Trump y su nueva política hacia Cuba
Tiene razón el presidente cuando afirma que su predecesor no debió haber
entregado todas las fichas de EEUU
Sábado, junio 17, 2017 | Carlos Alberto Montaner
MIAMI, Estados Unidos.- El presidente Donald Trump se propone modificar
y endurecer la política de Barack Obama con relación a Cuba. Obama, que
acertó en ciertos aspectos sociales de su política interna, erró
totalmente en su estrategia cubana. Me parece, pues, razonable
cambiarla. No todo lo que Trump hace es equivocado. A veces, entre tuits
insomnes, acierta.
Si hay algo que el jefe de cualquier Estado debe tener muy claro, es
precisar quiénes son los amigos y los enemigos de la nación a la que le
toca proteger. Trump sabe o intuye que los Castro, desde hace décadas,
intentan perjudicar a su país por cualquier medio. En 1957 Fidel Castro
le escribió una carta a Celia Sánchez, entonces su amante y confidente,
explicándole que la lucha contra Batista (la carta está firmada en
Sierra Maestra) era sólo el prólogo de la batalla épica que libraría
contra Washington durante toda su vida.
Fidel Castro, que fue un comunista convencido, cumplió esa promesa,
luego reiterada docenas de veces oralmente y por la naturaleza de sus
acciones. Por eso, cuando Fidel murió, Donald Trump, que había sido
electo presidente pocas semanas antes, pero todavía no había tomado
posesión, tras calificarlo como un "dictador brutal", aseguró que "a
pesar de que las tragedias, muertes y dolor causados por Fidel Castro no
pueden ser borradas, nuestro Gobierno hará todo lo posible para asegurar
que el pueblo cubano pueda iniciar finalmente su camino hacia la
prosperidad y libertad".
En consecuencia, Trump, a los pocos meses de iniciar su andadura, ha
retomado el propósito de cambiar el régimen cubano, irresponsablemente
cancelado por Barack Obama en abril del 2015, como anunció el
expresidente durante la Cumbre de Panamá, aunque, contradictoriamente,
tuvo la solidaria cortesía de reunirse con disidentes cubanos que habían
viajado desde la Isla, gesto simbólico que hay que agradecerle.
¿Por qué Trump ha retomado la estrategia de "contener" a Cuba, como se
decía en la jerga de la Guerra Fría? Porque Trump y sus asesores,
guiados por la experiencia del senador Marco Rubio y del congresista
Mario Díaz-Balart, verdaderos expertos en el tema, piensan que Raúl
Castro no ha renunciado a la confrontación, lo que aconseja privarlo de
fondos.
Muy en consonancia con la impronta que Fidel le dejó a su hermano y a su
régimen, la revolución cubana continúa siendo enemiga de los ideales e
intereses de Estados Unidos, como si la URSS continuara existiendo y el
marxismo no se hubiera desacreditado totalmente hace ya más de un cuarto
de siglo. Para Cuba la Guerra Fría no ha concluido. Para ellos, "la
lucha sigue".
Eso se demuestra en la alianza cubana con Corea del Norte, que incluye
suministros clandestinos de equipos bélicos, prohibidos por Naciones
Unidas, incluso mientras negociaba el "deshielo" con Washington. Es
evidente en el respaldo a Siria, a Irán, a Bielorrusia, a la Rusia de
Putin, y a cuanto dictador u "hombre fuerte" se enfrenta a las
democracias occidentales. Se prueba en la permanente hostilidad contra
el Estado de Israel, pero, sobre todo, queda clarísimo en la actuación
de Raúl Castro en el caso venezolano.
Si Obama creía que la dictadura cubana, a cambio de buenas relaciones,
ayudaría a Estados Unidos a moderar la conducta de la Venezuela de
Chávez y Maduro, se equivocó de plano. La Cuba de Raúl Castro se dedica
a echar gasolina al incendio que devora a ese país, con el objeto de no
perder los subsidios que le genera la enorme colonia sudamericana.
Los militares cubanos son el sostén esencial de la dictadura de Nicolás
Maduro, personaje formado en la Escuela de Cuadros del Partido Comunista
cubano llamada "Ñico López". Le proporcionan inteligencia y
adiestramiento a sus colegas venezolanos para que repriman cruelmente a
los demócratas de la oposición. Los muy hábiles operadores políticos
cubanos, formados en la tradición del KGB y la Stasi, asesoran a los
chavistas y le dan forma y sentido a la alianza de los cinco gobiernos
patológicamente "antiyanquis" de América Latina: la propia Cuba,
Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador.
Tiene razón el presidente Trump cuando afirma que Barack Obama (pese a
su hermoso discurso en defensa de la democracia pronunciado en La
Habana) no debió haber entregado todas las fichas norteamericanas sin
que Raúl Castro hiciera concesiones fundamentales en beneficio del
pueblo cubano y de su derecho a la libertad y la democracia. Eso es lo
que Trump ahora intenta corregir.
Source: Trump y su nueva política hacia Cuba CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/trump-y-su-nueva-politica-hacia-cuba/
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