El triste regreso de Marino Murillo
Los tecnócratas del Gobierno cubano se inventan nombres nuevos para
males crónicos
Alex Heny, Nueva York | 03/06/2017 3:34 pm
"No se permitirá la concentración de la propiedad y la riqueza (…) aun
cuando se promueva la existencia de formas privadas de gestión".
Lo dice Marino Murillo, al que a su vez le llaman el zar de la reforma
económica en Cuba porque obviamente a los periodistas se les agotó la
creatividad y ahora coronan zar a cualquiera que tenga un propósito. En
lugar del rimbombante cliché, bien pudieran bautizar a Murillo como el
mujik de la reforma económica, si no fuera eso una ofensa a campesinos
honestos.
Pero veamos esa frase, paradoja, absurdo, quintaesencia del fracaso
cubano y de los ex socialistas europeos.
Los ideólogos cubanos —e inevitablemente recuerdo aquello que decía que
una gran idea es una "idiota"— han estado cocinando un menjunje al que
llaman la "conceptualización del nuevo modelo económico". Murillo es su
profeta y la frase es parte de su credo.
En la más fidelista tradición, a falta de soluciones racionales, los
tecnócratas del desgobierno cubano se inventan nombres nuevos para males
crónicos.
Lo hacen porque la alternativa es admitir, de una buena vez, que Cuba no
funciona. Que hace más de medio siglo que dejó de funcionar. Que el
socialismo no sirve. Que el fidelismo es peor aún. Que no existe tal
cosa como "economía cubana". Mucho menos "economía socialista cubana".
Que los ideólogos, los desgobernantes, y los Murillos de esa isla, les
harían un histórico favor a los cubanos si desaparecieran por fin,
llevándose con ellos sus conceptos, conceptualizaciones, delirios y toda
la indecencia de su mala gestión.
Sin intentar unirme a la diatriba teórica, que se la dejo a los
estudiosos, se sabe, a un siglo ya de la Revolución de Octubre, que el
concepto marxista de la economía es un sinsentido; que abrumado por la
evidencia cuyo peso demolió el socialismo como sistema ahora es solo una
nota histórica que describe un sistema de pensamiento tan errado que
espanta; que es la utopía mutada en distopía; que es la
"conceptualización" hecha añicos por la realidad.
Que la izquierda, sobreviviente del cataclismo del marxismo, solo puede
existir en el capitalismo, idea que le hubiera provocado un síncope a
Marx, un patatús a Engels y una alferecía a Lenin.
Sin embargo, el fuerte de los desgobernantes cubanos no es aprender de
la práctica, mucho menos ejercer el pensamiento de avanzada, usar el
pragmatismo que impulsa a las naciones de éxito; incapaces de
reinventarse como hicieron chinos y vietnamitas, o de salirse finalmente
del absurdo como hicieron los ex socialistas, "conceptualizan".
Sin embargo, el asunto es simple y está a la vista:
Es imposible crear riqueza sin capitalismo.
Es imposible el capitalismo sin la iniciativa privada.
Un empresario privado exitoso crea riqueza y se enriquece en consecuencia.
Un Estado de éxito, que se debe a la nación y sus ciudadanos, se
beneficia de una economía próspera; cobra impuestos a los empresarios,
estimula el crecimiento económico, se ocupa de que el país funcione y
propicia que haya una distribución del bienestar.
No existe entonces tal cosa como "formas privadas de gestión" sin que
haya "concentración de la propiedad y la riqueza".
Solo existen Estados que saben usar el capitalismo, la creatividad
individual y la creación de riqueza a su favor.
Y existe por otro lado la Cuba de los Raúles y Murillos, soldados de una
guerra perdida marchando en el mismo lugar, atados por la desfachatez y
la obsolescencia.
Source: El triste regreso de Marino Murillo - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-triste-regreso-de-marino-murillo-329520
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