José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El recochineo ocurre de
la siguiente forma (o así es como lo describen sus víctimas, los
habaneros de a pie): Los inspectores que presuntamente se ocupan de
combatir el robo de electricidad en las casas particulares de La Habana,
acuerdan con el usuario manipularle técnicamente el reloj marcador para
que el aparato permita evadir los altos pagos, marcando mucho menos de
lo que se consume.
Desde luego que los inspectores obtienen un buen billete por el
contubernio. Pero también es, o en principio parece ser, una operación
ventajosa para los usuarios, pues, lo que se ahorran en los pagos
mensuales de electricidad supera el monto invertido en el fraude.
Cuentas claras, o podrían serlo, si los inspectores actuaran con
claridad. Pero hay una segunda trampa en la jugada, y en ella los
usuarios se convierten en cazadores cazados.
Una vez cerrado el negocio fraudulento entre usuarios e inspectores,
estos últimos dejan pasar un tiempo prudencial, digamos tres o cuatro
meses, y entonces se confabulan con otros inspectores, ajenos al negocio
en cuestión, para que vayan a la casa del usuario y "descubran" que su
reloj marcador ha sido manipulado.
De tal modo, el usuario se ve en la necesidad de negociar con este nuevo
inspector, pagándole otro buen billete, para que no lo denuncie ni lo
multe por la violación.
Es el cuento de nunca acabar, donde el que paga siempre es el usuario,
quien, paradójicamente, se dedica a costear una cadena de estafas con
tal de evadir pagos legales. En tanto, el Estado pierde también por
incapaz y propiciador de fraudes.
Ahora en el diario Granma, donde saben sólo aquello que les conviene
saber, y no propagan ni la mitad de lo que saben, han publicado una
información casi triunfalista (Detectados más delitos de fraude
eléctrico) sobre la gran cantidad de delitos por fraude eléctrico que se
detectaron en los hogares capitalinos durante los últimos meses.
Y cuenta ufano este periódico que entre las medidas adoptadas por el
régimen para erradicar el fraude sobresalen el incremento en el número
de inspectores y en los muestreos de ruta a los lectores-cobradores. En
fin, casos y cosas de casa.
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