Estas son las reglas del juego
En su discurso de Miami, el nuevo inquilino de la Casa Blanca no cerró
la puerta a un posible acuerdo. Pero sí estableció condiciones claras
para alcanzarlo
Viernes, junio 16, 2017 | René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba.- El tiempo para las hipótesis y las especulaciones ha
quedado atrás. Las palabras que este viernes al mediodía, ante un
nutrido auditorio predominantemente cubano, pronunció en Miami el
presidente Donald Trump, no dejan espacio para la duda. Han quedado
clarísimas las reglas del juego a las que deberá atenerse en lo adelante
la dictadura castrista.
Grandísima razón tenía la delfina Mariela Castro cuando hace apenas unas
horas, ante la prensa española, comentaba: "El mundo hace chistes con
Trump, pero en Cuba nos preocupa mucho". Las que ya han perdido toda
vigencia son sus palabras ulteriores: "Trump todavía es una sorpresa; no
tenemos la menor idea de hacia dónde va". Esto ya no es cierto en
absoluto. Al menos, en lo tocante al archipiélago caribeño.
Los reclamos de respeto a los derechos humanos del pueblo cubano,
liberación de los presos de conciencia, cese de la represión,
reconocimiento de todos los partidos políticos y celebración de
elecciones libres y competitivas, hechos de manera pública por el jefe
de la superpotencia mundial, han encontrado eco en todos los cubanos de
ideas democráticas.
Se trata de cosas que en el mundo libre se dan por sentadas; que parecen
absolutamente normales en todos los países civilizados. Pero por alguna
ignota razón, funciona en este asunto la llamada "excepcionalidad de
Cuba". Los mismos que considerarían inaceptable que en sus propios
países se ignorase a la oposición o no se le admitiera postular sus
candidatos o hacer campaña por ellos, aceptan como algo normal que el
régimen de La Habana conculque esos derechos y se autoperpetúe.
Lo anterior acaba de confirmarse con la convocatoria a nuevas elecciones
recién hecha por el Consejo de Estado cubano. Ellas se realizarán bajo
las mismas reglas arbitrarias y tramposas que han regido hasta ahora. Se
anuncia la próxima presentación a la Asamblea Nacional del proyecto de
un flamante código electoral. Pero todo indica que, en él, lo único
nuevo serán el nombre y el año de su promulgación.
La mencionada actitud de tolerancia con el régimen castrista funciona a
plenitud en el Viejo Continente. También pareció imperar en Estados
Unidos durante los dos últimos años de la administración de Barack
Obama. Ahora, con las declaraciones públicas de Trump, se pone
claramente de manifiesto que esa fugaz "luna de miel" fue una excepción
en la política norteamericana hacia Cuba.
El nuevo enfoque recién anunciado por el actual presidente
estadounidense (en puridad, se trata más bien de la ratificación del
rumbo tradicional de las políticas del gran país hacia Cuba y su
gobierno) parecen recoger las ideas plasmadas en la vibrante carta
abierta que le dirigiera hace apenas unas horas nuestro compatriota José
Daniel Ferrer, líder de UNPACU. No en balde el nombre de ese valiente
hermano —al igual que el de otra cubana corajuda también residente en
Cuba, Berta Soler— fue mencionado por el ilustre orador.
A estas alturas debe reinar preocupación entre los sesudos asesores del
Palacio de la Revolución de La Habana. Ante los repetidos gestos de
apertura de Obama, la alta jefatura cubana —probablemente a instancias
de esos mismos consejeros— adoptó una actitud de renuencia y
distanciamiento. Todo indica que en los erróneos cálculos de esos
despistados, la victoria de la señora Hillary Clinton estaba garantizada.
En su criterio, pues, no resultaba oportuno ni necesario aprovechar la
coyuntura ni avanzar hacia un entendimiento con Don Barack: ya vendría
la ex Primera Dama, y con su re-entrada en la Casa Blanca se contaría
con no menos de cuatro años más para diseñar los nuevos acuerdos con
Washington, que esos mismos asesores daban como cosa hecha. Craso e
irreparable error. O para decirlo en las palabras de una colega: "La
dictadura cubana dilapidó dos preciosos años de apertura".
Veremos si, ante la nueva realidad política planteada por las palabras
de Trump, el régimen castrista se abroquelará o dará pasos
constructivos. Y por supuesto que no estoy refiriéndome al mundo de las
palabras, pues ya sabemos que la retórica comunista aburre de tan
repetitiva. A lo que aludo es a las medidas políticas concretas —que
también pueden ser discretas— que pudiera ir adoptando —o no— el viejo
régimen de La Habana.
Las posibilidades están planteadas. En su discurso de Miami, el nuevo
inquilino de la Casa Blanca no cerró la puerta a un posible acuerdo.
Pero sí estableció condiciones claras para alcanzarlo. Veremos si en el
General-Presidente cubano primará la flexibilidad o el empecinamiento.
Source: Estas son las reglas del juego CubanetCubanet -
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