¿A quién(es) responzabilizar por la desgracia ocurrida en El Comercio?
Los allegados de las víctimas no entienden cómo es que no existía
supervisión profesional en el área
Viernes, julio 14, 2017 | Pedro Manuel González Reinoso
CAIBARIÉN, Cuba.- Luego de conocida y divulgada la noticia de muertos y
heridos en el derrumbe del Hotel que se pretende reconstruir por el
MINTUR, en voz morosa de la prensa nacional —y la foránea, a grito
limpio—, la población de la localidad así como los familiares de
lesionados oriundos de otras zonas, no cesan de hacerse esta punzante
pregunta sobre la que esperan acusar respuesta un día.
Los allegados de los dos fallecidos hasta ayer y lesionados graves para
los que se reserva pobre pronóstico de sobrevida, no entienden cómo es
que no existía supervisión profesional en el área, exhaustiva o de
formal seguridad sobre los delicados trabajos dentro de la ruina donde
trasegaban hijos y parientes, ninguno con contrato legal a tiempo
determinado –sino acuerdo verbal como cooperativistas/particulares con
el nuevo capitalista/asociado cubano—, ni en arreglo-vinculante con el
referido ministerio.
En mayo pasado, la máxima autoridad del ramo anunció la reparación de un
grupo de instalaciones hoteleras abandonadas que serían operadas bajo el
suntuoso sello "Encanto" y estarían dedicadas a la modalidad del turismo
cultural en la provincia-centro de Cuba, entre ellas, el otrora
esplendente y "comercial" hotel caibarienense.
Con la intercesión del Poder Popular de cada municipio donde se erguirán
los ocho previstos para la Feria Internacional del Turismo que en 2018
tendrá lugar aquí, se propaló hace un mes la reinserción de jóvenes
desempleados como fuerza de trabajo bruta con la que retirar multitud de
escombros y vegetación de esos sitios. Queda por ver —aunque se
sobreentienda que la Constructora Militar del Grupo Gaviota S. A o
ALMEST aportarán mano de obra calificada— a cuál inversionista
extranjero le serán otorgadas las primacías y las fuerzas. Porque los
constructores cubanos en este tipo de maniobra cementosa acostumbran
meter la pata hasta el fondo, cuando no la mano.
Durante la visita del Ministro Manuel Marrero al territorio para
observar in situ la majestuosidad perdida en las vetustas
(de)construcciones [El Hotel Comercio (1918), el Cine-Teatro Cervantes
(1925) y la antigua Colonia Española (1900), mas la enyerbada cancha de
voleibol que devendrá traslúcida piscina junto al edificio
correspondiente al ex Sectorial de Educación], se propuso dedicar los
pisos superiores de todas ellas exclusivamente al hospedaje —¿"Síndrome
del Nuevo Pro Riquismo Nacional", tildaríamos a estos anhelos
primermundistas de los que ya existen en el país disímiles proyectos
emprendidos?— mas los bajos serían reservados a finas galerías mercantiles.
Para continuar con el controversial ejemplo al que se aspira: la Manzana
de Gómez habanera (hoy retitulada como "de Kempinski") que tuvo a su
haber —y vigilancia— el concurso de la firma franca Bouygues Bâtiment
S.A. la cual arrastró —terminada la capitalina encomienda— hasta nuestro
cayerío circundante a sus hindúes disciplinados e imposibilitados de
delinquir, pues si lo hicieran —y no quepa duda de que lo harán—, nunca
será al nivel de un cubano mal pagado.
Que los nacionales —en condiciones de cooperativas arrendadas por el
estado— devengaran cerca de 100 dólares mensuales (unos 2250 pesos)
incomparables con los 1500 USD que se les entrega a los extraños,
tampoco significa ignorar ese menosprecio cual maraña de adalid
reclutador por faltarles a los naturales alternativas de empleo.
De algún predecible modo, si la francesa BB hubiese estado supervisando
estas remodelaciones como ciertos irresponsables debieran (porque desde
principios de esta década mantiene a profesionales extranjeros y
complementarios competitivos donde no han ocurrido grandes accidentes
por elementales razones) y no haberlas dejado a inexpertos, difícilmente
hoy enterraríamos estos muertos, y nada asumiría el estado debido a
hospitalizaciones evitables.
La transnacional fundada en 1952 por Francis Bouygues cuenta con casi
150 mil empleados en más de 80 países, lleva varios lustros en Cuba
invirtiendo y conviniendo construcciones para la industria verde-olivada
del turismo, pero tales obras han estado precedidas por un serio trabajo
de reconocimiento arquitectónico cuando no han sido del todo nuevas. No
por gusto sus ganancias mundiales sobrepasan los 30 billones de euros
anuales.
Que lleguemos a ostentar mañana nuestra particular "media manzana" (sin
apellidos todavía) en un pueblo desvencijado/pulverizado
escrupulosamente por la desidia estatal adjuntos los elementos
naturales, cuyo comercio legendario en pos del progreso económico
dependió del mar hasta que le cerraron el puerto, podrá parecernos nueva
utopía. Ya antes hablé de este (des)propósito —loable hasta donde fuera
creíble— en algunas alucinaciones localmente intensas. Si para fines
cambiarios disfrazados de ecologismo redujeron hasta la prohibición
—además— a la pesca del minutero de orilla que solía sobrevivir con
ella, ¿cuál otra desventura no nos ocurrirá?
La prensa nacional declaró "que aún se investigan las causas del
siniestro", lo que no ha adelantado es cuáles medidas se tomarían —si se
tomaran— contra los infractores del control preestablecido, ni si habrá
indemnización justa por daños personales. Este último acápite del que
presumen Las Normas para la Protección e Higiene del Trabajo, no cuenta
con cuantiosos casos de resarcimientos —publicitados al menos— en el país.
Aún esperamos por "el momento" oportuno de conocer sobre el resultado de
indagaciones criminalísticas anteriores difundidas cuando no cupo
evasión. Siquiera la mesa redonda que se utilizó como plataforma para
calmar reclamos populares se ha pronunciado al respecto. La Autopista
Nacional, desastre y asilo de asesinos, carga en currículo varios de ellos.
Al parecer, desde hace poco se replantea —como si en altos hornos se
cociera— el ultimátum de reabrirlo todo, incluso la obstruida
comunicación unidireccional estado-pueblo, fascinados los actuales por
los créditos aparecidos para el sostén inexcusable de lo que rinda
pronto. Sin embargo, ni la Asociación de Jardineros Hoteleros cuenta hoy
con respaldo legislado para sus faenas.
Entonces, vengan al terruño huestes constructoras, pero háganlo bien. No
dejen cosa al arbitrio o la torpeza. Porque la fragilidad con la que
tratan no será restituible. Los precios a pagar —más los pagados— son un
insulto para estas vidas pueblerinas terminadas en miserias,
consecuencia de querernos imponer con suma urgencia el rescate de lo ya
muy depauperado.
Si nos tocase de la manzana una mordidita, ojalá no sea la parte
emponzoñada del cuento.
Source: ¿A quién(es) responzabilizar por la desgracia ocurrida en El
Comercio? CubanetCubanet -
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