Propuestas de cambio alcanzan cartilla de racionamiento
Por Patricia Grogg
LA HABANA, nov (IPS) - "Esto se pone malo, aquí dice que van a quitar la
libreta", comenta un hombre ya mayor acodado en el mostrador de un
pequeño establecimiento comercial de la capital de Cuba. "Bueno, para lo
que sirve", replica bajito una señora que hace sus compras del mes.
En rigor, a ninguno le falta razón y tampoco es un rumor. La cartilla de
racionamiento, que distribuye desde la década de los 60 una canasta
básica de productos a precios subsidiados por el Estado a toda la
población cubana de 11,2 millones, tiene sus días contados, aunque no
todos llorarán su muerte por igual.
El abastecimiento normado no satisface actualmente todas las necesidades
alimentarias de la familia, aunque se considera aún importante para los
sectores más vulnerables de la población cubana, como jubilados sin otro
ingreso que sus pensiones o mujeres jefas de hogar de escasos recursos,
entre otros.
"Es cierto que resuelve poco, pero al menos da seguridad tener para el
mes la cuota de arroz, azúcar, huevo, algo de aceite y proteína sobre
todo para los niños. La pregunta que se hace la gente es si cuando la
quiten (la libreta) habrá productos y cuanto costarán", dijo a IPS Ana,
una mujer de mediana edad que prefirió no dar su apellido.
La propuesta de "eliminación ordenada" de este sistema figura entre los
varios puntos de fuerte impacto social incorporados en el "Proyecto de
Lineamientos de la Política Económica y Social" con vista al VI Congreso
del Partido Comunista de Cuba (PCC), gobernante de esta isla caribeña
desde 1959.
El texto será centro de debates populares entre diciembre y febrero.
El presidente Raúl Castro adelantó, citado por la prensa oficial, que no
queda más alternativa que aplicar las medidas necesarias para resolver
los problemas de la economía cubana. Pero también aseguró que el
documento no es definitivo y exhortó a recoger meticulosamente todas las
opiniones, porque quien va a decidir es el pueblo.
El proceso de consultas no es nuevo, aunque genera encontrados puntos de
vista. Para algunos sectores, el resultado de esas discusiones no será
sustantivo ni cambiará el curso de decisiones ya tomadas. Según fuentes
menos condescendientes el proceso no pasa de ser un intento de
"aparentar" participación popular donde no la hay.
Para Castro parece ser una manera de conocer y "sistematizar" lo que
piensa y espera la gente de la "actualización" del modelo económico que
se quiere acuñar en el congreso comunista y también asegurar el consenso
social necesario para la terapia intensiva en que está entrando la
población cubana.
Sobre todo porque medidas de ajuste como la reducción de medio millón de
plazas laborales, la eliminación de gratuidades y subsidios estatales,
el aumento de la carga tributaria, entre otras del mismo tenor, trajeron
a la familia cubana una inquietud que las explicaciones oficiales no han
logrado aminorar.
Para algunos analistas, no resulta casual que desde la convocatoria a la
cita del PCC, el 9 de este mes, el mandatario cubano dejara claro que el
proyecto era conocido por el ex presidente Fidel Castro, líder histórico
de la revolución cubana, quien debido a su quebrantada salud dejó sus
cargos en febrero de 2008.
Una semana después, el propio ex gobernante se reunió con estudiantes
universitarios a quienes recordó que al enfermar en julio de 2006 delegó
todas sus atribuciones. "Estoy contento y creo que el país está
marchando, lo que tiene son todos estos desafíos", dijo en un comentario
interpretado como apoyo a la gestión de su hermano menor.
Ahora es necesario "explicarle a la gente, ayudarla a razonar" sobre
asuntos económicos a veces complejos, comentó a IPS una fuente académica
que pidió no ser identificada. "A la vez, lo que digan las personas en
los debates puede ayudar a enriquecer el texto Creo que esa es la idea",
agregó.
Esta práctica fue ya usada en 2007, cuando Raúl Castro convocó, cuando
aún ejercía internamente la Presidencia, a opinar en amplitud sobre su
discurso del 27 de julio de ese año, en el cual reconoció las
dificultades y carencias de la vida cotidiana, descartó soluciones a
corto plazo y anunció cambios "estructurales y de concepto".
Un inventario extraoficial realizado en su momento por IPS mostró que la
amplia gama de temas discutidos en esos debates abarcó desde el
deterioro de los servicios gratuitos de salud y educación y la carestía
de los alimentos y otros productos de primera necesidad, hasta el exceso
de limitaciones y prohibiciones de todo orden en la vida de las personas.
Abundaron también demandas de ampliación del trabajo por cuenta propia
(independiente del Estado, el mayor y casi único empleador), en lugar de
frenarlo o limitarlo, apertura de cooperativas y pequeñas empresas y el
trazado de un plan concreto para eliminar la doble circulación
monetaria, entre muchas otras.
Castro dijo posteriormente que esas consultas en barrios y centros
laborales fueron concebidas como un ensayo, pensando en el VI Congreso
del PCC, postergado desde 2002 y convocado ahora para abril de 2011. Sus
datos, aseguró, resultaron "muy útiles para el trabajo posterior de la
dirección del país".
Los congresos se deben realizar cada cinco años y en ellos se trazan las
pautas políticas, económicas y sociales del país para el lustro
siguiente. En esta ocasión se concentrará en el tema económico y dejará
los demás asuntos para una Conferencia Nacional que se celebrará
posteriormente.
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