muchas escuelas distantes, los padres habían ganado una gran
batalla, entonces la arremetida estatal no se hizo esperar y obligó a
los niños a permanecer en las escuelas buena parte del día aunque fueran
a dormir a casa, y a pesar de ello no les daba siquiera almuerzo, tan
sólo una merienda, algunos padres comenzaron a llevar alimento a sus
hijos a las escuelas, pero en verdad no todos podían hacerlo pues en
casa no había nada.
Ya el estado no podía convencer a los niños de que su ideología era
sagrada, porque los padres los desmentían en casa, los niños no podían
ser usados tan abiertamente como antes, pero se llenaban de dudas e
inevitablemente deformaban su mente en las escuelas.
Como las escuelas fuera del gobierno estaban prohibidas, y los niños
sólo aprendían doctrina estatal, los padres crearon miles de pequeñas
escuelas en todo el país y dijeron que sus maestros eran sólo
repasadores para las asignaturas de ciencia, y a pesar de sus economías
mal trechas, estas escuelas eran privadas, de esa forma garantizaban la
calidad de la enseñanza. También se crearon escuelas clandestinas para
los padres, así estos podían educar a sus hijos en casa, y se
imprimieron miles de folletos donde se enseñaba la verdad.
Los niños comenzaron a rechazar la historia del País de los olvidos,
porque el estado dejaba muchas lagunas que en parte eran llenadas en
casa. La educación era un fraude donde todos los estudiantes pasaban de
grado para evitar la intervención directa de los padres.
La guerra se encontraba en un punto crucial, los padres entendieron que
tenía que dejar de ser clandestina, pero aún estaban los niños y estos
no debían sufrir las consecuencias, entonces de la misma manera y sin
ponerse de acuerdo, los padres tomaron la decisión más dolorosa y
valiente de cuantas han tenido que tomar un pueblo en lucha.
Dejaron de procrear, en los matrimonios que habían niños, estos no
pasaban de uno o dos. Incluso la población comenzó a tender a disminuir.
El gobierno argumentó que lo mismo sucedía en los países desarrollados y
obligaría al pueblo a trabajar más tiempo, la gente no estuvo de acuerdo
y reaccionó con la estrategia conocida de sabotear aún más la economía.
El pueblo envejecía, el estado abandonó a los ancianos y estos
comenzaron a suicidarse. El gobierno declaró que expulsaría de sus
trabajos a mucha gente por ser estos saboteadores, entonces el pueblo
amenazó con hacer pública y abierta su lucha. El gobierno se asustó y no
sabía qué hacer.
De cualquier forma y sin importar lo que hiciera el gobierno, el pueblo
estaba decidido a recuperar a los niños. Cuando estos con el fin de la
dictadura vuelvan al seno de la sociedad de la que fueron raptados, la
población volverá a crecer y poco a poco el rastro de la tristeza sólo
quedará en el rostro de los viejos que cuenten esta historia a las
nuevas generaciones, y una sonrisa discreta ha de ser el premio, de los
que lucharon por los niños.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=32777
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